Toji Fushiguro era el principal almirante de las fuerzas anti-disturbios. Pero su verdadero objetivo era terminar con la vida de alguien en específico.
Él, en algún momento, formó parte de uno de los clanes más grandes de músicos hereditarios, los Zeni'n.
Pero hubo algo que a su familia nunca le gustó, y eso fue no nacer con un talento natural.¡Hora de hablar de naturalidad!
La naturalidad, el talento, la bendición de nacer con un don. Eso que le faltó a Toji y que le costó el doble de aprender.
—¿Quién habla?
Y aún si había nacido sin un talento natural, este poseía una habilidad tremenda para analizar cualquier pieza gracias a las duras clases y disciplina que obtuvo del clan.
Lo único bueno que le dejo, de hecho.
—Buen trabajo, Fushiguro
En los días era contrabajista y en las noches el principal almirante de las fuerzas anti-disturbios, un gran título que le costó lo suficiente.
Su propia familia.
Toji no era y nunca fue un hombre de compañía, al contrario, gracias al desprecio de los Zeni'n no sabía que era realmente una. Razón por la que sus relaciones interpersonales eran dejadas a segundo plano cuando se trataba de trabajo.
Pero aún así, tenía dos hijos, una niña y un niño, y adoptó el apellido de la madre del último porque, en todo caso, odiaba que le llamaran Zeni'n. Y hasta cuándo ellos mismos llegaron a rechazarlo le llamaban con claro desden con ese estúpido apellido.
Lo odiaba, odiaba todo.
—¿Buen trabajo? No me jodas con tus felicitaciones. Quiero mi dinero
—¡De acuerdo! ¡De acuerdo! Rayos, si que eres una piedra difícil de romper —Solo colgó.
Supo por ahí, de pura casualidad hace bastantes años que el principal heredero de la familia Gojo era un prodigio.
Le dió asco, y a la vez le estremeció él solo verlo un día cuando tenía veintitantos años. Pero resultaba que el clan rival se había desaparecido de la faz de la tierra de un día a otro. No tenía idea de porqué, pero igual lo aprovecharía a su favor.
«Ese tal Satoru no es más que un presumido» pensaba a menudo, cuando iba de bar a bar con el enorme instrumento.
No era que no quisiera presentarse en grandes escenarios. Era que no era ningún estúpido porque en su cara se veía que venía de aquella maldita familia.De menos en los bares si se tragaban la mentira de que no era un Zeni'n.
O tal vez fingían hacerlo por su bien.
—¿Y...? ¿Tienes planes para más tarde? —El pelinegro se encontraba en una especie de recepción, esperando a uno de sus clientes, (que principalmente era personal de rango poderoso en el gobierno) para ocuparse de algún escenario, o idiota.
Pero una de las perritas que llegan a traer el café no le dejaban en paz.
—Dulzura, piérdete
La mujer estaba dispuesta a darle una cachetada, pero como el jefe había llegado de la nada poco tuvo para hacer.
Está sólo le lanzó una mirada matadora al más alto y este le devolvió el gesto pero con un leve guiño en el ojo.
Luego de la misma palabrería de siempre, esperando a que se callara y le dijera de una vez a quien tendría que mandar al hoyo está vez, una palabra le llamó bastante la atención.
—¿Escuela de música?
O más bien unas tres.
El tipo solo asintió:— Una chiquilla que se atrevió a subir a, tu sabes, estas redes sociales. No nos conviene que llegué a Tengen, tu sabes, el encargado de la-
—Si, si. ¿Entonces qué? La mato y luego tiro el cadáver, como siempre
—¡No!
Una nueva mueca de incomodidad se formó en el rostro del pelinegro. Está vez a punto de irse y rechazar el trabajo.
Podía ser lo que quisiera, pero no un jodido secuestrador.
Dispuesto a largarse, el hombre alzó un poco la voz, y con algo de altanería le hablo de un pequeño secreto de cuatro años, llamado Megumi.
No podía negarsele, quedaría en ridículo porque al fin de cuentas, era el gobierno, era un montón de ojos, era lo que era, una maldita red que lo sabía todo.
—¿Entonces?
—Lo haré, pero no crea que será gratuito —Al acabar aquella frase se decidió a largarse y dejar con las palabras en la boca a ese hijo de perra.
«Seguro que sabe que soy un Zeni'n» se dijo en voz baja una vez salió del lujoso edificio, dispuesto a caminar y ver qué tal iban las cosas por dónde vivía.
De pronto recordó su verdadero objetivo. Claro, la escuela de música de Tokio solo admitía a estudiantes prodigiosos, no importaba nada, en lo absoluto siempre y cuando fuera la música. Y seguro que ese tal Satoru debía estar ahí, solo para pavonearse entre los plebeyos. Entre los debiles.
Entre los faltos de talento.
Nuevamente apretó los dientes recordando esos malditos ojos azules, a esa maldita familia, ¡Joder es que era todo! ¡A todo y todos los maldecia!
Entonces fue que comprendió algo; y es que el idiota que le pagaría por llevarle a una mocosa no estaba interesado en ella. Estaba interesado en la escuela de música.
"Para arrancar el mal de raíz", como dirían.
Dió una pequeña risotada entre la gente que paseaba en el centro, captando la atención de personas que estaban en algunos locales, comiendo o disfrutando alguna compañía.
De pronto se sintió solo, como siempre. Y volvió a su gesto cotidiano sin quererlo.
Y es que en el fondo sabía que tenía talento, sabía que podía superar a cualquiera que se le pusiera enfrente, tanto a aquel Satoru como a su familia como a cualquier simple mortal.
Sabía que podía, pero no por eso dejaría de lado su trabajo.
"Próximo objetivo: Satoru Gojo y la escuela de música de Tokio"
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𝐖𝐞'𝐫𝐞 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐫𝐨𝐧𝐠𝐞𝐬𝐭, 𝐑𝐢𝐠𝐡𝐭? • 𝐒𝐚𝐭𝐨𝐬𝐮𝐠𝐮
Fanfiction"Porqué tú y yo somos los fuertes, ¿de acuerdo?" Satoru Gojo y Suguru Geto son la dupla más talentosa de la escuela más reconocida de música en Tokio. A su alrededor, pasan miles de acontecimientos; entre conciertos, amoríos y tragedias que terminan...