rockabye • adrien agreste [en edición]

𝓉𝓌𝑒𝓁𝓋𝑒

la mañana era preciosa, aún era temprano, por lo que el sol apenas estaba saliendo. La pelinegra caminaba en la enorme casa que enmanaban millones de recuerdos en esas paredes, si bien, la casa era de ambos, vivir ahí no era una gran opción, quería respirar aires nuevos y dejar atrás todo lo que había ocurrido, no quería mudarse de ciudad, solo quería estar lejos de ahí. Le atemorizaba el hecho de que tendría que entregarle las llaves al rubio personalmente, tendría que verlo otra vez y no estaba preparada para eso.
Empacó algunas cosas, no quería llevarse todo de lo que alguna vez fue su hogar, tal ves aún seguía teniendo un poco de esperanza.
Tomó su bolso y su maleta para dirigirse a la puerta de la casa, echando un último vistazo a esta, soltando un suspiro. Cerró la puerta y camino a su auto, con mil dudas en su cabeza si realmente estaba lista para verlo de nuevo.

Condujo hacia la empresa Agreste, empezando a sentir un revoltijo de emociones, estacionó el auto insegura, tal vez podría entregarle las llaves a alguien y se las podría entregar a Adrien.
Su burbuja se reventó con el sonido de su celular, un mensaje del castaño.
Estaba preocupado, había ido a casa y por obvias circunstancias no estaba allí.

______ se armó de valor y bajó del auto, dirigiéndose hasta la entrada de la empresa, el portero la vio sorprendido, abriendo la puerta inmediatamente.
Todos los trabajadores miraban sorprendidos a la pelinegra, miles de murmullos se escuchaban, la pelinegra no estaba acostumbrada a que todos hablaran sobre ella, sintiéndose incómoda al instante, Adrien conocía esto perfectamente, lastimosamente no estaba para protegerla.

Se dirigió hasta la recepcionista de la oficina del rubio, que milagrosamente no era la azabache.
La recepcionista la vio sorprendida, levantándose de su asiento para avisarle al ojiverde que ella estaba ahí.

-la señorita Agreste está aquí, señor.-dijo la recepcionista al abrir la puerta de la oficina-. Quiere verlo.