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Continúo con la mirada perdida y la mente maquinando mil formas distintas de escapar, cuando una cálida mano toca la mía captando mi atención y levanto lentamente la cabeza encontrando mi mirada con la de él.

—¿Estás bien? —pregunta Jungkook quien aún se halla sentado a mi lado en la mesa—.¿En qué piensas? ¿Jin te dijo algo que te descolocó?

—No, olvídalo estoy bien —le respondo, aunque realmente nunca voy a estar completamente bien estando encerrada aquí—. Bueno ¿Qué haces todos los días para no aburrirte? —pregunto cambiando de tema.

La pregunta ¿Estás bien? Me resultaba tan hipócrita viniendo de quien viniera, no creo que mi estado les importe mucho porque de ser así me dejarían libre, pero no lo hacen, así que de que me sirve decir que no estoy bien si al final no harán nada por hacerme sentir mejor.

—Si tú lo dices. —Se pone de pie indicándome que lo siga—. Realmente no hago mucho todos los días, suelo estar solo escuchando música —me dice ya cuando nos encontrábamos caminando por uno de los pasillos de la casa—. Otras de las cosas que hago mucho es entrenar; entreno mucho mi cuerpo porque me gusta estar preparado, nadie nunca sabe lo que puede pasar.

En eso estaba de acuerdo con él, de un momento a otro tu vida puede cambiar y nunca sabes cuando tu fuerza física podrá ser de ayuda, lo bien que me hubiera venido un poco de defensa personal para por lo menos haberles partido la cara a los malditos que me secuestraron.

—En eso tienes razón mira como he acabado yo; mi vida ha cambiado completamente por no saber defenderme —comento y este desvía su mirada quedando en silencio.

Pasaron unos cuantos minutos, sin que ninguno de los dos dijéramos palabra alguna hasta que llegamos al patio trasero de la casa justo donde había visto el día anterior a Jungkook entrenar su puntería con su amada pistola.

—Aquí es donde entreno. —Apunta con su mano todo el lugar—; aunque creo que eso ya lo sabes ¿no es así?

Su pregunta me toma por sorpresa ¿Por qué sabría eso según él? No es como si me hubiera visto observándolo ¿o sí?

—No, no tenía ni idea, no había venido a esta área de la casa antes, no es como que lleve mucho tiempo aquí —miento estando más que segura de que en aquel momento no me pudo haber visto, yo estaba muy bien escondida.

—Si tú lo dices, no veo porque desconfiar ¿no es así? —Camina extrañamente hasta la diana—¿Te gustan las armas? —pregunta sin dirigirme la mirada, continuaba inspeccionando la diana.

—No lo sé, lo más cerca que he estado de una fue cuando me apuntaron a la cabeza para traerme aquí y digamos que las armas y yo no tuvimos un muy buen comienzo. —Entrecruzo mis brazos detallando los movimientos de Jungkook.

—¿Qué tal si cambiamos ese mal comienzo? —pregunta caminando a paso apresurado—hacia mi— ¿Qué me dices? —interroga con una ladina sonrisa depositando un arma en mis manos.

La misma arma con la que había disparado aquel día como prueba, hoy se hallaba en mis manos. Observo con determinada intriga a Jungkook, qué cosa extraña estaba maquinando aquella cabecita, no cualquiera le daba a su prisionero el poder de tener en sus manos un arma.

—Buena idea —acepto, sea cual sea el extraño juego que él estaba dispuesto a comenzar yo formaría parte de él—. Creo que las armas y yo podríamos ser buenas amigas después de todo ¿tú que crees?

Algo en mi comienza a crecer, una nueva yo estaba a punto de resurgir con más fuerza que nunca; porque si era una pieza de este tablero aprendería a moverme como tal, con estrategia y confianza.

Con los ojos vendadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora