Cap.2

172 43 23
                                    

Me coloque mis auriculares y puse soñé de Zoé, saque mis acuarelas y quite el trapo que cubría mi pintura, estaba casi terminada, pero sentía que le faltaba algo, había algo en ella que no me dejaba soltarla, me deje llevar de los colores, la música y lo sola que me sentía en esos momentos, así pasaron varias horas y cuando me percate ya era de noche, eran las 7:30 agarré mis cosas y salí del aula.

Los pasillos aún tenían las luces encendidas, así que no causaba tanto pánico que se sintiera que la universidad estaba desolada, por lo menos en esta área. Tuve que  dejar el auto aparcado lejos de los edificios, en todo el recorrido por el parqueo volvieron los recuerdos de mi padre y nuestra última pelea, como me hubiese gustado pedirle perdón y no tuve ese chance por ese maldito coma de 3 meses, un ruido estruendoso me saco de mis pensamientos, por inercia solté mi teléfono y todo lo que traía en mano, me agache sosteniendo mis rodillas temblando como una hoja de papel

—no no no no no — era lo único que salía de mi boca palabras erráticas y sin sentido alguno — ¿Estas bien? — escuchaba como me preguntaba a lo lejos una voz que creí conocer y luego todo se volvió oscuro.

Abrí los ojos exaltada al notar unos brazos sosteniéndome, me quise ir corriendo en ese momento, pero no me dejo

—¿Tiendes a huir de todos siempre? — Pregunto con voz curiosa y por primera vez mire en dirección a quien me sostenía en brazos, sentados en el suelo, era el... El pelinegro de esta mañana. Baje la mirada no se si de vergüenza o porque estaba tan jodidamente guapo que no podía sostenerle la mirada tan fuerte que me estaba dando. —¿No piensas responderme? — me removí incomoda y por fin me soltó

—No, no siempre huyo de todos — dije poniéndome de pie rápido, tan rápido que volví a marearme. 

— Si sigues intentando huir de esa forma no podrás diez pasos— Lo mire y note que se veía preocupado por mí, la pregunta ahora es ¿por qué?. 

—Me puedes decir ¿qué ocurrió? — le pregunté observándolo enojada

— ¡Claro! Venias en una nube, pensando en no sé qué cosa casi te atropello, te toque bocina como loco y simplemente te desmayaste — dijo muy tranquilo. 

— Ah —

— Perdona como que ¿Ah? — Dijo curioso, casi incrédulo...

—Muchas gracias por no atropellarme — dije en tono de burla, tome mis cosas del suelo rápido, cuando me agarro de la mano — A ver nenita, ¿respira sí? ¿Vas a tu casa no?

— Esas no son cosas de tu incumbencia— solté de mala gana alejándome de él.

Me subí al carro, al encender las luces lo vi

—Maldición — Este tipo está loco, estaba apoyado en el capo del auto

—¿Al menos me dices tu nombre? — Dijo con una sonrisa de demonio en esos perfectos labios perfilados, no pude evitar que se me escapara una sonrisa ante su atrevimiento, baje la ventanilla — Me llamo Madisson, ahora te quitas de en medio por favor — solté casi riéndome, realmente estaba loco.

Camino hacia mi ventana y se agacho para poder verme a los ojos — Bonito nombre, bonita chica, yo soy Thomas Case — Volvió a sonreír y sentí que me derretía en mi lugar, hice un ademán de despedida — Hasta luego nena — eso fue todo, arranqué el auto y me dirigí a casa.

Al llegar a casa, vi como todos reían a más no poder en la mesa mamá, Josh y Nicolás. Parecía que el tiempo estaba suspendido, solo faltaba papá al pie de esa mesa para que todo pareciera como antes, pero ya sabemos que eso no iba a poder ser ¿no?

Alguna VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora