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La rutina mañanera de los estudiantes de la escuela de música más importante de Tokio era, por supuesto, lo único que tenían en común.
Lo primero era levantarse en punto de las seis de la mañana, y presentarse decentes en el comedor a tomar el desayuno –cabe resaltar que todos los gastos de alojamiento los paga la escuela– por lo tanto, cumplir con presentarse a desayunar era el único pase de lista que se requería.Después llegan las clases, prácticas o ensayos que comenzaban en su mayoría, a partir de las ocho, y de ahí en adelante cada uno tomaba su camino.
Kento no estaba tan distanciado de esa fea pero tan necesaria costumbre de levantarse temprano. Tal vez esa era la razón por la cuál no le costaba despertar tanto como a Yu, ya que parte de las consecuencias de compartir dormitorio era que en los pases de lista mañaneros, si tu compañero faltaba, te hacían un cuestionario terrible sobre su ubicación.
Y Nanami odiaba las preguntas.
Esa tarde ya después de los deberes, estuvo hablando con Haibara sobre cosas que no entendía de la última clase gracias a que a el profesor se le ocurría usar palabras rimbombantes para decir cosas sencillas.
Sin embargo, cada que podía, Haibara cambiaba el hilo de la conversación:
—¿Escuchaste lo del show de los de segundo?
—Ajá... me parece que hicieron una hazaña.—Dijo con obvio sarcasmo Kento.
—Obviamente. —Yu, haciendo ademanes con sus manos, tomó a Nanami de los hombros y prosiguió—¡hasta hicieron llorar al profe Yaga!
—Qué mentiroso eres.
—¡En serio! o bueno, eso me dijo Shoko.
Shoko Ieri era parte del grupo de segundo, al parecer, compañera de los chicos malos de la escuela que se reían de las hormigas. Secretamente a Nanami le parecía una chica extraña, pues lo miraba de cierta manera que no tenía idea si es que iba a llorar o es era que así eran sus ojos.
O quizá, la mirada extraña se debía a lo raro de su instrumento.
—Vaya, estuvo intenso entonces...
El Koto del rubio era bastante especial, para empezar el tamaño de uno tradicional era casi de metro y medio. Puesto que Nanami tenía que transportarse de los dormitorios a los salones, o a los lugares donde debían ir a tocar, el suyo era aproximadamente del tamaño de una melódica, respetando el cuerpo tallado de madera y cuerdas. El instrumento era una especie de herencia por parte de su bisabuela, donde tuvieron que pasar dos generaciones para que esté volviera a ser tocado por alguien en la familia.
La ejecución era algo más difícil, ya que en un Koto común las cuerdas estaban algo distanciadas por el tamaño, al ser un instrumento más pequeño, pensado en la practicidad, era algo mas complejo.
«Es normal que te mire, además, no todos los días se ve un Koto de esas dimensiones.» le llegó a comentar Yu una vez que estaban almorzando en el salón, al lado de los ventanales porque hacía mucho calor, y un chico peliblanco de lentes oscuros veía muy atento a los salones.
—¿Y cómo vas con eso de las partituras?
—Pues, de hecho no son la gran cosa.—susurró Kento.—Me preocupan más los nervios.

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𝐖𝐞'𝐫𝐞 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐫𝐨𝐧𝐠𝐞𝐬𝐭, 𝐑𝐢𝐠𝐡𝐭? • 𝐒𝐚𝐭𝐨𝐬𝐮𝐠𝐮
Fanfiction"Porqué tú y yo somos los fuertes, ¿de acuerdo?" Satoru Gojo y Suguru Geto son la dupla más talentosa de la escuela más reconocida de música en Tokio. A su alrededor, pasan miles de acontecimientos; entre conciertos, amoríos y tragedias que terminan...