La sala de espera

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Un grito desgarrador deja mi garganta. A medida que voy cayendo al suelo, unos brazos me toman antes de estar totalmente tirada.

Mi vista se nubla y rápidamente los sollozos salen de mi boca, lágrimas traicioneras caen por mi rostro y yo no hago nada para detenerlas.

Quiero ir a sostenerlo, abrazarlo, intentar hacer que despierte, pero no me dejan hacerlo. Una voz lejana me dice que empeoraré las cosas si lo muevo demasiado.

Lucho para que el dueño de los brazos me suelte, pero parece que, mientras más lo hago, más se afianza su agarre en mí.

No sé cuánto tiempo pasa, pero finalmente unos paramédicos bajan de una ambulancia y recogen con sumo cuidado a Max en una camilla. Cuando el transporte desaparece por la avenida, veo el espacio vacío cubierto por una pequeña mancha de sangre y los lentes agrietados de mi chico. Uno de mis hermanos los toma y me los entrega.

Los veo y pienso en el fabuloso chico que los traía puestos. No sé cómo está Max y mucho menos cómo estará en el futuro, pero el calor del momento no me deja pensar en nada bueno y eso le agrega más peso a mi preocupación.

Aún abrumada por mi entrono, logro encontrar mi voz —Vamos... Por favor vamos, no puedo... Dejarlo solo...— mi garganta duele un poco por el grito y los sollozos.

León me carga en sus brazos y me lleva hasta el carro, todos se suben rápidamente (incluyendo a Trix) y nos dirigimos a la clínica.

Una vez allí, la enfermera de siempre nos detiene en a entrada.

—¡Familia Sánchez, qué casualidad que vinieron! Tengo más noticias sobre la abuela y estaba a punto de llamarlos— Nos miramos sin saber qué hacer. Puedo notar la indecisión de todos: si buscar a Max, preguntar su estado y esperar o quedarnos a escuchar las noticias de la abuela.

Tras unos minutos, mi papá se me acerca — Sé que amas mucho a la abuela —hace una pausa —pero también sé que amas a Max, así que ve y ambos nos mantenemos al tanto.

Dicho eso, salgo corriendo por los pasillos de la clínica hasta llegar a la sala de espera del área de emergencia. Me acerco a la enfermera que está en la recepción y pregunto por Max.

—¿Eres familia del paciente?

—Mmm no.

—Lo siento, cariño. No te puedo dar información.— bajo mi cabeza, agradezco y me siento a esperar.

Mi teléfono suena en mi bolsillo, es mi papá —Hola, cariño. Dicen que tu abuela ha estado yendo y viniendo del estado de conciencia, pero creen que pronto despertará.

Sonrío y grito de alegría; luego me arrepiento porque las demás personas en la sala me miran mal.

—Eso es maravilloso, papá. Me alegra escuchar buenas noticias en estos momentos.

—Coincido, cariño ¿has sabido algo del chico?

—Aún nada, no me quieren decir porque no soy familiar.

—Lo siento, Lena. Espero puedas saber algo pronto. — ambos colgamos la llamada.

En ese momento, la familia Gutiérrez sale del área restringida y se sienta, se ven más preocupados que yo, y eso que ellos sí saben algo.

Tragándome mi orgullo, me acerco.

—Hola... Padres de Max— me quedo callada un segundo— y hermanita— le guiño un ojo.

Su mamá me observa con desagrado —¿Qué quieres, niña?

Inhalo hondo para no agarrar del cuello a esta señora— ¿Puedo conocer el estado de Max?

El señor interviene —Mmm no.

—No puedo creer esto. Estoy casi tan preocupada como ustedes ¿y son tan miserables como para no decirme cómo está? —me cruzo de brazos muy indignada.

—¿Disculpa? Si antes no planeábamos decirte, ahora menos, niñita berrinchuda y grosera.

—Realmente son increíbles, qué buen ejemplo son para su hija— y con la cabeza en alto, me dirijo a donde está mi familia.

Una semana más tarde...

Estoy sentada junto a la camilla de mi abuela. La felicidad no me cabe en el cuerpo porque ya la pasaron a una habitación normal y ya no pierde la conciencia. Le cuesta hablar (efectos secundarios del coma) pero eso no le quita ni un ápice de emoción a su estado.

—¿Cómo te sientes hoy, abuela?

—Más viva... Que nunca, mi niña.

—Me alegro, abuela— sonrío, pero luego recuerdo que aún no sé nada de Max y eso me baja el ánimo de forma abismal.

—¿Qué sucede... Lenny? ¿Es por... Ese muchacho...?

—¿Muchacho? ¿Escuchaste cuando él...?

—Por supuesto, Lena. Y me alegra... Que lo hayas traído —sonríe.

—No puede ser— sonrío y la abrazo con cuidado.

—Ahora... Vete de aquí y... Ve a saber el estado de tu... Novio— me suelta y hace un ademán con la mano.

—Está bien, espero poder saber algo.

Salgo corriendo a la sala de espera del área de cuidados intensivos y me encuentro a Lucy entrando al baño sola.

—Hola, pequeña —sonrío y siento algo de alivio cuando ella también lo hace, no la he visto en una semana y creo que la extraño.

—Hola, batichica — otra vez susurra la última palabra— ¿Qué haces aquí? ¿Viniste a visitar a Maxi?

Hago una mueca —Ojalá pudiera, no me dejan entrar porque no soy familia de él.

—Pero si eres su novia ¿eso no cuenta?

—Ojalá contara, pequeña. —bajo la cabeza.

—No te pongas así, no me gusta ver a nadie triste... ¡Tengo una idea!

Me cae muy bien, pero a veces olvido lo locos que son los niños —Cuéntame tu idea— me agacho hasta estar a su altura.

—Bueno, dijiste que solo la familia pero no las novias pueden entrar.

—Efectivamente.

—¿Y qué pasa si una novia entra con su hermana?

—Oye creo que... —me quedo en silencio analizando lo que dijo, realmente no es mala idea. —Creo que puede funcionar, pero le haremos un pequeño cambio a tu plan.

—¿Qué cambiarás?

—Bueno, en vez de ser la novia de Max, seré tu hermana— le guiño un ojo.

—Siii ¡Las mejores hermanas!— da pequeños saltos en su lugar.

—Maravilloso, pero no nos pueden ver tus padres ¿entendido?

Inclina su cabeza a un lado, claramente confundida —¿Por qué no?

—Porque estamos en una misión secreta y ahora tus padres y yo no somos mejores amigos.

—Está bien, hermanita— creo que intenta guiñar pero termina parpadeando.

Operación: "visitar a Max antes de que me de un colapso" inicia ya.

Sí, el nombre es largo, pero no importa.

☆☆☆

Se prendió esta shit, señoras y señores.

Me disculpan la grosería.

Buenas noches, people. Les dije que volvería y, en efecto, aquí estoy.

Finalmente la abuela Gutiérrez volvió (y apareció de verdad) a nuestras vidas ¿Quiénes ya la aman? 🙋‍♀️

¿Odiamos a los papás Gutiérrez? Por supuesto que sí. Menos mal que sus hijos son unos amores.

¡Los leo luego!

Todas las primeras veces de Max Gutiérrez ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora