No somos pareja

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Rompo el contacto de nuestras miradas y seco mis manos a los lados del pantalón que llevo puesto.

—Creo que me la llevaré— entro otra vez en el probador con unos nervios nada característicos de mi persona. Me cambio de ropa y ahora llevo puestos unos pantalones ajustados de cuero con una camisa manga-larga azul claro.

Salgo y le hago la misma pregunta anterior.

—E-estás... E-eres... Bellísima—Creo que ambos nos sorprendemos por la respuesta que acaba de dar. Sonrío y me sigo mirando en el espejo.

—Mmm creo que la camisa es algo grande, cambiaré la talla y me la volveré a probar. Ya vengo.

Huye, cobarde.

¿Qué intentas decirme, conciencia?

Paso de largo al probador y me cambio la camisa. Salgo y él me vuelve a dar su miradita.

—No me veas así.

—¿Así como?— parpadea varias veces y rasca su cabeza.

—Así, como si estuvieras a dieta y te ponen un tarro de Nutella enfrente.

—No sé de qué hablas.

—Claro que lo sabes— comienzo a caminar en su dirección.

—Solo te estaba viendo de forma normal.— Camina en mi dirección de forma amenazadora.

Como ambos nos estábamos moviendo, quedamos uno frente al otro muy rápido. Nos observamos fijamente un momento, la tensión palpable en el ambiente.

—Deja de mirarme así— desplazo mis ojos por todo su rostro y me detengo un microsegundo en sus labios.

—No te estoy mirando de ninguna forma

Estamos demasiado cerca, puedo sentir su respiración sobre mis labios. No puedo aguantarlo más y...

—A la mierda— coloco ambos puños sobre el cuello de su camisa y junto nuestros labios.

Estamos unos segundos sin movernos y él ladea su cabeza para adentrar directamente su lengua en mi boca. No es un beso dulce, es uno apasionado en el que compartimos muchas emociones. Suelto mi agarre y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, él nota mi cambio de posición y coloca sus manos en mi cintura. Movemos nuestros labios en una sincronía perfecta.

Al cabo de unos segundos, ambos tenemos la respiración agitada y nos separamos en busca de aire; él posa su frente en la mía y nos vemos directamente a los ojos. Sonrío, él también lo hace. Adoro esta atmósfera tierna que se acaba de crear entre nosotros.

—¿Necesitan ayuda en algo, chicos?— como por arte de magia, aparece una empleada de la tienda. Ambos nos sobresaltamos y nos separamos tan rápido que ella no se habría dado cuenta de lo que pasaba de no haber estado aquí ya.

—No, gracias— salgo corriendo al probador y me pongo el atuendo con el que vine. Le entrego la ropa que me llevaré a la mujer y ambos la seguimos a la caja en silencio.

Ella nos da una mirada curiosa mientras pasa las prendas —ustedes hacen una pareja muy linda, pero me temo que este no es el lugar para hacer esas cosas— nos ve apenada. El idiota y yo negamos con la cabeza mientras abrimos mucho nuestros ojos y empezamos a balbucear.

—Él y yo no...— empiezo.

—Sí, nosotros no somos...— continúa él.

—Pareja— terminamos al mismo tiempo.

Ella ríe y me pasa la bolsa con la ropa.

—¿Qué le parece tan gracioso?— me cruzo de brazos.

—Ay, chicos. Las personas que son solo amigas no actúan como ustedes dos.

4 ojos y yo, extrañados, salimos del lugar.

Nos montamos en el carro, pongo las manos en el volante y suspiro.

—¿Puedes manejar tú? Estoy algo cansada.

—¿Yo? Ehh... Yo no... —juega con sus manos en su regazo.

—No puedo creerlo ¿no sabes manejar?—lo veo incrédula— todos a esta edad ya saben manejar... Menos Trixie, pero ella es medio mutante.

Sonríe —Mi papá trabajó mucho para comprar el carro que tenemos ahora y no quiere enseñarme para evitar posibles daños al carro.—se encoge de hombros.

—Entiendo. A mi no me querían enseñar porque ya 6 personas antes de mi habían chocado el carro— ruedo mis ojos.

—¿6 personas?— abre mucho sus ojos.

—Sí, 6 personas. Tengo 6 hermanos y hermanas mayores.

—Vaya, tu casa debe ser un caos.

—Ya no viven con mis padres y conmigo pero sí, antes era un verdadero caos. Ahora solo vienen una vez por semana y la pasamos muy bien.

—Me encantaría apreciar eso— Él se recuesta más en su asiento.

—Yo te aviso para que vayas alguna vez— le guiño el ojo. ¿Qué rayos estás diciendo?

Ambos nos sumimos en un extraño silencio durante todo el camino.

Estaciono frente a la panadería donde lo recogí y ninguno se mueve por unos segundos.

—Bueno...

—Ehh... —otra vez hablamos al mismo tiempo.

Desabrochamos nuestros cinturones y nos miramos fijamente. De nuevo está esa sensación de querer decir algo pero no saber qué.

Al cabo de unos segundos, 4 ojos murmura algo inentendible, se inclina hacia adelante, coloca su mano en mi mejilla y me besa. Es un beso que da las mismas vibras que el de la tienda de ropa: un poco desenfrenado, sin inhibiciones, profundo y que comparte pensamientos que las palabras no expresan.

Movemos nuestros labios de manera perfecta, él se inclina un poco más y pone una de sus manos en mi cintura mientras que la otra se queda en mi mejilla. Yo por mi parte adentro mis manos en su cabello y juego vagamente con él.

Un pequeño golpe en el cristal nos sobresalta a ambos y logra que nos separemos a una velocidad impresionante. Volteamos al origen del sonido y no es nada menos que su odioso vecino. Ruedo mis ojos y le vuelvo a sacar el dedo mientras sonrío, este se escandaliza y se va a su casa.

Molestar a este hombre será mi nuevo hobby.

Nos quedamos en silencio otro momento y estallamos en risas, carcajadas fuertes que retumban en las paredes de mi pequeño carro.

—Ya vete de aquí, tus padres pensarán que te pasó algo por estar tanto tiempo encerrado— me seco una lagrimita.

—Tienes razón— toma sus cosas y baja del carro.

Antes de que se aleje, bajo la ventana y lo llamo— Oye, tú. Gracias por la tarde de hoy— sonrío, subo el vidrio y me alejo.

Vaya día fue hoy.

☆☆☆

¿Qué acaba de pasar? Ni yo sé. Lo único que sé es que me encantó todo JAJAJA

Capítulo recién salido del horno porque esta semana (como ya saben) estuve full.

¡Los leo luego!

Todas las primeras veces de Max Gutiérrez ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora