Cap.3

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Son las 3:30 no puedo dormir, como cosa rara. Agarré el teléfono junto con los auriculares y mis llaves, todos dormían, la casa estaba en penumbras, solo por la lamparita que alumbraba el sillón en donde se sentaba a leer su periódico, siempre estaba encendida, nadie se atrevió a apagarla, una lagrima bajo por mi mejilla y salí a todo dar de la casa.

Subí a mi auto con Lookalike de Conan Gray en las bocinas, me gustaba esta canción.

Llegué al mirador, no me moleste en bajar del vehículo, solo me quede ahí observando como el cielo estaba gris, sin estrellas, ni brillitos parecía que no tenía vida, sin color, plano y si estoy hablando del cielo, no de mis sentimientos.

Aunque a veces me siento igual que este cielo, muerta, sin emoción por nada, solo quiero llorar y llorar por horas, pero no me lo permito porque todos confían en que lo estoy superando y no es así.

—Hoy es tu cumpleanos papá, se suponia que teniamos planes para este año... me dejaste sola, ¿como se supone que sobreviva sin ti?— dije para mi. 

Extraño tanto a ese estúpido viejo, su risa, su barba y cabello del color de la nieve, los consejos tan bobos que solía darnos a Josh y a mí, no aguante más, mi pecho empezó a arder como siempre hacía cada que recordaba a mi padre y rompí en llanto, sentía que se me desgarraba el pecho solo de recordar que al llegar a casa no lo vería tomando café con el periódico en mano, sentía que se me venía el mundo encima sin él.

Salí del auto, me ahogaba con mis propias lágrimas, me senté y seguí llorando tan desconsoladamente, estaba loca por venir a estas horas de la madrugada en medio de la nada a llorar, solo porque en mi casa no podía hacerlo, me dolía el pecho, me dolía el alma, el respirar, no podía hablar, simplemente no podía, todos habían pasado página, pero yo seguía en aquella tarde, aquel día tan gris...

—Nena que pero que te han hecho— dijo Thomas agachándose a mi lado y tomándome en brazos, no pude responderle, no tenía fuerzas para ello, cuando me sostuvo aún más cerca de su cuerpo lloré aún más, no podía con este dolor, me superaba por mucho.

—Lo siento, lo siento, lo siento— dije entre sollozos creo que ni se entendieron, no podía hablar sentía que me ahogaba.

— Shhh tranquila, estarás bien, estoy aquí— fue lo último que escuche antes de dejarme ir y todo se volvió oscuro.

Me molestaba la luz, escuchaba muchos murmullos a lo lejos, abrí los ojos poco a poco mientras se atenuaba mi vista a la luz blanca, vi una que una figura alta me observaba desde el otro extremo de la cama

— ¿Estas bien? — Era Thomas, cuando pude verle bien lucía preocupado, ojeroso y sucio como si hubiese estado en el suelo por mucho tiempo.

— ¿Qué paso? ¿y por qué estamos en el hospital? — Me dolía la cabeza a horrores, levanté mi mano y me encontré con una intravenosa pegada a ella.

— Te desmayaste de nuevo nena, te encontré llorando en el mirador, sabrá Dios cuanto tiempo llevabas ahí— dijo sentándose en la camilla.

— No quiero hablar de eso por favor, llévame a casa— dije eso sin mirarlo y una lagrima empezó a caer por mi mejilla.

— ¿Cuantos días llevas sin comer? — me mantuve en silencio

— Necesito saber cuánto Madisson, el doctor dice que caminas de milagro, estás deshidratada ¿Cuánto? — su voz parecía quebrarse y por fin lo vi a los ojos

— No lo recuerdo— confesé apenada con él, a penas sabía su nombre y ya me había encontrado llorando como anormal en medio de la nada a eso sumarle que había tenido que traerme a l hospital, el susto que se debe de haber llevado —Lo siento, no quiero ser molestia—.

— Esta bien nena, vas a recuperarte pronto— Dijo dando un delicado beso en la mano que tenía la intravenosa y salió de la habitación, cuando volvió ya la enfermera había quitado la vía de mi muñeca, me conto que Thomas no me dejo ni un segundo en toda la madrugada.

Solo quiere ser amable, solo quiere ser amable me lo repetí una y otra vez.

— ¿Puedes caminar? — Asentí, pero no me hizo caso y me cargo

— Puedo caminar Thomas, bájame— me revolví incomoda entre sus brazos, se estaba pasando de la raya.

Se hizo el sordo y me llevo todo el pasillo de emergencias hasta llegar a su auto, ya era de día mi madre quizás ya noto mi ausencia, me deposito en el auto como si fuese de cristal.

— Tengo que llamar a mi madre tiene que estar preocupada— admití un poco exaltada, buscando mi teléfono en mis pantalones, pero no lo encontré en cambio me lo encontré mirándome fijamente.

—Ya Eva habló con Josh y él le dirá a tu madre que te quedaste dormida en mi casa, tu auto está allá— me miraba tratando de meterse en mi cabeza creo, no dejo de observarme todo el rato

— Gracias— dije en un susurro, recosté mi cabeza en el asiento y caí rendida otra vez.


***** 


Este capítulo es un poco corto, pero ya vienen mas. 


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