Mirada juzgadora

4 1 0
                                    

Cada vez estamos más cerca del reto al conocimiento y estoy más emocionada de lo que admitiré en voz alta, hacer cosas diferentes siempre será una de mis actividades favoritas.

Acabamos de salir de la práctica y creo que me duelen las neuronas (si eso es posible), hemos estado resolviendo problemas de lógica y respondiendo más preguntas que nunca, ya que el evento es en dos semanas y los días previos no podremos hacer nada por los preparativos que haremos en el colegio.

Los tres arrastramos los pies a medida que nos acercamos a la salida, veo que no soy la única exhausta.

—Creo que me suda el cerebro de todo lo que hemos respondido— Trix soba su cabeza y se sienta en el suelo.

—Yo también estoy muerto, Trixie. Necesito vacaciones de 365 días.— los tres reímos y la acompañamos en el pavimento. De la nada, un pequeño carro negro se detiene frente a nosotros y ella se levanta de golpe, sonríe y se despide con la mano.

Yo, estupefacta, la detengo— Mujer ¿qué está pasando? —sonrío confundida.

—Es Elliot— su respuesta es suficiente para dejarla entrar al carro.

La ventana del copiloto baja completamente y el chico me saluda.

—Hola, Elliot. Cuídala muy bien y pórtense muy mal— guiño un ojo y él suelta una carcajada. Trixie está roja como un tomate y le pide que avance. —¡Usen protección!— grito mientras ella sube el vidrio y Elliot, aún riendo, se despide con la mano.

Vuelvo a sentarme junto a Max y tomo su mano. Él juega con ella, me ve y abre y cierra la boca varias veces.

—¿Ocurre algo?—inclino un poco mi cabeza.

—Sí... No. —inhala hondo—Verás, desde que mi mamá sabe que conocí a tu familia, prácticamente me ha rogado para conocerte, por lo que quería saber si estabas libre hoy en la noche para que vengas a comer. —inclina su cabeza y ve hacia sus zapatos.

Lo pienso un largo rato, nunca he conocido a los padres de alguno de mis ligues.

Porque ninguno ha llegado a tanto, estúpida.

Ay cállate, voz interna.

Suspiro —estoy libre, diles que me sirvan un lugar en su mesa— Max sonríe y se levanta.

—Será mejor que nos dirijamos a nuestras humildes moradas, querida Lena— extiende su mano y me ayuda a ponerme de pie.

Ay, Dios ¿En qué me he metido?

(...)

Llevo 5 minutos parada frente a la puerta de la casa de Max, cuestionando mi ropa, mi personalidad, todo. Soy una persona muy segura de sí misma, pero esto de conocer a la familia de tu pareja me pone bastante nerviosa.

Seco mis manos a los lados de mi pantalón y, tomando una pizca de valor, toco el timbre.

No espero mucho tiempo cuando una pequeña niña de largo cabello abre la puerta y me observa de pies a cabeza, con los ojos entrecerrados. Bueno, me siento juzgada. Su expresión cambia repentinamente a una sonrisa sin dientes.

—¡Te pareces a batichica! —toma mi mano y me jala dentro de la casa.

—Shh, no reveles mi identidad secreta—ella ríe y eso me calma un poco los nervios, es impresionante lo que un niño puede hacer solo siendo él mismo. —¿Cómo te llamas?

—Soy Lucy— suelta mi mano y comienza a jugar con unas muñecas en el sofá.

—Mi nombre de no-superheroína es Lena.

Todas las primeras veces de Max Gutiérrez ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora