4. Life and death.

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"Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo."

-Mario Benedetti.

Elodie MacQuoid.

16 de octubre de 2018, Alaska.

Cuando atravieso la puerta de mi casa siento que por fin puedo volver a respirar, dejando de lado todo lo que me aflige en su lugar de origen.

Tomo unos minutos fuera de casa para después comenzar a correr lo más rápido que puedo lejos de ese lugar. Mis heridas arden y siento como la venda se moja con lo que obviamente es mi sangre pero no podría importarme menos.

No tengo idea si es por la adrenalina que recorre todo mi cuerpo al estar en medio de la madrugada corriendo en medio de la acera y mi corazón latiendo lo más rápido posible pero de un momento a otro ya no soy capaz de sentir todo el dolor que consumía cada parte de mi cuerpo.

Esto era lo que necesitaba. No puedo imaginarme lo patética que me veo corriendo como si no hubiera un mañana pero la brisa que choca contra mi cuerpo gracias a la velocidad a la que voy y la poca luz que la luna me brinda junto a las estrellas dejando que los faros de luz que hay en las calles sean lo único que me alumbren el camino me hacen sentir libre.

Mi cuerpo ya no me pesa y lo único que quiero es detener el tiempo. Dejar que mi cuerpo se sienta de esa manera siempre y que solo la luna sea testigo de lo que me hace feliz. Ya no duele.

Sigo corriendo mientras suelto carcajadas hasta que llego a mi hogar. El bosque.

Me coloco en la roca de siempre y lo que tenía pensado hacer al llegar era llorar y contarle a Emilia lo que había pasado mientras dibujaba pero al llegar aquí no hay tristeza en mi cuerpo.

Todo lo que quiero hacer es reír tanto que mi estómago ya no soporte el dolor, pero esa es la diferencia del dolor que quiero sentir. Un dolor a causa de momentos de felicidad y no unos que marquen mi vida de manera negativa.

Después de colocar mi trasero en el lugar de siempre me dedico a pensar que es lo que quiero dibujar porque ni siquiera yo sé lo que siento en este momento y eso en algunas ocasiones me asusta pero no hoy. No esta vez.

Luego de una larga lucha contra mí misma decido dibujar dos manos uniéndose pero no tomándose de la mano sino que volviéndose solo una mientras platico de lo sucedido con Emilia pero me enorgullezco al no sentir una opresión en el pecho al hablar de ello como la mayoría de veces me pasa.

-¿Ahora aparte de tener ataques hablas sola?

Me sorprende escuchar la voz de Dewey en este momento.

A mí me pone de todo menos sorprendida.

¿Por qué tiene que aparecer en el momento menos indicado? De todos los días que no lo encontré por aquí ¿enserio hoy?

-¿De qué ataques hablas?

-¿De verdad eres tan ingenua para no saber que esos momentos tan raros en los que ríes como una loca son ataques?

¿Acaba de llamarme loca?

¿Eso es lo único que has escuchado? ¿En serio?

-¿Y quién lo dice?

-Yo, ¿ves a alguien más aquí?

-No, pero no me pareces suficiente.

Es más que eso.

-Aquel día, en la fiesta.-dice tomando asiento a mi lado.

Otra vez la temperatura aumento, ¿no?

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