Capítulo 18

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Asesina a Yang Jungwon. Inmediatamente.

Ese era el único contenido de la carta que el cuervo había entregado específicamente para él.

El otro vampiro que la recibió frunció el ceño un poco molesto.

Era demasiado precipitado. No tenía sentido.

Pero no podía cuestionarlo, eran órdenes directas.

Así que se retiró de forma silenciosa mientras su cabello verde menta se mecía al ritmo de los arboles en la oscuridad de aquella noche.


-Sunoo-

-¡Detente! N-No corran tan rápido.

Tartamudeaba Soobin mientras corríamos a lo largo de los pasillos.

Pero yo no podía escucharlo, mi mente estaba concentrada en una sola cosa...

Jungwon.

¿Cómo habíamos terminado de ese modo? ¿Cuándo fue que todo comenzó a desmoronarse tan rápido?

Así que solo podía correr, orando a un Dios cuya existencia había ignorado hasta el momento, porque mi mejor amigo estuviera bien.

Porque no fuera demasiado tarde...

-Está en la sala de Urgencias del área de Enfermería.

Me avisó desde lejos, cuando notó que sería muy difícil seguirme el paso.

El único que continuaba corriendo a mi lado era Sunghoon, estaba esforzándome todo lo posible por no mostrar mi velocidad en una carrera por llegar lo suficientemente rápido.

-No e-están dejando pasar a n-nadie.

Fue lo último que escuché de parte de Soobin, demasiado distante como para prestarle más atención de la necesaria, acelerando más el paso.

Jungwonie..., resiste por favor.

Por favor. No sé qué sería de mi vida sin ti.

Sentí un tacto suave, ajeno y cariñoso en mi mano antes de voltear a ver a Sunghoon.

-Yo la distraeré, no te preocupes por eso.

Me dedicó una sonrisa suave que traspasó mi interior y ayudó a calmarme un poco.

No pude responderle, pero la calidez que me transmitió me ayudó a pensar mejor.

No tenía que ser tan grave. Podía tratarse de heridas simples.

Pero la idea desapareció tan pronto como lo vi ahí, tendido en la cama.

Apenas habían podido detener el sangrado.

Sus heridas eran demasiado profundas y todavía no las habían vendado, hematomas surgían de todas partes en su cuerpo, su ropa estaba desagarrada y cubierta de barro.

El olor a sangre... era impresionantemente fuerte.

La sangre de un rojo tan carmesí como las rosas del anterior jardín en casa de mis padres se esparcían a lo largo de sus brazos y piernas, tenía los ojos tan cerrados como un muerto.

Pero respiraba, de eso estaba seguro.

Escuchaba su respiración pausada, lo que me informaba que se había desmayado por tanto dolor.

¿Cuánto dolor tuviste que sufrir para que tu mente huyera de esa forma?

Me senté a su lado en silencio.

Sangre fría (Sunoo x Sunghoon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora