𝓉𝓌𝑒𝓃𝓉𝓎 𝓉𝒽𝓇𝑒𝑒

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"Te prometo que cosas bonitas vendrán".

Como un balde de agua fría cayendo lentamente en su cuerpo.

Recordaba esa frase, quizá no recordaba su nombre ni porque estaba en aquel lugar, pero conocía perfectamente esa frase.

No lograba descifrar quien se la había dicho, ni en qué escenario había sido utilizada, simplemente la recordaba.

«y estaba segura que aquellas cosas bonitas no llegarían»

Aún no sabía si en verdad estaba muerta o era una simple alucinación después de estar medicada durante tanto tiempo, quien sabe.

El hecho de que estuviera caminando descalza en medio de aquellos fríos «y terroríficos» pasillos y que nadie notara su presencia era algo difícil de creer.

Solo miraba personas entrar y salir de la habitación donde se encontraba, y unas cuantas personas en la sala de espera, lloriqueando.

Aquel chico que salió de la habitación seguía ahí, llorando, sus ojos parecían una cascada sin fin.

No sabía quien era, pero aún así, sentía una gran conexión con el.

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Tomó la mano fría de la chica, acercándola a su pecho, no podía mirarla, no era lo suficientemente fuerte como para poder mirarla.

Sonrió amargamente sabiendo que quizá sea la última vez que la mirase, desearía que todo esto fuera una pesadilla como la última vez, que abriera aquellos ojos azules llenos de vida, que él mismo se había encargado en apagar.

Suspiro cansado, había sido un largo día, no sentía nada, solo un hueco enorme que parecía no sanar jamás, solo un vacío que lo llenaba, sentía como todo se venía abajo, aquellas promesas, todos esos recuerdos, todas las esperanzas y ilusiones, ya no quedaba nada, solo un vacío.

Miró a su chica una vez más antes de salir de la habitación, plantando un suave beso en su frente, tomando la perilla de la puerta para salir por esta.

-Señor Agreste-murmulló

-creo que ya tomé una decisión

Pensó nuevamente en todo lo que podría ocurrir, se sentía la persona más egoísta del mundo, cerró los ojos con fuerza, dejando las lágrimas fluir por sus pálidas mejillas.

Se acercó lentamente hacia _____, tocando suavemente su rostro, el tubo en su garganta había desaparecido, ella estaba ahí, muerta en vida.

Abrió los ojos con suma lentitud, mirando los ojos verdes de su amado, dedicándole una pequeña sonrisa.
Llevó su mano a la mejilla del mayor, limpiando sus lágrimas.

-siempre me encantó el color de tus ojos-musitó levemente

El rubio sonrío, mirando aquellos ojos azules que tanto amaba, apretando su pequeña mano.

-por favor, sálvala-suplicó derramando algunas lágrimas

El rubio negó lentamente, mientras lloraban, la pelinegra sabía perfectamente que no existiría un futuro para ella, estaba mal, estaba terriblemente mal, no podía seguir luchando contra aquello que al final iba a terminar matándola, había luchado lo suficiente, había vivido una vida, y no sería lo suficientemente egoísta para privarle una vida a su bebé.

El rubio besó los pálidos labios de la chica, un beso amargo, lleno de sentimientos y de traicioneras lágrimas recorriendo las mejillas de ambos, no quería separarse, no quería, porque sabía que sería el último.

-te prometo que cosas bonitas vendrán-habló con dificultad

rockabye • adrien agreste [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora