23 de mayo de 1893
No lo había hecho demasiado mal, considerando el demoníaco camisón que él llevaba. El golpe de deseo había sido explosivo, el golpe de rabia, casi inexistente.
«Debo de estar ablandándome con la edad», se dijo. Recordaba la cólera justificada que lo abrasaba cuando KyungSoo irrumpía en su pequeño piso de París, y luego dejaba caer su larga capa para revelar unas prendas mínimas y provocativas que habrían hecho que el marqués de Sade dejara caer el látigo, estupefacto.
El ultraje. El que él creyera que Chanyeol iba a permitir que su pene controlara su mente, que si conseguía llevárselo a la cama todo quedaría perdonado, era para él un insulto.
Había disfrutado, con una alegría sombría, empujándolo físicamente al rellano y cerrándole la puerta en las narices. Pero ese disfrute depravado nunca duraba mucho tiempo. Por encima de los fuertes latidos de su corazón y su entrecortada respiración, se esforzaba por oír cada uno de los pasos solitarios y resonantes que KyungSoo daba al descender la escalera.
Cuando Kyunggie salía a la calle, él ya estaba junto a la ventana de su minúscula y oscura salle de séjour. Él miraba hacia arriba, con un rostro lleno de rabia adolescente y desconcertado dolor, su persona encogida y pequeña a la luz de las farolas. Y siempre algo dentro de Chanyeol se rompía.
La noche que contrató a mademoiselle Flandin fue la peor. ¿Qué le dijo a KyungSoo justo antes de cerrarle la puerta en la cara? «No te ofrezcas tan barato si quieres conseguirme. Vete a casa. Si quiero algo de ti, ya sé dónde encontrarte.»
Entonces corrió a la ventana para verlo salir, pero tuvo que esperar más de una hora, con la ira degenerando en una ansiedad corrosiva. Sin embargo, su orgullo le impidió ceder, salir a buscarlo y asegurarse de que no se había caído por la escalera. Al final, él apareció en la acera, con la cabeza gacha, los hombros encorvados, y como un maltrecho prostituto. No levantó la vista hacia su ventana mientras se alejaba, KyungSoo y su sombra cada vez más alargada.
Tres días después se enteró de que había hecho las maletas y había vuelto a Joseon. Con qué facilidad renunciaba. Se emborrachó por primera vez en su vida, una experiencia espantosa, que no repetiría hasta dos años después, el día en que supo que KyungSoo había tenido un aborto unas semanas después de su boda.
Volvió a mirar la hora. Catorce horas y cincuenta y cinco minutos antes de poder tenerlo de nuevo.
Alguien lo llamó por su título. Miró alrededor y vio a una mujer que lo saludaba desde lo alto de un carruaje que conducía ella misma. Llevaba un hanbok de color azul y una capa a conjunto sobre su pelo castaño oscuro. Lady Byun. Alzó la mano y devolvió el saludo.
Se dieron una reverencia cuando él condujo su caballo hasta ponerlo al trote junto al carruaje.
—Se levanta muy temprano, Hyeonhu de Pusan —dijo lady Byun.
—Prefiero el parque cuando todavía tiene la niebla de la mañana en las ramas. ¿Lord Byun está bien?
—Ha estado muy bien desde la última vez que lo vio usted ayer por la tarde. —Unos toques de malicia aderezaban su respuesta. Parecía que lord Byun no se había casado con una belleza de cabeza hueca. Supuso que era lo mejor que Baekhyun había conseguido después de KyungSoo—. ¿Y Sir Park?
—Tan saludable, en contra de la moda, como siempre, por lo que pude observar anoche. —Dejó pasar un momento, durante el cual lady Byun lo miró sorprendida, antes de añadir—: Durante la cena.
—¿Aprovechó también la oportunidad para observar las estrellas anoche? El cielo estaba cuajado de ellas.
Le costó un segundo recordar la irreflexiva afirmación de que era todo un astrónomo aficionado que había hecho la noche en que le presentaron a los Byun.
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𝑷𝒂𝒄𝒕𝒂 𝑷𝒓𝒊𝒗𝒂𝒕𝒆 [ChanSoo]
Fanfiction𝐸𝑛 𝑙𝑎 𝐶𝑜𝑟𝑒𝑎 𝑑𝑒 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑠𝑖𝑔𝑙𝑜 𝑋𝐼𝑋, 𝐿𝑜𝑟𝑑 𝑦 𝑆𝑖𝑟 𝑃𝑎𝑟𝑘 𝑒𝑛𝑐𝑎𝑟𝑛𝑎𝑛 𝑢𝑛 𝑚𝑎𝑡𝑟𝑖𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜 "𝑝𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜", 𝑏𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜 𝑦 𝑙𝑎 𝑙𝑖𝑏𝑒𝑟𝑡𝑎𝑑, 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟�...