Lo siento.

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Me despertó una mujer, muy apurada.

-hola pequeña, tranquila.

La miré desde el suelo sin saber bien que decirla. Ni qué hacía ahí. Al verme desconcertada la mujer concretó:

-te has desmayado, pero tranquila. Ya vienen a por ti.

Me levanté de golpe.

-¿Qué vienen a por mí? ¿has llamado a mi madre?- Dije casi enfadada.

-no, no,- dijo la mujer intentando calmarme.- Tu móvil estaba sonando y yo lo cogí. Dijo que era tu amiga.

Sería Cele, pensé.

-oh, gracias,- dije a la mujer,- lo siento, estoy un poco confundida.

Noté como se me caía algo a la pierna, un pañuelo blanco y rojo. Y el aire me dejo frío un lado de la frente.
¿pero de dónde ha salido esto?

Entonces me toqué la frente, y me manché la mano de sangre.
Genial.

De pronto alguien se tiró encima mía. Me asusté y me intenté zafar, imaginando que sería Víctor, o lo que sea con la forma humana que me había encontrado antes.

Entonces Cele se apartó de mí asustada.

-lo siento,- dijo sorbiendo por la nariz,- ¿te he hecho daño?

Yo ladeé la cabeza en un gesto que la hizo sonreír, arrugando la nariz yel labio; y soltando el sonido que equivalía a un pregunta "ummh".

-no,- dije, tocándome la frente de nuevo, y sacudiendo la cabeza- estoy bien. Ni siquiera me duele.- la dije sonriendo para que se tranquilizara.

-a ti nunca te duele nada.- dijo muy seria.

Entonces me abrazó y se echó a llorar.

Yo intenté calmarla pero parece que nada funcionó. Hasta que se cansó ella misma de llorar.

-¿quieres que llame a una ambulancia?,- me preguntó la anciana.

-no, no, gracias,- dije yo sacudiendo las manos y negando con la cabeza, mientras sonreía.

Cele llamó a Raúl, y los tres nos fuimos al hospital que quedaba a las afueras. Cele insistió en sentarse atrás conmigo pero yo prefería ir sola.

Ellos dos se lanzaban miradas desde adelante y me miraban por los espejos. De vez en cuando susurraban algo que no podía, ni quería, entender.

Esa anciana no había reaccionado como si hubiera visto a alguien con ojos negros y andando como... si fuera inhumano. Ni siquiera como un animal.

Ni siquiera parecía haber visto a alguien encima mía. Tan sólo a mí, desmayada.

Antes de que me diera cuenta había llegado al hospital. Me bajé, y esperamos en una sala no muy grande, aunque no tardaron mucho en llamarme cuando vieron el pañuelo y la sangre.

Apenas me dieron cuatro puntos.

Volví a la sala de espera mientras buscaba a Cele y a Raúl con la mirada.

Entonces vi a alguien vigilarme desde fuera. Me quedé mirando.

-¿Cómo estás?,- me preguntó alguien. Supuse que por la voz masculina, Raúl.

-bien,- contesté.

La mano me indicó que fuera hacia la calle, después de saludarme. Entonces, cuando estaba a medio camino de la puerta, una mujer se adelantó a mí y se tiró a los brazos del hombre.

Mi amigo imaginario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora