Capítulo 2

384 61 20
                                    

Once años antes...

Hanseong, agosto de 1882

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hanseong, agosto de 1882


Con sus dieciocho años, Doh KyungSoo sentía un placer malicioso. Esperaba no ser demasiado obvio, pero tampoco es que le importara realmente. ¿Qué podían decir las mujeres y donceles enjoyados del salón de lady Seo? ¿Qué carecía de modestia? ¿Qué era arrogante y poco refinado? ¿Qué apestaba a Jeones fundidos?

Al principio de su temporada en Hanseong, habían pronosticado que sería un absoluto desastre, un chico sin clase, sin modales, sin la más mínima idea. Pero, quién iba a decirlo, solo dos meses después ya estaba comprometido... con un Gukgong, joven y apuesto, además. «Su excelencia el Gukgong de Gyeongsang.» Le gustaba como sonaba. Le gustaba enormemente.

Los mismos que se habían burlado de él se vieron obligados a acercársele y felicitarlo. Sí, ya se había fijado el día de la boda; en enero, justo después de su cumpleaños. Y sí, gracias, ya había tenido la primera reunión para decidir el traje ceremonial para la boda. Había elegido un  hanbok de satén rojo, con bordados en oro.

Seguro en la posición a la que pronto se vería ensalzado, KyungSoo se acomodó mejor en su butaca y abrió el abanico mientras otros debutantes, sin prometido, se preparaban para entretener a las señoras con sus habilidades musicales, ya que todo el mundo sabía que a lord Seo le gustaba prolongar la sobremesa con los caballeros, reteniéndolos a veces durante más de tres horas con sus licores y cigarros.

KyungSoo dirigió su atención a cosas más importantes. ¿Debería hacer algo fantástico con el pastel, pedir que le dieran la forma del Taj Mahal o del palacio del Dux? ¿No? Entonces haría que dieran formas originales a las diferentes capas. ¿Hexágonos? Excelente. Un pastel hexagonal cubierto con un brillante glaseado real, con guirnaldas de...

La música. Levantó la mirada, sorprendido. Por lo general, las intérpretes iban de aceptables a execrables. Pero la exquisita joven de piel marfileña sentada en la banqueta tenía tanta maestría como los músicos profesionales que la madre de KyungSoo contrataba a veces. Sus dedos se deslizaban por las teclas del piano como golondrinas por encima de un estanque en verano. Unas notas cristalinas, suntuosas, acariciaban los oídos del mismo modo que un buen plato de crème brûlée acaricia el paladar.

Im Yoon-Ah. Así se llamaba. Se la habían presentado justo antes de la cena. Era nueva en Hanseong, procedía de un pequeño distrito de Joseon. Era hija de un Hyeonbaek, y Hyeonbaek por derecho propio, pero era uno de esos títulos del extinto reino de Goryeo que pasan a todos los descendientes, así que no significaba mucho.

La actuación terminó y, unos minutos después, KyungSoo se quedó sorprendido al ver que la señorita Im Yoon-Ah estaba a su lado.

—Mi enhorabuena por su compromiso, joven Doh. —La señorita Im Yoon-Ah hablaba con un acento suave y agradable. Olía a esencia de rosas con un toque de pachulí.

𝑷𝒂𝒄𝒕𝒂 𝑷𝒓𝒊𝒗𝒂𝒕𝒆 [ChanSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora