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Narrador omnipresente.

Jungkook y Hoseok yacían sobre la hierba del jardín mirando a la nada; pensando quien sabe si en el mañana o en el ayer cuando aún Yoongi permanecía vivo. Ninguno hablaba, solo se detenían a escuchar el silencio que inundaba su alrededor. 

Las personas que anteriormente se encontraban llorando en el jardín, dando sus más sinceras condolencias habían comenzado a adentrarse en la casa, trasladando el encuentro al gran salón donde Jin había comenzado a repartir algo de comer a los invitados.

El ambiente estaba cambiando poco a poco y de un momento triste pasó a ser un encuentro formal y agradable en medio del salón donde el señor Kim se encontraba platicando con sus allegados, familiares y amigos. Todo ocurría como si nada, ninguno de los invitados se había retirado del lugar tras el encuentro para deleitarse con los manjares que se les estaban propiciando.

—No puedo creer que esté haciendo esto —comentó Jungkook rompiendo el silencio—. Se supone que sería algo pequeño, rápido y para nada pretencioso. —No le cabía en la cabeza en que momento el padre cambió tantas cosas y tomó la decisión de extender el encuentro.

Cualquiera que presenciara aquello pensaría que es una reunión de empresarios o funcionarios completamente trajeados de negro manteniendo conversaciones entre sí con copas de vino en sus manos mientras algunas de las chicas de la casa les servían y alcanzaban en bandejas algunos de los platillos.

—¿Estabas al tanto de esto? —preguntó directamente a su hermano quien seguía sin decir nada.

—Sí, aunque al igual que tú me encuentro en contra de todo  —contestó—. Lo considero en parte una falta de respeto hacia nuestro hermano.

—¿Y por qué no le dijiste nada? ¿Por qué no impediste que lo organizara?

—Jungkook, nuestro padre es lo suficientemente grande como para saber lo que debe hacer o no; aunque considere que esto que está haciendo no es correcto no iré a confrontarlo.

—¿Cómo puedes ser así? ¿Cómo puedes quedarte callado? No entiendo por qué ninguno de ustedes es capaz de hacerle frente, ¿tanto miedo le tienen? —preguntó verdaderamente indignado y confundido.

—Yo no le tengo miedo a nada —respondió con un poco de picardía buscando romper con el ambiente de tensión que estaba creando su hermano.

—Serás farsante, pero si no puedes escuchar croar una rana porque te cagas del miedo —se burló de su hermano quien apretó los dientes y con cara de póker se puso de pie— Eeeh, no te enojes fuiste tú el que dijo que no le tenías miedo a nada.

—Y lo mantengo, lo que toda regla tiene su excepción y la rana es la mía —justo cuando terminó de hablar el croar de una rana se hizo notorio entre los arbustos—. Jungkook no me hace gracia —reaccionó con ligero enfado volteándose para observar mejor a su hermano menor quien ya se encontraba levantado del suelo junto a él.

—No fui yo, así que casi mejor entramos a la casa que las ranas han comenzado a cantar y la noche está refrescando —propuso comenzando a avanzar en dirección a la puerta.

—Lo siento Jungkook, no pienso ser un payaso más en ese circo, se está haciendo tarde y creo conveniente ya ir regresando a mi departamento.

—Por favor, no me dejes solo aquí —le pidió a su hermano con tristeza en sus ojos.

—No estás solo —dijo depositando su mano sobre su hombro—. Tienes a Young Mi, así que por qué en lugar de quedarte entre ese mar de desvergonzados no subes a hacerle compañía en la tranquilidad de su habitación.

Con los ojos vendadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora