Capítulo 5

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9 de mayo de 1893

—¡KyungSoo! —exclamó Sehun.

KyungSoo. Solo habían pasado veinticuatro horas desde la última vez que oyó su nombre en boca de Sehun. Le encantaba el sonido de las sílabas aspiradas, le encantaba la ligera vacilación de su voz que siempre acompañaba su pronunciación, como si no pudiera creerse que le permitiese dirigirse a él con tanta intimidad.

Pero ahora en lo único que podía pensar era en que él no lo llamaba Kyunggie. Ni siquiera sabía que era Kyunggie. Ningún otro hombre en la tierra pensaba en él como Kyunggie.

Solo Chanyeol.

—¿Estás bien, amor mío?

Sonrió al hombre que adoraba. Con su piel clara, sus mejillas sonrosadas y sus ojos serios, Sehun se parecía un Muchacho Azul ya crecido. Tenía un rostro maravilloso, con una piel de porcelana y una naturaleza amable y modesta tan dulce como el sol de mayo... todo lo que un hombre joven debería ser.

—Estoy perfectamente, cariño, estoy perfectamente.

Se acercó a KyungSoo para cogerle las manos, pero se detuvo antes de alcanzarlo, con una preocupación en sus ojos que le partió el corazón.

—¿Podemos estar seguros de que lord Park se ha ido realmente? ¿Y si es una trampa y vuelve para espiarte? Si quiere, puede hacerte la vida insoportable.

¿Cómo podía empezar siquiera a explicarle que Chanyeol ya disponía de todo un arsenal de instrumentos para hacer que las cosas fueran insoportables; que tenía todo su futuro a merced de él?

—Park ha sido muy cortés —dijo—. No es de esos a los que les dan berrinches.

—No puedo creerme que ya se haya ido de la ciudad —afirmó Sehun—. Si llegó ayer mismo por la tarde.

—No hay nada que lo retenga aquí, ¿verdad? —replicó KyungSoo.

Estaban en el salón, donde solían tomar el té juntos, una habitación decorada en tonos lavanda: la tapicería de brocado amatista y el servicio de té blanco con el borde de wisterias. En su juventud, había despreciado todos los colores salvo los primarios, pero ahora apreciaba un segmento más amplio del espectro.

Y lo mismo sucedía con Sehun. A los dieciocho años —o quizá incluso a los veintitrés— se habría mofado de un hombre tan tímido y con tan poco mundo. Lo habría visto como una molestia, una carga. Pero KyungSoo había cambiado. Lo único que veía cuando miraba a Sehun era la gran bondad de su corazón,

—¿Adonde ha ido? —preguntó Sehun, preocupado—. ¿Cuándo volverá?

—No ha traído sirviente, así que nadie puede decirnos nada. Ni siquiera sabría que se ha marchado si Seunghwan no lo hubiera oído, por casualidad, diciéndole a los criados que lo llevaran al puerto.

Estaba furioso porque él hubiera usado libremente su casa y a su personal sin informarle de sus movimientos... la mínima cortesía que era de esperar. También estaba profundamente aliviado por el pequeño respiro que le daba su ausencia.

La manera en que lo había devorado con los ojos esa mañana —su torso, que parecía esculpido por las manos de los propios dioses, terso, esbelto, ágil, con brazos largos, bellamente nervudos como los de un marino veterano—, ¿Podía haber hecho algo más humillante, salvo dejar caer el pañuelo y desplomarse en el suelo, sin sentido?

Sehun y él se sentaron, uno al lado del otro.

—Dime qué quería —pidió Sehun—. Debe de querer algo.

𝑷𝒂𝒄𝒕𝒂 𝑷𝒓𝒊𝒗𝒂𝒕𝒆 [ChanSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora