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El Tren De Escape Se Ha Ido
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        La campana que indicaba que la jornada estudiantil había concluido, por fin se había hecho presente resonando con potencia por toda la escuela. Y a diferencia de su única amiga, quién guardaba sus cosas a una velocidad impresionante, él sólo lo realizó con paciencia y lentitud, simplemente para hacerla desesperar. Amaba molestarla.

Conocía a Harriet aproximadamente hacia unos siete u ocho años atrás cuando el chico, (ahora chica) recién llegaba al pueblo. Su abuela y el abuelo de ella eran viejos amigos, así que no tardaron en presentarlos. Al principio se odiaban a muerte, un chico anti social y una joven amargada no podían ser un buen dúo. Ademas, a Min no le gustaba involucrarse con ella porque era el blanco perfecto para los abusivos y el iman de críticas o burlas de sus compañeros debido a sus exóticos gustos, si, hablaba acerca de que era un niño que amaba vestirse de niña. No es que el peli negro fuese popular en la escuela primaria, pero si imponía mínimo un poco de respeto al lograr pasar desapercibido. Aún así, cuando observó que un grupo de niños la molestaban regando jugó en su cabello y luego la obligaban a comerse una torta recién recogida del suelo, no pudo evitar no hacer nada; al final, ambos terminaron golpeados. Sin embargo, supongo que así es como comienzan las mejores historias si de amistad se trata, porque ahora ambos chicos eran inseparables.

Todos salieron del aula tranquilamente dirigiéndose a los pasillos incluyendo a los profesores. Los pies de Yoongi no pudieron evitar frenarse frente a la puerta al notar que la nueva seguía sentada, observando lo que parecía ser el suelo de baldosa, ¿Tan interesante era el piso? ¿No había escuchado el timbre? Tal vez, simplemente si lo había escuchado pero fingió no hacerlo, ¿Se estaba haciendo la tonta? Fueron algunas suposiciones que el chico se formuló, pero nuevamente aquel pensamiento de "No es relevante para ti" apareció y decidió seguir con su camino para alcanzar a su amiga, quien ya le había sacado una gran ventaja.

El sol se ocultaría en un par de horas, gracias a eso la temperatura comenzaba a disminuir sólo un poco, aquel clima era su favorito, no hacía frió, pero tampoco calor, simplemente era uno fresco, uno que podía disfrutarse, uno que hacía despejar la mente con sólo inhalar profundo.
Min y Harriet caminaron hablando de cualquier tontería como el ridículo moño que Minhyuk había llevado esa mañana o del tonto acento francés que Haneul usaba para parecer más refinada, (cabe recalcar que la chica jamás había ido a Francia), hasta que llegaron a la estación de tren, ahí era dónde su camino tomaba distinto rumbo, pues regresaban a casa en trenes diferentes.

Algo que a Min no le gustaba, era esperar que su tren llegara, no es que no tuviese paciencia, de hecho era una virtud que él poseía, sin embargo, el estar de pie rodeado de gente que salía del trabajo le parecía de cierto modo: molesto, pues aquellos eran consumidos por un cansancio absoluto, y lo peor de todo ese cansancio, es que nunca paraban de quejarse, de su jefe, de su esposo en casa, de sus desastrosos hijos, de lo patética que les parecía su vida. Yoongi realmente esperaba que cuando creciese no cometiera el mismo error que ellos, su temor era terminar así. Aquello sólo le haría sentir pena de si mismo y de la educación que recibió de sus padres.

Una vez el tren proclamó su llegada, se levantó ansioso y entró en él, agradeció el hecho de que varios asientos se encontraran vacíos, no siempre contaba con esa suerte. Se sentó en cualquier lugar y abrazó su mochila contra su pecho, algo aburrido, llegó a la conclusión de que oír un poco de música no sería una mala idea, así que sacó los auriculares de la mochila, los conecto a su celular y después se los llevo a sus orejas, sin embargo (y eso no estaba planeado) la melodía no hizo más que arrullarlo, haciéndolo caer inesperadamente en un profundo sueño.

Sus ojos se abrieron repentinamente al momento en que sintió un dedo presionando sobre su mejilla, extrañado desvió la mirada hacia la persona que se hallaba a su lado y realmente la sorpresa fue grande al mirar de quien se trataba.
Jun Seo se separó abruptamente de él al ver que había despertado, y sus mejillas no tardaron en adoptar un color rojo carmesí al haber sido atrapada.

—¿Q-qué...¿D-dónde estamos?—preguntó incorporándose en el asiento tallando uno de sus ojos.

—Llegaremos a la última parada—respondió la joven jugando con sus dedos.

—¡¿Qué!?—exclamó parándose repentinamente, haciéndola sobresaltar—Debía bajarme hace cuatro paradas ¡Maldición!

Miró el reloj en su muñeca el cual marcaba las 5:30 p.m, su madre lo asesinaría por hacerla preocupar tanto, ya podía imaginársela eufórica recorriéndole con la mirada para corroborar que no tuviese algún golpe en alguna parte de su cuerpo.
Entonces, otro pensamiento inundó su cabeza y llevó su mirada hacia aquella chica que desconocía casi por completo.

—Tú...¿Te bajas aquí?—cuestionó mirándola con cierta pizca de curiosidad.

—En realidad, debía hacerlo hace dos paradas—confesó sin corresponder su mirar.

—¿Pero?

—No quería dejarte solo—admitió aclarándose la garganta y se atrevió a mirarle el rostro.

Pero al ver la expresión casi aturdida del chico, continúo.

—Es decir, dormiste casi todo el camino, ¿Y si alguien trataba de robarte o algo así? Yo...no lo sé, simplemente no lo hice, no baje.

El tren por fin se detuvo y abrió sus puertas, con palabras mudas ambos bajaron de él. Dos opciones llegaron a su cabeza.

• Esperar otro tren para regresar y esta vez bajarse en el lugar correcto.
• Caminar hasta casa.

Ya estaba lo suficientemente fastidiado como para seguir esperando, aparte tardaría más de lo previsto, así que elimino la primera opción y se dispuso a caminar dejando a la chica ahí, de pie. Su subconsciente lo obligó a detenerse pocos metros adelante y se giró hacia su dirección.

¿Qué debía hacer? ¿Sentirse conmovido?

Una parte de él pensó que no era su problema, era cuestión de la chica, ella había tomado esa decisión y debía respetarla, pero otra le recordó a su abuela diciendo que no fuese un maleducado o descortés y menos con las mujeres, que ella no lo había educado para comportarse así.
Entonces, maldiciéndose así mismo internamente por lo que estaba a punto de hacer, regreso hasta donde ella.

—Vamos, te acompañaré a casa—habló llamando su atención.

—¿P-perdón?—cuestionó lo suficientemente confundida.

—Pronto anochecerá, no te conviene quedarte aquí a esperar, mejor caminemos—respondió regalándole una ligera sonrisa que pareció más una mueca de disgusto.

Sin recibir protestas, la joven le siguió a su lado, cosa que agradeció mucho.

Pues algo que odiaba Min Yoongi, era insistir.

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