Alfa

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Volkov caminó presuroso hacia su habitación con su omega en brazos. Su corazón latía fuertemente y no estaba seguro si era su cuerpo el que había empezado a temblar de los nervios o se trataba de Horacio, quien se aferraba a él con fuerza mientras sollozaba y restregaba a la par sus partes bajas contra el abdomen del ruso en busca de aliviar su creciente necesidad.

Era humillante, pero no podía evitarlo. Estaba en celo, su temperatura corporal quemaba al tacto de las manos del alfa, su respiración era pesada y la lucidez en su cerebro empezaba a distorsionarse generándole aquella urgencia de ser empotrado por Viktor sin consideración o preparación alguna.

Ya en la habitación del mayor, Volkov apoyó una de sus rodillas sobre el colchón y depositó con sumo cuidado el cuerpo de Horacio en medio de la cama.

—Dios. Horacio, estaba tan preocupado... —susurró el alfa besando repetidas veces la sien del moreno que se negaba a despegar su cuerpo y romper aquel apretado abrazo.

Horacio estaba jadeante y empapado en sudor producto del celo, pero a Viktor le podía importar menos. En la seguridad de su lecho, nada ni nadie les podría interrumpir o hacer daño. Siguió con su reguero de castos besos acariciando con una de sus manos el cabello teñido de rubio y se preguntó cuándo fue que Horacio decidió cambiar el bonito tono de rosa que llevaba la última vez que se vieron. Los días sin él se sintieron mucho más lejanos y lúgubres ahora que por fin lo tenía a su lado.

Cuando se conocieron, Viktor no mintió al decir que su vida era aburrida y monótona. A pesar de la compañía de Michelle y sus demás amigos, siempre sintió que le faltaba algo. Pero no fue hasta que coincidió miradas con Horacio que entendió que no le hacía falta algo, sino alguien.

Encontrar a su omega destinado fue más que un golpe de suerte, Horacio giró su mundo de cabeza de una forma que no esperaba para su primer amor. Maldijo todas aquellas veces en las que se entregó en cuerpo a extraños que solo pudieron ofrecerle el mínimo de sensaciones que experimentaba cada que abrazaba a su omega. Tocar, besar, sentirse perteneciente a su pareja destinada tanto en cuerpo como en alma tenía mucho más significado para él que un lío rápido en el baño de cualquier club.

Pero hoy al ver a Horacio, un hombre tan seguro de sí mismo... tan imponente, en aquel estado de vulnerabilidad, tan frágil cómo nunca lo había visto, caló en sus entrañas de forma desagradable. Horacio era su luz, la más brillante de las estrellas en su universo. Jack Conway había provocado en él el despertar de un lado instintivo y salvaje de su alfa, un lado que le haría pagar cada lágrima derramada por su omega.

Cuando el llanto del moreno cesó, Viktor se separó poco a poco de él asegurándose de barrer los restos de las lágrimas en su rostro con la yema de sus dedos. La sangre en la ceja de Horacio ya estaba seca al igual que la de sus labios, seguía preocupándole la herida del hombro y le urgía buscar atención médica para Horacio, sin embargo, sabía que ambos necesitaban de este breve momento. Nunca se atrevería a dejar a su omega llorando y rogando por su compañía.

Respiró un par de veces tratando de calmarse. No era de piedra, por supuesto que los efectos del celo de Horacio estaban haciendo mella en él, pero no pensaba hacer caso a sus bajos instintos ni a su alfa que luchaba por aliviar el deseo de su omega. No obstante, cuando llevó su vista hacia abajo, donde la tela de su camisa azul noche yacía ligeramente humedecida por los fluidos del menor, se le vino el pensamiento de que «Esto va a ser más difícil de lo que creí».

—P-Perdón —susurró Horacio apenado pero no pudiendo evitar removerse en su sitio inquieto y juguetear con la mano libre de Volkov en un intento de centrarse.

—No te preocupes por eso ¿si? —restó importancia el ruso dejando un pequeño beso en la frente de su pareja—. ¿Es posible que me dejes ver? —dijo refiriéndose a la herida de su hombro— Necesito estar seguro de que no estás herido de gravedad. P-Pero si no te sientes cómodo no pasa nada, yo... puedo llamar a alguien para-

STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora