Cap.17

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Le abrace, dándole las gracias en silencio y al parecer me entendió porque me respondió de inmediato, los abrazos de Thomas me hacían sentir segura de mí, segura de tanto, como si nada puede hacerme daño.

—Los demás llegaran temprano en la mañana. —susurro en lo alto de mi cabeza.

—Mmmm vale—me agradaba la idea de estar más tiempo a solas con él.

Tomo mis manos y nos dirigió a dentro de la cocina, volvió a besarme de manera rápida y sin vergüenza.

—Hare pizza ¿te parece? —asentí eufórica, porque la verdad si tenía hambre.

—Me iré a dar un baño— asintió hacia mí y me fui al baño. Termine de ducharme me coloque unos shorts y una franelilla, no saldríamos, solo estaríamos en casa, así que mientras más cómoda mejor.

—Mmmm que rico huele—dije entrando a la cocina.

—Espero que así mismo sepa— dijo con algo de nerviosismo creo — Es que creo que me pase con la sal— me miro y nos reímos.

—Vamos que no puede estar tan mal— dije con algo de humor.

Ambos nos comimos en el cómodo silencio que empecé a entender que nos caracterizaba, el no tiraba y yo me sentía cómoda, sabíamos cuando hablar y cuando no, era simplemente acogedor.

—¿Qué tal? —

—Esta buena, no sé de qué hablas—confesé.

—Bien, vamos— se colocó delante de mí y tendió su mano, que tome al instante. Empezamos a caminar a una puerta que la verdad no me había molestado en averiguar a donde dirigía.

Al abrirla dio paso a uno de los espacios más artísticos que había entrado en mi vida, era una habitación relativamente espaciosa, pero llena de arte, lienzos terminados y a mitad, historias, pinturas, manchas, luces, sombras, pinceles, espátulas, todo estaba esparcido en un desorden completamente perfecto.

—Sé que terminaste clases, pero dijiste que querías aprender ciertas técnicas— dijo a mis espaldas— Entonces ¿qué mejor momento que ahora? — puso sus manos en mis hombros y me impulso dentro de la habitación.

—Este espacio es hermoso—susurre por lo maravillada que estaba. Camine lentamente por la habitación observando los cuadros, mientras Thomas hacia algo a mis espaldas.

Un cuadro llamo mi atención, era la silueta de una persona dentro de algo que parecía un reloj de arena, tonalidades grises y negras, sin luces, solo oscuridad y se me hizo extraño, porque no parecía como que lo pintase el, pero, si no fue el, entonces ¿Quién?

Me volteé y lo encontré colocando un par de caballetes uno junto a otro, ambos con lienzos y un carro que estaba lleno de cosas en medio.

—¡Tendrás clases personales! —dijo casi saltando en una pierna de la alegría. Fui en su dirección y me senté en uno de los bancos que me ofrecía.

—Bien ¿Qué haremos? —dije algo eufórica mientras él se sentaba a mi lado.

—Sabes que el arte es una mentira que nos acerca a la verdad—nos observamos unos segundos para decir—Picasso— al unísono.

—Bien, haces tus tareas—sonrío para sí mismo— ¿Sabes el método frottado? — me observo y negué con la cabeza —Bien, lo primero es que se hace con óleo, se supone que vas superponiendo capitas de pintura, sin el diluyente y con el pincel en seco— iba tomando tubitos del carro y fue explicándome paso por paso, como se hacía y el porqué, sentía que seguía en clases, pero sin la presión de las calificaciones finales y con un profesor que me tenía paciencia.

Alguna VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora