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《 ¡Atención! ¡Atención! ¡Mi querido público: está es la segunda llamada! 》
Los teatros eran el escenario favorito de Satoru a la hora de presentarse solo o junto a cualquier otro músico, puesto que en sus palabras, el sonido único de su técnica al piano resaltaba al contacto con las paredes de un recinto pequeño, dónde su instrumento vibraba en cada uno de los oídos de los espectadores.
—¡Satoru!
Volviendo a la realidad, Gojo volteó en seguida al reconocer aquella voz luego de perderse viendo las lámparas de la tramoya del escenario. Salió lento de entre la utilería y las cuerdas para ver de quién se trataba, aunque por costumbre y el suave tono de voz, era Suguru.
Lo normal era que cuando lo viese terminara bromeando con él, pero lo raro ahí era que Geto no actuaría esa noche.O bueno, más bien el amargado de Yaga no lo dejó por qué, según él, Satoru había dejado de trabajar con músicos distintos gracias a que no le gustaba despegarse de Suguru y el arrullo de su violín.
—¿Qué pasa?—Preguntó casi de inmediato el albino.—¿Sí te dejo actuar el anciano?
Suguru miró sus zapatos, y lentamente descolgó de su hombro derecho el estuche de su violín.
—Lanzaron pedradas a los demás chicos de la orquesta.—Dijo Geto, intentando sonar lo más calmado posible:
—Literalmente estamos solo tú y yo.
Solos
—¡¿Cómo que el público?! —Satoru empujó un poco a Geto, y lo atrajó a él del cuello de su camisa.—Nos vamos de aquí ahora, ¿o me vas a negar que cuando los de tercero fueron al auditorio casi los matan por salir en lugar de otro grupo?
—Satoru somos músicos. Esto es nuestra vida.
El mundo ya había visto crecer y explotar varios acontecimientos desagradables que, a lo largo del paso de la historia de la música, terminaba oscureciendo el panorama de la misma. Desde persecuciones o exilios por hacer de ella el alma del compositor, en los últimos años se había presentado una revolución artística en la cuál, se invitaba al mundo en general a expresar su desdén hacia problemáticas sociales que, claramente, solo hicieron que el gobierno y el estado en general se deslindara del arte, y que desde las trincheras, se dedicaran a manchar los espectáculos culturales con sangre para aullentar a la población de teatros y recintos especiales para la exposición de artistas emergentes, como si de una dictadura se tratase.
Debido a ello, los artistas plásticos eran terriblemente perseguidos por hacer campañas de desprestigio contra el gobierno a través de la publicación de tiras cómicas y de revistas semanales clandestinas, dónde las ilustraciones hacían alusión al desprecio del gobierno, culpándole de la muerte de sus colegas, así como la quema de escuelas y materiales de trabajo.
Para los bailarines el efecto fue similar, pero a ellos se les prohibió acercarse a algún escenario o hacer performance en la vía pública, sobre todo por parte de un grupo de fuerzas que se dedicaban a reprimir movimientos sociales drásticos que era secretamente controlado por el gobierno.
Este mismo grupo a vista del resto de la sociedad era invisible, al igual que lo eran las agresiones a artistas; pero esto se explicará en otra ocasión.
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𝐖𝐞'𝐫𝐞 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐫𝐨𝐧𝐠𝐞𝐬𝐭, 𝐑𝐢𝐠𝐡𝐭? • 𝐒𝐚𝐭𝐨𝐬𝐮𝐠𝐮
Fanfic"Porqué tú y yo somos los fuertes, ¿de acuerdo?" Satoru Gojo y Suguru Geto son la dupla más talentosa de la escuela más reconocida de música en Tokio. A su alrededor, pasan miles de acontecimientos; entre conciertos, amoríos y tragedias que terminan...