Epílogo.

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—Jack Conway, se le declara culpable de todos los cargos que se le atribuyen.

Lo siguiente que la jueza expone es irrelevante para Horacio, cuando el mazo resuena en la sala y el jurado se dispersa, Viktor lo abraza y él vuelve a sentirse seguro de que nada ni nadie volverá a perturbar su paz.

El proceso fue duro, no se esperó volver a ver a su padre alguna vez en su vida, sobre todo como testigo del hombre que casi lo mata. Pero Jack en un acto de desespero, terminó hablando sobre los acuerdos de confidencialidad alargando más el proceso y obligándolo a presenciar cómo una vez más, su padre salía impune de toda acusación

No se detiene a verlo cuando se escabulle hacia la salida, o tal vez sí lo hace, pero eso ya no importa. De igual forma, ya todo había acabado. Jack ingresaría a una cárcel exclusiva para alfas y, gracias a un "pequeño" incentivo por parte de Volkov hacia el comisario de la ciudad, no volvería a pisar el asfalto fuera de esos cuatro muros.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Viktor camino a casa. El alfa maneja el timón con una mano mientras que la otra se aferra a las de Horacio, quien no ha dicho palabra alguna durante todo el trayecto, algo poco común en él y que activa las alertas del ruso.

El moreno suspira y falto de respuesta juega con las falanges del ruso repasando los metacarpianos con la yema de sus dedos, siguiendo por las notables venas de su mano. Siempre le ha resultado atractiva la piel clara de su alfa—. Si te soy honesto... No sé cómo me siento. Es extraño —se encoge los hombros—, ha pasado más de un año ya, en algún punto pensé que esto nunca acabaría.

Volkov sopesa su respuesta. Gira la intersección y sigue de frente ingresando por el pasaje que colinda con su hogar. Se estaciona en frente, pero no baja del auto—. Entiendo que te sientas así, después de todo fuiste tú quien se llevó la peor parte en todo esto. A lo que quiero llegar es que... ¿sabes que si te sientes mal puedes hablar conmigo, verdad? Yo estoy aquí para tí, para lo que sea.

Las comisuras del moreno se curvan inevitablemente, durante todo el proceso Volkov no ha parado de dejarle en claro que estaba ahí para apoyarle, lo agradecía, mucho en realidad; no habría podido afrontar todo esto de no ser por él y el apoyo de sus amigos más cercanos.

Asiente y en un rápido movimiento se quita el cinturón para rodear al ruso con sus brazos. Esconde sus rostro en el hueco de su cuello y aspira aquel aroma que tanto adora mezclado con la colonia que el alfa solía usar. Unas fuertes ganas de besarlo lo invaden y no se cohibe al buscar sus labios, podría atribuirlo a la falta de sexo o el calor que últimamente su alfa desprende por la cercanía de su celo, pero las ganas con las que junta sus labios en un beso apretado no se las quita nadie.

—No podemos —murmura el alfa con voz amortiguada por la unión de sus bocas.

Horacio no le da cabida a pensar con claridad, es algo a lo que se ha tenido que acostumbrar. El raciocinio se le va al demonio cuando se trata del moreno. Así que se entrega unos minutos más al fogoso beso antes de alejarlo cuidadosamente.

—Ya sé, ya sé —responde él en un jadeo. Vuelve a besarlo, esta vez introduciendo su lengua y enzarzándola con la de él en un movimiento lento antes de separarse—. Sólo probaba un poquito —se excusó con aires inocentes tomando asiento de copiloto nuevamente mientras quita los restos de saliva en la comisura de sus labios con el dorso de la mano.

—Joder... así que una probada, eh...

—Si, si, un poquito no hace mal a nadie ¿no?

Viktor sonríe de lado, por supuesto que no se lo negaría, incluso si ese poquito lo dejara con la polla más dura que un poste de luz, jamás le negaría nada a su futuro esposo.

STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora