Satoru tomaría por comunes los besos en la mejilla y abrazos empalagosos con Suguru porque no le veía lo raro. Se encontrará en la cama, en su lado de la habitación, esperando a que se apareciera; seguro que andaba por ahí fumando o simplemente paseando para distraer su mente.
Esos días estuvo muy ocupado, a decir verdad, no tuvo ni tiempo para recostarse y sentir la brisa por la ventana. Era cierto que siempre andaba por ahí comprando estupidez y media luego de algún evento, pero esa vez todo estaba tan distinto.
La ropa de Geto estaba desdoblada, sus cosas en general lo estaban, como si no hubiera pasado los últimos días ahí.
Una oleada de mareos le inundó el pensamiento, no solo porque quería creer que se había ido a otro lugar de Japón, que andaba de gira y que era esa la razón del desorden ahí.
Quizá igual de solo que él, pero lamentablemente, así era el oficio.Se quedó pasmado, recostado entre la almohada y la fragancia natural que cubría todo lo visto ahí. Desde esa vez que lo conoció, en cada abrazo, o cuando se sentaba junto a él en los pupitres, ese mismo aroma estaba ahí diciéndole que todo estaría bien, porque estaba a su lado.
No supo porque, pero lloró de pronto. No parecía absorto en la pena, o algo similar, simplemente no tenía ningún gesto, pero aún así, una lágrima se escapó de entre sus enormes pestañas blancas.
Luego escuchó el picaporte siendo abierto a base de empujones. Había que forcejear un poco porque se atoraba, negando burlón de lo idiota que era que en una escuela privada hubiera ese tipo de necesidades, viéndolo desde su posición, tumbado en la cama, ocultándose aquél gesto de tristeza para mirarlo, tierno.
Suguru entraría en la habitación cambiando su rostro enseriado a cambio de ver el océano dulce en los ojos del otro. Dejó una pequeña mochila de viaje a las afueras, con su violín colgando de su hombro, está vez, sonriendo porque Satoru alzaba los brazos con un puchero en rostro, buscando su inmediata atención.
Ahí iría él, a consentirlo, acercándose de a poco. Al llegar, apoyaría sus manos a los costados del peliblanco con el debajo suyo tomándole del cuello, envolviéndole en su mirar, para acercarlo y darle un beso fugaz en la mejilla, acompañado de un susurro gutural, diciéndo:
«¿Cómo te fue?»
Él solo le devolvería el beso, justo en el entrecejo, para terminar abrazado de él, con el albino quejándose un poco por lo pesado que era, pero diciéndole que no se alejara, porque hace mucho que no estaban así de cerca.
Ignoraría el hecho de que eso solo se lo decían las parejas, comenzando a reír con Satoru preguntando descarado que de qué se ríe para que el moreno le devolviera la mirada, haciéndose el malo para hacer temblar a Satoru, quien no tardaría en cubrir con sus manos el resto de su rostro pero dejando al descubierto sus labios delgados.
Entonces los molestos pájaros y su desesperante silbido sonarían colándose por la ventana, el atardecer se acercaría y el ambiente sería tan perfecto que reiría nuevamente para acabar por darle un último beso en la comisura de sus labios, mientras veía de cerca su piel sonrosarse. Sus ojos azules lo absorberían nuevamente, está vez, llenos de vergüenza para enredarlo entre su cuerpo.
Desde su lugar, esa escena volvería a repetirse, quizá en Megumi y ese chico pelirosa. Porque justamente les había tocado la misma habitación.
Lindo, lindo.
Volvería a ver el gesto serio de un hermoso chico de larga cabellera negra, cansado de las clases, y del ambiente en general dentro del salón semi-vacío. Sus ojos rasgados harán notar que no quería ser molestado por nadie en lo que esperaba a que el profesor llegara al sitio, a dar su sermón, para luego caminar un rato e ir a tumbarse a la cama de su lado de la habitación.

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𝐖𝐞'𝐫𝐞 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐫𝐨𝐧𝐠𝐞𝐬𝐭, 𝐑𝐢𝐠𝐡𝐭? • 𝐒𝐚𝐭𝐨𝐬𝐮𝐠𝐮
Fanfic"Porqué tú y yo somos los fuertes, ¿de acuerdo?" Satoru Gojo y Suguru Geto son la dupla más talentosa de la escuela más reconocida de música en Tokio. A su alrededor, pasan miles de acontecimientos; entre conciertos, amoríos y tragedias que terminan...