Dudas

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— ¿Estás seguro de que es aquí?

El ruso rió ante la cara de incredulidad del cresta y haciéndole una seña para que bajaran, se encaminaron hasta la entrada del lugar. Aquel edificio de amplios ventanales tintados de negro les dio la bienvenida. A pesar de ocupar bastante terreno, el lugar parecía camuflarse con las calles. Horacio observó que a comparación de la compañía de los Conway, esta no poseía ningún letrero con el nombre de la empresa.

¿Por qué cojones el ruso había dicho que era solo un negocio?

Continuó inmiscuido en sus pensamientos hasta que un beta de piel morena y rastas rubias se acercó a ellos.

— Buenas tardes señor Volkov... Joven. — Saludó el chico.

¡¿Cómo que "joven"?!

Pensó mordiéndose la lengua para no corregir al chiquillo. Era Horacio Pérez, un omega de clase alta, aquel saludo le había descojonado un poco.

— Privet Lamar, no lo lleves muy lejos, solo vengo de paso — informo el ruso sin detener su andar.

El alfa notó como su acompañante lo seguía desde atrás refunfuñando por lo bajo. Tuvo que contener una sonrisa, sabía perfectamente que un omega tan orgulloso como lo era el cresta no pasaría por alto la forma en la que era nombrado. Guardó silencio, si las cosas iban bien, en poco tiempo todos sus subordinados sabrían quién era el moreno; pero hasta entonces, con una mano, entrelazo sus dedos con los del chico, quien se sonrojó de inmediato al ver la unión de sus manos y como este que lo guiaba dentro del recinto no sin antes saludar a los guardias de la puerta.

Horacio pudo sentir casi de inmediato las miradas hacia su persona.

Y mierda que le encantó.

Su vanidoso andar y su mirada petulante habló por él. Sabía que era bello, se sentía poderoso; y el solo hecho de que Viktor Volkov haya decidido caminar con él de la mano en su lugar de trabajo tocaba su corazón y acrecentaba su ego.

Al nacer en una familia como la suya, nunca tuvo la gracia de ver a sus padres, tíos o abuelos tomados de la mano, las únicas veces que había visto a su madre tomando el brazo de su alfa, era cuando ingresaban a alguna reunión o cena de clase alta.

Gran error suyo ilusionarse con aquella vaga muestra de afecto, ya que por boca de Gustabo, se enteró que era una forma de cómo los alfas de grandes familias marcan presencia en los eventos; y que un "alfa respetable" no cedía a esos tratos con su omega en público.

"El lugar de un buen omega estaba detrás de su alfa."

Al parecer Viktor pensaba diferente.

Lo condujo directamente a los ascensores del amplio lugar el cual los llevó hasta el octavo piso; al salir, caminaron a través de un largo pasillo donde divisó a lo largo las oficinas con pared de cristal tintado ocupadas por lo que reconocía como betas. 

Al ingresar por las puertas de la oficina ubicada al final del pasillo, observó los alrededores con curiosidad. El lugar era mucho menos amplio que la oficina de su prometido, de un estilo minimalista, pero funcional, y siguiendo la gama de colores que poseía el edificio.

— Linda oficina, alfa — Halagó el cresta coqueto.

Se puso de puntillas colgándose del cuello del más alto para acercarse a sus labios y besarlo con sensualidad, siendo correspondido de inmediato. Había estado aguantándose de ello desde que bajaron del auto. Y es que sentía como su omega le reclamaba más de aquel ruso. Además que el sentirlo tan poderoso en su territorio solo hacía verlo más apetecible de lo que ya consideraba.

STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora