No te vayas.

248 20 12
                                    

Miré mis manos negras y me pregunté a qué lugar había ido aquel niño. Me pregunté si era el mismo lugar al que fue el alma de Michelle.

Me fui a la ducha y cuando volví me quedé en la puerta escuchando como alguien utilizaba la cocina abajo.

-es Lena,- me dijo Hugo sin retirar la vista de la puerta nueva que estaba sustituyendo por la mía hecha pedazos.

Recé porque mamá se entretuviera con sus amigas haciendo la compra y tardara mucho en venir.

-¿de qué querías hablar antes?- le pregunté, sentándome en la cama.

Me miró de reojo y se sentó en la silla del escritorio.

-¿vas a dejarme terminar antes de bombardearme a preguntas?- me dijo.

-lo intentaré,- dije sonriendo.

Él también sonrió. Pero no era una sonrisa cómoda, aquella situación no era cómoda, y eso me dolía. Habíamos pasado de estar ambos a gusto a cinco centímetros de distancia y ahora tener delante un metro parecía asfixiante.

Él suspiró.

-ni siquiera sé por dónde empezar,- dijo.

-puedes empezar por: por qué te marchaste,- le dije yo.

Sus hombros se tensaron pero no me miró a los ojos.

Me fije en sus fuertes hombros y en su pelo en la parte más baja de su cabeza, se lo había cortado hace poco. El pelo más largo le caía formando una especie de casco sobre su cabeza. Le quedaba realmente bien.

-ya sabes por qué me fui,- me contestó.

-sí, se por qué te fuiste, pero no sé por qué no has vuelto, está claro que ya no crees que intenté matarte,- le dije.

-¿y cómo has llegado a esa conclusión?- me preguntó.

-porque me acabas de defender hace cinco minutos. Además, si crees que he intentado matarte una vez, ¿por qué no te has deshecho de mí? Podría volver a intentarlo,- le dije.

Él sonrió ante lo absurdo de aquella cuestión.

-no quiero creer que hayas intentado matarme, pero eso no quiere decir que lo no lo hayas hecho,- me dijo, mirándome a los ojos,- que no queramos creer algo no significa que esa cosa no sea cierta.

-¿y por qué no quieres creerlo?- le pregunté.

-porque duele menos engañarme,- me dijo mirándome a los ojos,- me dolió pensar que me traicionaste.

Una espina se clavó en mi corazón ante aquella mirada.

-yo no te he traicionado,- le dije.

-ahora lo sé,- me dijo,- pero eso no cambia el hecho de que las cosas sean difíciles.

-¿difíciles?- dije yo,- no te entiendo.

Se masajeó con una mano los ojos. Parecía realmente cansado, me pregunté cuanto tiempo había estado sin dormir.

-si no me llevaste tú al otro lado, sólo queda una opción viable,- me dijo, bajando la voz,- no sé cuál de las dos me gusta menos.

-pues cuéntamela,- le dije.

-cruzaste al otro lado por mi culpa, porque hay algo que cuando estás conmigo, te permite pasar al otro lado,-me dijo.

-¿qué? Eso no es cierto,- dije yo.

Recordé el día que ocurrió lo de Michelle. Hugo no estaba, estaba segura de que él no se encontraba allí en aquel momento.

-claro que lo es,- dijo él,- y es por mi culpa, y ellos vienen a por ti por mi culpa también. No sólo Dominic, llegarán más.

Mi amigo imaginario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora