Capítulo 19

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31 de mayo de 1893

Como puede ver, señor, tenemos vehículos excepcionales para satisfacer cualquiera de sus necesidades —dijo el nervudo propietario de «Carruajes y palanquines Nam, venta y alquiler».

—Es cierto —respondió Chanyeol—. Una mercancía excelente. Estaré fuera de la ciudad un par de días. Cuando vuelva, me decidiré por uno en particular.

—Muy bien, señor —contestó Kim—. Concédanos el honor de llevarlo a casa en uno de nuestros mejores vehículos.

Chanyeol sonrió. Normalmente él también ofrecía salidas en yate, y algunos invitados que nunca habían considerado seriamente la posibilidad de ser dueños de un velero acababan encargándole uno antes de desembarcar. Por lo tanto, apreció la visión del negocio del señor Kim.

—Será un placer.

—Acompáñeme, por favor.

Un suntuoso carruaje en negro y oro estaba ya enganchado a un tiro de cuatro y listo para ponerse en marcha cuando ellos salieron, al patio.

—Ah, veo que Sir Toben está aquí hoy —dijo Kim, con un placer evidente.

—¿Cómo dice? —preguntó Chanyeol, seguro de haber oído mal el nombre. ¿Sir Toben? No pudo evitar imaginarse a un cachorrito con una correa de oro y un collar incrustado de piedras preciosas.

—¿Me disculpará un momento, señor Park? —pidió Nam.

Se apresuró para ir a saludar al doncel que estaba a punto de subir al carruaje. Usaba un hanbok demasiado formal para usarlo un día común en Joseon, a no ser que haya una boda o un acto oficial. En lo alto del sangtu un donggot hecho de oro que se vislumbraba a través del gat, la tradicional vincha adornada con dos gwanja y una gatkkeun que denotaba el estatus del doncel.

Sir Toben tenía el aspecto exacto que se esperaría de un Sir Toben humano. Chanyeol pensó, irónico, que tendría que preguntar a KyungSoo por qué él, uno de los donceles más ricos de Joseon, raramente se vestía de acuerdo a su posición. Eso sería la próxima vez que lo viera, claro. A la mañana siguiente de su último apareamiento, la noche del baile en casa de los Kim, le envió una nota lacónica, informándole de que no estaría disponible a fines de procreación durante los próximos siete días. Y no lo había visto desde entonces.

Hoy era el octavo día.

Nam se deshacía en atenciones con el tal Sir Toben. Atenciones que él recibía con una altiva condescendencia que al señor Nam, evidentemente, le encantaba. Al final, lo ayudó a subir al carruaje abierto, se inclinó y volvió con Chanyeol.

—Por lo general, no me gustan mucho los donceles cortesanos —dijo Nam—. Pero ese tiene algo. Magnífico, ¿verdad?

El magnífico doncel cogió el perrito faldero que tenía en el lado opuesto de donde estaba Chanyeol y se lo acercó a la cara.

—Magnífico de verdad —afirmó Chanyeol, que había reconocido al perrito portugués de agua.

KyungSoo. ¿Qué estaba haciendo alquilando un carruaje en la empresa de Nam? ¿No tenía suficientes carruajes y palanquines propios? ¿Y por qué, de repente, iba vestido como el concubino de un rey?

—Pensándolo bien —le dijo a Nam—, he decidido que lo único que necesito esta mañana es una carreta.

El carruaje alquilado de KyungSoo se dirigió hacia el este, cruzó el puente de Hanseong y entró al centro de la ciudad. Había tiendas a ambos lados de las calles. Los vendedores ambulantes daban vueltas por la acera. Hombres anunciando, vigilando cansados a los gamberros que les ponían la zancadilla y los hacían caer por pura diversión, hacían publicidad de todo, desde tabaco a píldoras.

𝑷𝒂𝒄𝒕𝒂 𝑷𝒓𝒊𝒗𝒂𝒕𝒆 [ChanSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora