—¿Qué me asegura que no me vas a asesinar? — no pude evitar reírme al soltar el comentario, me lo imagine con una sonrisa de oreja a oreja, pero la verdad es que mi ansiedad estaba creciendo más de lo que llegue a pensar, a pesar de estar muy consciente de que él no me haría daño nunca, esto de ir con los ojos cerrados, sin saber a dónde me llevan, no es lo mío.
—Señorita, ¿por quién me toma? — solo de escucharlo sé que está fingiendo el tono de ofensa.
—Quizás como un loco, que se aparece en mi casa a regalarme flores sin motivo aparente— me voltee hacia el aun sin poder verle, su aroma, era herbal, fresco y para nada fuerte, pero si era delicioso
—Si por eso me consideraras loco, prontamente estare desquiciado— tomo mi mano y le dio un beso en el dorso, detuvo el coche — Ya llegamos, dame un momento— y cerro su puerta, escuché como abrió el baúl el jeep, se movió un poco y lo escuché reírse por debajo, como se ríen los niños cuando acaban de hacer una travesura, estaba loco, pero definitivamente yo estaba más loca por salir con él, sin saber a dónde me llevaba, definitivamente esto es nuevo.
—Bien, todo listo— me tomo en brazos y camino unos minutos en silencio, mientras yo solo sentía su calor, lo familiar que se estaba volviendo la sensación de estar tan cerca de él era de lo más tranquilizante, emanaba paz y seguridad con cada paso que daba, con cada palabra que salía de su boca.
Se detuvo y al bajarme, al sentir el suelo en mis pies, supe que era real, que no era un sueño y me entraron los nervios que había olvidado unos minutos. Me dio la vuelta y mi espalda quedo pegada a su pecho, tenia sus manos en mi cintura, sosteniéndome con firmeza, pero sin dejar de ser delicado y gentil con su tacto.
—Espero te guste— sentí sus labios rozar mi oreja y empezó a desatar el nudo de la venda que cubría mis ojos.
Mis ojos no podían creer lo que veían, no había nada alrededor, solo árboles, el pasto verde que se perdía a lo lejos, el cielo con algunas nubes grises, pero era típico de nuestro clima, había organizado un pequeño picnic para nosotros, una manta acompañada de una cesta con pan, quesos, fresas, manzanas y un ramo de margaritas, simplemente era perfecto. Me voltee a verlo y me tope con esa expresión en su rostro que era nueva para mí, me observaba con los ojos grandes como platos, esperando a que dijera algo, era uno de los seres humanos más tiernos con los que había tratado, sentí que me ardían los ojos por la muestra de afecto y lo inesperada que fue, antes de que salieran las lágrimas a todo dar de mis ojos, me limité a abrazarlo ocultando mi rostro.
—Gracias por esto, es... simplemente, es hermoso— dije con la cara hundida en su pecho.
—¿Te gusta? — susurro en lo alto de mi cabeza, pasando una de sus manos por mi cabello y con la otra abrazándome.
—¡Claro que sí! ¿Cómo no me gustaría? — levante mi mirada hacia él, casi incrédula de que creyera que no me iba a gustar su detalle.
Me sonrió tímidamente y sentí que se me encogía el corazón, ¿Por qué este chico se comporta de esta forma? ¿Me había ganado la lotería con un ángel en plena tierra? ¿Necesitaba el de mí? ¿Necesitaba yo de el?
Tomo mis manos y me guio a sentarme con él, nos quedamos en silencio unos minutos sin romper el contacto visual en ningún momento, empecé a notar que sus ojos no eran tan oscuros como creí, si, eran cafés, pero tenían algo de luz en ellos, eran hermosos.
—Creo que pudiese quedarme observándote todo el dia y no me cansaría—esbozaba una sonrisa que le llegaba a los ojos, dejaba ver sus dientes casi perfectos y algo amarillo por el cigarro, lucia despreocupado y más relajado que antes, tuve que retirar la mirada sentía que quemaba, ya era el Thomas seguro que conocí el dia de la fiesta.
—¿Dónde estamos? — observe lo verde que era el pasto que tenía entre los dedos, queriendo obviar su comentario.
—En mi escondite secreto— susurro y lo observé.
Me incline hacia él —No tenemos a nadie cerca— le susurre de vuelta.
Ambos nos reímos, por una simple sencillez, apreciaba su compañía, era cómodo para mí. Tome un trocito de queso y lo lleve a mis labios, estaba delicioso y luego recordé que no había comido mucho en el dia. Tengo que prestar más atención a mis comidas, no podía seguir pasándome esto.
—Entonces Maddi ¿Qué piensas hacer cuando te gradúes? —estaba tomando fresas en un plato, pero me observaba al mismo tiempo.
—Aun no estoy muy segura, pero se que quiero visitar a mis abuelos— empecé a quitarme una pelusa imaginaria del pantalón, no quería responder a ello.
—¿Por qué no vas ahora? — pregunto sin más.
—Viven en otro país—respondí restándole importancia, se muy bien porque estaba retrasando el viaje a casa de mis abuelos.
—Aparte de ver a tus abuelos, ¿Qué más quieres hacer? — me observo detalladamente y cada que me miraba así sentía que me iba a dar un infarto.
Realmente quiere saber que quiero hacer con mi vida o solo está intentando ser amable, porque si esta intentando ser amable se la esta luciendo en grande.
—Quiero visitar museos en roma, ir a talleres sobre reconstrucción de pinturas, aprender mas sobre arte griego, son muchas cosas, nada interesante—
—Si son interesantes, no digas bobadas —Tenía la boca llena de fresa y no se le entendía un carajo —Tienes que probar las fresas están buenísimas— estaba feliz y sonriente.
Hablamos de arte, roma y los monumentos que debería de conocer, obviamente, ya él había visitado la mayoría y jamás rechazaría escuchar a otro hablar de un tema que le guste y me interese.
—Tienes que ver sacrificio por Leonardo Bistolfi, está en roma— se llevo un trozo de queso a la boca.
—Ya la vi en clases—me reí, porque jamás iba a ser lo mismo, ver fotos a ver la majestuosidad de aquella escultura con mis propios ojos.
—Vamos Maddi, iremos a verla y comeremos mucho helado— sonó como una de las promesas de Thomas.
Me recosté en la manta y observé el cielo, seguía gris, pero de ves en cuando se podía ver el azul a lo lejos, muy a lo lejos de las nubes grises, pero seguía ahí, detrás de todo eso.
—¿Crees que se pueda ser feliz, después de estar mucho tiempo sin conocer la felicidad realmente? — me voltee en espera de su respuesta y estaba observándome, sonriendo tan dulcemente como siempre.
—Si, hasta pudiese decirte que, luego de esa etapa en donde estas tan triste que no ves salida, cuando sales a la luz, notas todo aún más hermoso que antes, ves todo con más claridad. Suena cliché, pero necesitas estar en la oscuridad para poder descubrir tu luz hermosa— me volvió a sonreír y me quito un mechón de pelo que tenia en la frente, asentí y volví a fijar mi vista en el cielo.
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Gracias por leer.Gracias a mis amigas por apoyarme y darme ánimos diariamente para que siga escribiendo, cuando siento que no doy. Besos y brillitos ✨
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Alguna Vez
RomanceSiempre que venía a este lugar no podía evitar recordarlo, en especial días con amaneceres como este, con el cielo en tonos rosas y naranjas, justamente sus favoritos... Su sonrisa, sus ojos, su cabello, simplemente su rostro me acompañaba a cualqui...