Viktor Volkov

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Horacio ignoró la mirada preocupada del alfa y con manos temblorosas, contestó el teléfono.

— ¿H-Hola? — Espetó con voz temblorosa.

Durante unos segundos el silencio se hizo presente en la llamada, hasta que luego de un suspiro, una voz profunda llegó a los oídos del cresta.

— Más de diez mil dólares entre habitación de lujo, servicio a la cuarto, maquillaje, ropa, accesorios, perfumes y... condones.

— ¡P-Padre! Puedo... puedo explicarlo... yo-

— ¿No te parece suficiente con avergonzarme a mí y a la familia?

Aquel alfa no necesitaba alzar la voz para tener al chico encogiéndose en su lugar como cachorro lastimado. Horacio sintió como Viktor intentó acercarse a él para reconfortarlo pero un repelús de su parte le hizo apartar la mano. Se alejó unos pasos luego de eso, estaba tan enfrascado en las duras palabras de su padre que no pudo notar la mirada herida del ruso al verlo guardar distancias.

Sintiendo su corazón latiendo a mil se armó de valor para contestar. — Padre y-yo... y-yo en ningún momento quise-

— Horacio, hasta el día de hoy he sido muy permisivo contigo, una y otra vez has demostrado con tus acciones que todos los privilegios con los que siempre has sido rodeado no fueron merecidos — Sentenció duramente. — Eres un desagradecido. ¿Piensas seguir deshonrado a la familia quedándote dios sabe dónde y con quién, teniendo a tu alfa esperando en casa?

— Padre, se equivoca, yo-

— No me equivoco Horacio. — Alzó la voz. — No me equivoco. Es hora de que pongas los pies sobre la tierra y entiendas cuál es tu lugar y cuales son tus responsabilidades como miembro de esta familia. ¡¿Acaso quieres dejar en vergüenza el apellido?!

— ¡No! Jamás querría algo como eso... Yo-

— Entonces volverás con Gustabo García y más vale que arregles este asunto. Tú escogiste a ese alfa y con ese alfa te vas a casar. Tienes un mes para reconciliarte con él y presentar el parte oficial de tu boda.

Colgó.

Exhaló de a poco, no se dió cuenta de que había estado reteniendo el aire hasta ese momento. Un mes... ¿Qué haría?. No quería casarse, no ahora que había encontrado a su pareja destinada, no quería estar con un alfa como Gustabo, no quería pertenecer a los Conway.

Pero tampoco quería estar cerca a él.

— Horacio, tranquilo — Susurró el ruso rodeándolo en un abrazo.

Una lágrima traicionera bajó por su mejilla, Viktor se sentía tan cálido...

— ¿Lo escuchaste verdad? — Preguntó aferrado al pecho del mayor que lo guiaba hacia uno de los sofás de la sala de estar.

— Uhum — Afirmó quedo. Los de su linaje se caracterizaban por desarrollar los sentidos a un nivel más elevado que la gente común. Por supuesto que había oído cada palabra del hombre, no entendía cómo era capaz de decir semejantes estupideces y amenazar a su propio hijo.

— Y... ¿Qué opinas?

— Pues... — Suspiró. — Te voy a ser sincero Horacio, me parece una estupidez. Tengo una idea de lo que el apellido de tu clan representa para ti pero eso no quiere decir que tengas que obligarte a enlazarte con alguien a quien no amas. Y no te digo esto porque seamos destinados, lo digo como opinión propia y porque no quiero tu infelicidad.

Horacio abrió mucho los ojos al escuchar aquello, hasta el momento no habían dicho aquella palabra con claridad.

Se soltó del abrazo que hasta el momento había mantenido con el hombre y guardó unos centímetros de distancia con él. El aroma de Volvov tenía a su omega revoloteando como idiota en su interior. Necesitaba pensar con claridad.

STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora