La fiesta II

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Mi mejor amiga está parada en una mesa haciendo movimientos que no dejan nada a la imaginación.

Esa perra.

Justo cuando pienso que ya terminó su espectáculo, noto que está tomando el borde de su vestido y lo está levantando lentamente. Los gritos, que ya habían cesado, vuelven con mucha más intensidad. No puedo dejarla hacer eso. Me apresuro a la mesa y antes de que pueda hacer algo, Ella pierde el equilibrio y cae, pero no toca el suelo. Corro el pequeño espacio que me faltaba para llegar a ella y la veo en brazos de Elliot. Qué alivio.

—Muchas gracias, Elliot.

—Creo que es hora de que se vaya a casa— me dice con un tono preocupado.

—Sí, de hecho a eso venía cuando la encontré casi haciendo un striptease.

Yo estaba pasando cuando empezó a bailar y no quería que se cayera o se hiciera daño— suspira.

—Estabas en el momento justo y en el lugar indicado— le guiño un ojo. ¿Qué? No puedo maltratarlo si trae tan loca a Trix.— Me encantaría que me ayudaras a llevarla al carro, estamos a unos 15 minutos y ya tengo otro borracho que transportar.

—¿y tú cómo estás? ¿No quieres que los lleve a todos?— suena preocupado.

—No pasa nada, no he bebido una gota de alcohol. Te lo puedo demostrar— camino en línea recta y toco mi nariz con mis dos índices.

Sonríe— está bien, pero puedo ayudarte con alguno de los dos borrachos.

—¿No es esta tu casa?

—Pues sí, pero tengo algunos ayudantes que pueden encargarse de la gente en mi ausencia.

—Está bien por mi entonces— bastardo rico.

Nos dirigimos a mi carro, acostamos a los dos borrachos en la parte de atrás y Elliot se sienta en el puesto del copiloto. El viaje es silencioso pero no incómodo.

¿A dónde nos llevo? No puedo llegar a mi casa con estos dos, mi mamá nos cortaría la cabeza a los tres y estoy casi segura de que a los padres de Max y a su hermana no les gustará verlo en este estado. Decido ir a casa de Trix que siempre está sola.

Justo cuando estaciono frente su casa, el teléfono del idiota suena, sorprendiéndonos a los dos. Compartimos una mirada de pánico y tenemos una pequeña discusión de quién va a contestar el teléfono. Termino contestando yo.

—Hola, mamá de 4... Digo, mamá de Max— espero no haya escuchado eso.

—Oh hola, nena. Eres Lena ¿verdad?

—Sip, esa soy yo.

—Ya veo ¿está mi hijo cerca?— abro mucho mis ojos y Elliot lo nota, me pregunta qué pasa.

Le susurro que quiere hablar con Max y él me dice que le diga que está en el baño— su hijo está en el baño, señora.

—Oh, bueno. Solo quería saber a qué hora termina la fiesta y si se va a quedar aquí.

Comparto otra mirada de pánico con Elliot, por el silencio que nos rodea, él puede oír la conversación. 

—Él dijo que se quedaría conmigo y unos amigos esta noche ¿usted no estaba enterada?— finjo confusión.

—No, no estaba enterada, pero está bien. Que pasen linda noche y que Max se comunique conmigo, por favor.—suena bastante irritada.

—Igualemente. Hasta luego— cuelgo el teléfono y lo lanzo entre Trix y Max.

—Dios, demasiada adrenalina. Creo que sudé y todo—finjo secarme la frente. Elliot y yo compartimos una mirada y empezamos a reír a carcajadas. No es un tonto como yo pensaba, qué bueno.

¿Los bajamos del carro o los dejamos aquí a ver qué hacen?

—Por mucho que me gustaría dejarlos a su suerte aquí, no quiero que les pase nada. Vamos a subirlos.

Le indico a Elliot que las habitaciones están arriba y él toma a Trix en sus brazos con mucha facilidad, mientras yo estoy sufriendo con Max. Una persona tan flaca no debería pesar tanto.

Le quito la ropa sucia por el alcohol y la arrastrada y lo dejo en ropa interior, lo acuesto en la cama y lo observo un momento.

Quiero besarlo.

No, está borracho e inconsciente. Alejo esos pensamientos, cierro con cuidado la puerta y me dirijo al cuarto de Trix a socorrer a Elliot.

Asomo mi cabeza y me encuentro con que Elliot está vistiendo a Trix con tanto cuidado que parece estar manipulando una muñeca de porcelana. Está en buenas manos. La acuesta en su cama, la arropa y le da un beso en la frente.

Cuando se da la vuelta, me ve parada en medio del pasillo y se sorprende un poco.

—¿Monitoreándome?

—Sí, no dejo a esa perrita salir con cualquiera.

—Entonces eres como la madre: debes aprobar todos sus ligues.— sonríe de lado.

—Algo así, si— me río abiertamente y en voz baja.

Me dirijo a las escaleras y le hago una seña para que me acompañe.

—¿Quieres tomar algo antes de volver a esa jungla?

Se ríe—honestamente, sí. Me encantaría un café, si no es mucho problema.

Le doy una pequeña sonrisa— era lo único que te iba a ofrecer.

—Maravilloso entonces.

Pongo café en un filtro de papel nuevo y enciendo la máquina. Mientras el café se hace, nos sumimos en un silencio para nada incómodo. Cada uno con sus propios pensamientos.

Decido romper el silencio—¿sabes? Le gustas mucho. Espero no seas un maldito ni juegues con ella, porque ahí conocerás a mis dos mejores amigas: puño izquierdo y puño derecho.

Me da una mirada llena de ilusión—¿en serio le gusto? Qué increíble...— se queda en silencio un momento, como dudando de lo próximo que dirá.—a mi también me encanta, pero no sé cómo acercarme a ella.—baja un poco la cabeza.

—Ella es una chica muy buena y amante de las novelas románticas. Cualquier pequeño gesto será suficiente.—le digo honestamente.

—Ya pensaré qué voy a hacer. Gracias, Lena.

Le sirvo una taza de café y ambos las bebemos en total silencio. Salimos de la casa, nos montamos en el carro y volvemos al lugar de la fiesta. Me agradece por el viaje.

—Gracias a ti por la ayuda—comienza a caminar.

—Espera—lo detengo. Dudo un momento de mis palabras pero igual lo digo.—estás aprobado, eres un gran hombre— le guiño un ojo y él sonríe. Arranco y vuelvo a casa de Trix.

☆☆☆

Suspiro. Creo que amo a Elliot, es todo un caballero ¿qué dice el público?
Hoy es el último día del mes... No pasa nada en especial, solo quería manifestarlo JAJAJA
¡Los leo luego!

Todas las primeras veces de Max Gutiérrez ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora