Streets

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—¡Ya cambia esa cara, hombre!

—¡Greco, déjalo en paz, tío!

Volkov rueda los ojos y desvía la mirada de sus dos amigos, ignorándolos. Greco resopla llevándose una mano al pecho, fingiendo indignación como si el ademán arrogante de su amigo le hubiese dolido.

Llevan buena parte de la noche de esa forma. Cada que Greco nota al ruso ido o lejano de la conversación, lanza alguno de sus comentarios para captar su atención, y por qué no, picarle y divertirse a su costa. Conoce el motivo del humor que se carga, pero eso no significa que tenga que hacerse ajeno a su diversión. Después de todo, a Greco siempre le ha gustado que todos se integren como es debido.

—Hombre... ¿En serio conoces a toda esta gente? —pregunta Ivanov observando la planta baja con una mueca de incredulidad.

La pista y barra en Streets yacen llenas a más no poder, la música resuena a todo volumen ensordeciendo en parte al grupo de amigos que por la edad ya casi no se sienten parte del ambiente que rodea el local, o eso es lo que cree Ivanov, que ya con cuatro cachorros considera que, en definitiva, de todas las veces que se hizo presente en ese local, pocas han sido las ocasiones en las que hubo tal multitud.

—Algunos... cuantos —contesta Greco con sonrisa traviesa.

Comparado a los demás presentes, el hombre de barba abundante no podría estar más en su salsa. Su éxito empresarial y la presencia de sus amigos más cercanos esta noche no podría tenerlo más contento.

—El muy zorro se hizo un marketing de la hostia y puso a mitad de precio casi todo el alcohol barato de la barra —interviene Michelle antes de terminarse su octava copa de brandy.

—Esta noche elevé el precio de la entrada al triple —comenta entre risas—. Estoy bebiendo de chill mientras gano dinero ¡¿A poco no es genial?!

—Eres un perro... —le dice Horacio riendo también, contagiado por el buen humor del alfa.

—Uno muy astuto y que se va a forrar hasta el cuello, chiqui —guiña el ojo, ofreciéndole luego una copa de Virgin Mary—. ¡Ála! Pa' ti. Exótico y sin alcohol.

Horacio observa la copa con asco. Durante la noche Greco no ha hecho más que darle cócteles con nombres raros y sabor a jugo de naranja o limonada de sobre. Sin embargo, el líquido rojo que reposa en su copa luce cómo uno de los licuados con tomate que Michelle alguna vez le obligó a tomar.

A pesar de sus advertencias mentales, lo prueba. Siempre ha gustado de probar cosas nuevas y no dejaría de hacerlo en esta ocasión.

—¡Pero qué mierda es esto, tío! —exclama ni bien sentir el sabor del juego de tomate, la acidez del limón y la salsa picante en su paladar.

Greco estalla en carcajadas ganándose una mirada de reproche por parte de Viktor e Ivanov, quienes mantenían una conversación a parte. A este punto el dueño del onomástico era el más borracho del grupo y cómo no, el que mejor llevaba la borrachera.

—A ver, déjame probar —pide Athenea hablando a tropezones. Horacio le sede el vaso y tal cómo se lo espera, la omega bebe un gran trago de golpe. Su expresión no cambia a una de desagrado, es más, vuelve a ingerir el contenido hasta casi terminarlo—. Que exagerado, Horacio. ¡Está riquísimo!

El mencionado rueda los ojos y discretamente guía su mirada al reloj en la muñeca de su novio. Ya es de madrugada, han pasado más de dos horas desde que arribaron al local y Horacio ya se nota cansado. Luego de bailar todo lo que pudieron aguantar sus pies no ha parado de dar charla con sus amigos mientras que Volkov, muy a su rollo, se enfrascó en intercambiar un par de bebidas sin alcohol con Ivanov.

STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora