Con los ojos vendados

10

¿Por qué Jungkook me estaba sacando de esta forma del cuarto? ¿A qué viene esa repentina acción? ¡¿Acaso no podré descansar en paz?!

Mientras yo me esforzaba en buscar una respuesta a todo eso; Jungkook me tomó de los hombros y me sacó de la habitación mediante bruscos movimientos.

—¡Jungkook! —exclamo con enojo una vez este cerró la puerta del cuarto mediante un portazo que de no ser por separarme me hubiera dejado toda la cara colorada— ¡Jungkook abre la puerta! ¡¿Qué rayos te pasa?! —grito mientras golpeo con todas mis fuerzas la puerta haciendo que duelan mis manos— ¿Qué clase de petición es esta?

No paré de golpear la puerta con mis puños gritando su nombre a todo pulmón. No consigo comprender ¿qué tipo de petición extraña era esa? ¡Sacarme de mi habitación! ¡¿Por qué?! Eso no tiene ningún sentido.

—Lo que fácil viene, fácil se va —dijo una voz femenina detrás de mí— La que fácil entró, fácil salió —dijo estallando en una estrepitosa carcajada que inundó todo el pasillo.

Indignada me volteé para encararla, percatándome de que era la misma chica que se metió conmigo cuando tan solo era una recién llegada. Tan puta y tan ridícula; no entiendo cómo su  más mera existencia puede hacer que me hierba la sangre.

—Y bien ¿dejaste tu profesión de puta para volverte periodista? —pregunté con acides cruzándome de brazos— ¡¿Está bueno el chisme o qué?!

—Pero ¡¿quién rayos te crees que eres para hablarme así…?!  —chilló con enojo, pero la interrumpí antes de que pudiera continuar gritando.

—¿Quién mierda te crees tú para meterte en mi jodida vida? ¿Acaso la tuya no es lo suficientemente asquerosa y repulsiva? —le grité con todo el veneno que era capaz de expulsar de mis labios— ¿Por qué mejor no vas a lamerle el culo un rato a tu dueño y dejas el mío tranquilo?

—¡¿Me estas llamando perra?! —chilló con indignación.

—Eso te lo has dicho tu sola —contesta una voz masculina a mis espaldas— Así que mejor ¿por qué no le haces caso a Young Mi y te vas a coger con alguno de mis hermanos en lugar de andarte metiendo donde no te llaman?

Su intervención me toma por sorpresa y tan solo lo observo con la boca entreabierta. Creí que se había quedado encerrado en el cuarto ¿Por cuánto tiempo estuvo detrás de mí?

—¡¿Qué no escuchas?! ¡Andando!  —le exige que se marche gesticulando con sus manos.

—¿Qué estás haciendo? —decido preguntar una vez la chica desapareció en el interior de una de las puertas del pasillo— Yo puedo defenderme sola.

—No te equivoques; no estoy aquí para defenderte —me informa con su voz grabe mientras ocultaba sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—¿Por qué saliste del cuarto entonces? —interrogo con curiosidad— ¿Piensas devolvérmelo? —pregunto con un poco de duda; pero él tan solo se comienza a reír.

—No me hagas reír —consige decir entre carcajadas—. Salí porque creí escucharte cuestionar mi decisión de sacarte del cuarto —me informa y tan solo me quedo en silencio sin saber que contestar a eso— ¿Acaso crees que estoy malgastando mi petición?

—No, claro que no —contesté con rapidez algo asustada.

—Pues mira que a mí me pareció que estabas cuestionándome; quizás te pareció muy poco lo que te pedí.

—¡¿Qué?! ¡No!

—Ya es tarde, debiste quedarte en silencio al comienzo —dijo tomándome del brazo haciéndome caminar— Ahora tendrás que hacer lo que yo te diga.