—Abre la boca, Monique— me pidió Calum; dudé un poco antes de hacerlo. Metió una cuchara a mi boca, dejó un poco de flan sobre mi lengua— ¿Qué tal está este?— preguntó curioso.
Mastiqué un poco para poder responder, me arrepentí al segundo de hacerlo. Estaba salado y grumoso, tragué al no saber qué otra cosa hacer.
—Al menos este se puede masticar— respondí sin saber si era un halago o un insulto.
¿Cómo alguien podía lograr que el flan supiera tan mal? No es que prepararlo fuera algo del otro mundo, pero ahora dudaba que fuera tan sencillo como creía. Mordí una galleta para quitar el sabor de mi boca.
Llevaba gran parte de la tarde en la casa de Calum, habíamos quedado que iría para probar sus dotes culinarios— los cuales al parecer eran inexistentes. Cuando llegué ya estaba uno listo para probarse, acababa de meter otro al refrigerador y uno estaba en el horno. El primero, bueno el primero prácticamente se había deshecho al quitarlo del molde, el segundo— que es el que había probado y sabíamos cómo resultó—, y el tercero se quemó cuando estuvimos ehm, besándonos un poco. Suena como si hubiéramos hecho mucho, pero solo fueron unos besos inocentes que distrajeron a Calum más tiempo del necesario.
—No puede estar tan mal— murmuró llevándose una cucharada repleta de flan a la boca. Su cara se contrajo de asco, una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios—. Guácala— tomó una servilleta y lo escupió sobre ella—, esto está horrible.
Demasiado a mi parecer.
—Debiste iniciar con el que es solo para poner el polvo en la leche hirviendo— murmuré limpiando mis manos de las moronas que pudieron haberse quedado de la galleta.
—Todos pueden hacerlo— respondió.
Alcé las cejas, en verdad lo dudaba.
Cerré el libro que tenía enfrente de mí; mamá me había puesto la condición de estudiar estando con Calum para recompensar el tiempo que estaría afuera. ¿Aburrido? Sí. ¿Exagerado? También. Al final de cuentas solo había leído una hoja, antes de ejem, besarme con Calum.
—Si es lo que crees— murmuré tomando mi mochila para meter mi libro.
Calum rodeó la barra. Sonreí cuando sentí su presencia detrás de mí.
—Lo creo— susurró deslizando una de sus manos desde mi oreja hasta mi nuca. Llevaba mi cabello recogido, así que eso ayudó a que su contacto fuera directo a mi piel.
Mi piel hormigueó al sentir el sutil tacto combinado con su respiración en mi oído. Me di media vuelta para poder estar frente a frente; quitó su mano de mi cuerpo y me sentí extraña al no tenerla.
Relamí mis labios antes de hablar.
—Pues yo no— balbuceé despacio.
Entrecerró un poco sus ojos.
—Puedo convencerte—dijo por lo bajo. Bajó su mirada a mis labios.
Tragué saliva.
—Eres bueno en eso, ¿no?
—No tienes ni idea— dijo.
Pasó la yema de sus dedos a lo largo de mi brazo, sentí como mi cuerpo tembló.
No estaba segura de que siguiéramos hablando del flan.
—Cal, yo— me callé de golpe al no saber a que quería llegar.
Sentía la garganta reseca, tenía calor.
Relamió sus labios y fijó sus ojos en los míos. Mierda, esa mirada; es como si me desnudara con ella, con eso se fueron mis pensamientos cuerdos.
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Ghost of you ||C.H||
Hayran Kurgu"Demasiado jóvenes, demasiado tontos para saber cosas del amor". Se dice que hay personas que entran y salen en tu vida, eso lo sabía Calum, quien rodeado del éxito que implica el estar en una banda sin otras ocupaciones que no sean la música, promo...