23. Truth game.

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"El hombre inteligente que se enorgullece de su inteligencia es como el condenado que se enorgullece de su gran celda".

-Simone Weil.

Elodie MacQuoid.

14 de noviembre de 2018, Alaska.

Después de la exposición de mis obras en la galería la profesora dijo que me daría noticias sobre las ventas que se habían reunido gracias a mis dibujos, no lo esperaba mucho la verdad porque lo que me interesaba era que mi trabajo llegara a ese lugar abriendo puertas para un futuro.

Sin embargo no voy a negar que la celebración después de ese evento fue mucho mejor de lo que espere, solo voy a decirles que tenía que ver con un chico llamado Dankworth. Ustedes saben, ¿no?

Desde mi cumpleaños que lo hicimos por primera vez no habíamos parado je, je, je. Más que nada por mí, la celebración fue en su casa y por esa misma razón me encontraba recostada sobre su pecho, mi rostro subía y bajaba gracias a su respiración tan tranquila.

Era por la mañana y por alguna extraña razón el día se tornó nublado y una lluvia torrencial se hizo presente en Girdwood haciendo que las calles fuesen desoladas, el viento hacia que la tierra se moviera en su dirección retumbando con los vidrios de algunas casas al igual que las ramas que daban pequeños toques a las ventanas que tenían cerca por su movimiento descontrolado.

Yo había despertado alrededor de hace quince minutos pero Dewey seguía sumido en el sueño, siendo honesta me daba pereza salir de las sabanas, vestirme y bajar por algo de beber, sin mencionar que la vergüenza también era una de las razones y no quería que su madre me viera. Solo me dedique a observar las gotas corriendo por el cristal de la ventana de la habitación de Dewey y oír el fuerte sonido que producían al caer en alguna superficie.

Parecía que el cielo estaba molesto porque la lluvia en algún punto se hizo escuchar como si las gotas se hubiesen sustituido por pequeños trozos de hielo. Nada de qué alarmarse porque era normal en la naturaleza. Al final termine colocándome mi ropa interior y una camisa que encontré desparramada en el piso, me acerque a la ventana y me quede observando la naturalidad con la que se movían las hojas de los árboles.

No obstante, mi momento de pequeña paz se vio interrumpido gracias al sonido de un móvil. Me di media vuelta y busque con la mirada de donde provenía el sonido hasta que comprendí que venía de mis pantalones que estaban bajo la cama. Me doble un poco y lo saque del bolsillo llevándomelo al oído.

-¿Si?-contesté.

-Elodie, buenas noticias. Todas tus obras se han vendido, sorprendentemente hay alguien muy interesado en el dibujo que entregaste como proyecto.

-Hay un pequeño problema que olvide mencionar.

-¿De qué hablas? Todo ha ido de maravilla.-respondió, con un tono de voz lleno de extrañez.

Incluso podía ver su rostro lleno de curiosidad detrás del teléfono.

-Es que no está en venta, solo lo lleve como exhibición.-aseguré, tranquila.

-¿Qué? Debes estar bromeando.-oí al fondo una risilla que carecía de gracia.

-¿Soy de las personas que bromea con usted?

-No pero... Elodie, escucha.-intentó persuadirme.

-No la venderé y de verdad me alegro que lo demás se haya vendido pero esa es mi respuesta final.

-Han ofrecido una gran cantidad.-zanjó.

-No me interesa.

-Miles de pesos.-comenzó su labor de convencerme.

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