No te duermas.

211 25 3
                                    

Cuando me desperté miré al techo y una pequeña sonrisa amenazó con asomar en mi rostro. Hugo y yo nos habíamos besado. Y había sido el mejor beso de mi vida.

Pero esta pronto desapareció, una extraña sensación me invadió al mirar el reloj y ver que eran las nueve de la mañana, pero mi habitación no estaba llena de luz. Me pregunté si el reloj necesitaría pilas nuevas, pero yo sabía que la respuesta era mucho más compleja que eso, lo confirmé cuando me di cuenta que las agujas del reloj iban en sentido contrario al normal.

Me levanté de la cama y miré alrededor. El agua cubría el suelo y al pisar, mis pies se hundían en él y me producía un cosquilleo como si pequeños pececitos estuvieran nadando a mi alrededor.

Abrí la puerta de mi habitación y salí al comedor, se escuchaba como la madera crujía, como si tuviera que estar soportando un gran peso, me parecía que toda la casa temblaba. Al apoyarme en la pared me asusté y retiré la mano de golpe. La pared estaba congelada aunque no lo pareciese. Era como si una especie de electricidad hubiese pasado de la pared a mi mano.

Escuché el susurro de alguien en la parte de abajo del salón, así que bajé.

Iba bajando las escaleras poco a poco. Un hilo blanco de humo salió de mi boca, pero yo no sentía frío. En realidad, un suave cosquilleo recorría cada punta de mi cuerpo y me hacía perder mucha sensibilidad. Escuché un sonido arriba y miré corriendo, pero no vi nada. Tampoco sentía esa intranquilidad y ese temblor dentro como cuando estaba al otro lado y mi existencia estaba amenazada por una sombra, un alma perdida y putrefacta.

Cuando llegué al final de las escaleras volví de nuevo la vista hacia arriba, pero allí no había nada, todo estaba en una tranquilidad absoluta. Me pregunté si estaba en el otro lado, pero supuse que no, porque no parecía aquel sitio. Sentía que no lo era.

Me sentía tranquila y en paz, yo ya había estado en este lugar antes, pero no recordaba cuando, una de las veces en las que había sufrido supuestamente una transformación, recordaba haber estado muy en paz en un sitio parecido a este. ¿Sería o contrario al otro lado?

Cuando giré me quedé paralizada, allí estaba un chico que conocía muy bien, un escalofrío me recorrió el cuerpo.

Hugo estaba frente a mí con un cuchillo en la mano, y de este, goteaba un líquido espeso y rojo, que no me costó adivinar. Además, el olor a hierro me inundó las fosas nasales tan rápido que no quedó lugar a dudas. Estaba de espalda a mí y me puse enfrente suya tan pronto con tuve oportunidad, asustada de que le hubiera pasado algo.

¿Qué hacía Hugo aquí?

Tenía los ojos cerrados y la sangre salpicaba toda su ropa. Me daba tocarle por si su contacto desaparecía, pero quería ver si estaba vivo, si esa parte de Hugo estaba allí conmigo. Primero probé a hablarle.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté.

Pero no obtuve respuesta, Hugo ni siquiera se inmutó. Un escalofrío amenazó con hacerme temblar. Si no fuera porque estaba de pié, creería que estaba muerto. Su cara era neutra aunque parecía expresar tranquilidad. Me daba miedo despertarle. ¿Y si este no era Hugo y despertaba a otra cosa? ¿Y si le pasaba algo a Hugo?

Pero tenía tanto miedo de que le pasara algo y no haberle ayudado. Quizás estaba allí porque él me había llamado.

Toqué su brazo suavemente y su piel se erizó bajo mi contacto. Miré su brazo y le di la mano con la que no tenía sujeto el cuchillo. La sangre me manchó pero no me importó. Cuando volví la vista hacia arriba me asusté, Hugo me estaba mirando con unos ojos negros y profundos. Eran absolutamente negros. Como cuando veía que la gente iba a morir.

Mi amigo imaginario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora