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—¡Alto! ¡Policía!— varios agentes entraron con la paras y sus armas apuntando hacia adentro; mojados pues la lluvia afuera había aumentado con gran intensidad , pero lo que vieron los dejó con los labios abiertos. Dos cadaveres, uno con un disparo en la cabeza terriblemente golpeado  uno con ligeros golpes y un disparo en el pecho —Pero ¿que mierda? — murmuró zaratras al prender la luz, sus ojos presenciaron uno de los peores casos de acoso. Fotos y más fotos, videos ,audios y la mayoría de ellos con contenido que solo un enfermo podía grabar. 

—Meliodas— la llamada de aquel que había llamado la policía y los había guiado hizo que todos se hicieran a un lado permitiéndole presenciar la escena—No...no— rápidamente se aproximó hasta el cuerpo de el inerte rubio para tomarlo. Meliodas tenía una sonrisa mientras sus ojos apagados no apartaban la mirada de esa foto en la que ambos reían y eran felices, su ropa estaba completamente mojada por sus sangre derramada mientras que de su labio también se escapaba un poco de ese líquido rojizo. Lo que más le dolió a ban fue que por más que intentaba levantarlo este volvía a caer pero la sonrisa no se quitaba—Por favor amigo...—sollozo — Aún debes de vivir, por Elizabeth...No te vayas, debías ser el padrino de mi hijo—murmuró esperanzado de que este se moviera mínimo un poco, sus gruesas lágrimas empezaron a. Resbalarse de sus ojos hasta caer sobre la pálida y fría mejilla de el más bajo—Tu sobrina te necesita, tu hermano, tu madre, yo te necesito amigo...por favor...no te vayas — pero este no respondía. Sus ojos abiertos eran la clara muestra de su muerte, lo único que el de mayor estatura pudo hacer fue abrazar el cadaver de su mejor amigo y empezar a llorar. Era como si una maldición persiguiera a esos dos en la que solo podían estar juntos en muerte

Smooth criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora