Horacio se estaciona y un suspiro lleno de alivio sale de sus labios, esta vez no chocó el auto.
Se mentaliza que debe ir de a poco, hace nada que logró pasar el examen de conducción y es sólo cuestión de tiempo para igualar una destreza similar a la de su marido.
Cierra el portón que da a la calle y automáticamente la luz natural de la tarde es reemplazada por la luminiscencia artificial que le brindan los focos led de su estacionamiento privado. Frente a él, su moto nueva —regalo de cumpleaños adelantado de él y para él— lo espera como motivación para mejorar sus habilidades de conducción.
—Horacio, ¿me estás prestando atención? ¿Sí puedo llevarla al zoo y parques de diversiones? A mi me encantaba ir de pequeño.
—Greco, recuerda que aún no es muy hábil al correr. Si se cae le pasa algo eres hombre muerto —advierte el omega a la par que desactiva el altavoz y aproxima el teléfono móvil a su oreja.
No hay respuesta durante unos segundos. Horacio conoce tan bien al de barba que imagina estará pensando. Entiende que puede ser exagerado, que los niños se caen y aprenden de ello pero no puede evitar ser sobreprotector, Ivanna es su mayor adoración.
—Como digas, chiqui. Tendremos cuidado —acepta finalmente—. Eso sí, no me hago responsable de que luego no quiera separarse de mí, Ivye adora a su tito Greco.
La risa del mayor es contagiosa, rueda los ojos no pudiendo creer con quién fue a confiar a su bebé. Durante un segundo duda, su instinto omega hace que no quiera estar lejos de su cría.
—Greco...
—¡Vamos, macho! No te preocupes, la pasaremos genial. Tu ve y disfruta. ¡Cuando vengas te quiero ver caminando como Bambi y con una enorme sonrisa, eh!
Horacio bufa con gracia antes de despedirse guardar el móvil en el bolsillo de su pantalón. Sale del auto, ingresa a la vivienda por la puerta al interior de la cochera y sube las escaleras que llevan a la primera planta.
—¿Viktor? ¡Ya volví!
No hay respuesta.
Frunce el ceño, extrañado por no encontrar al alfa recostado en el mueble de la sala tal y como lo dejó. Escanea a su alrededor, su hogar, como siempre, se encuentra impecable. Antes de subir, repasa mentalmente si todo está listo para pasar una satisfactoria cuarentena con su esposo, después de todo, esta sería la primera vez que experimentaría el celo de su alfa, ya que en su primer año juntos, la herida aún no recuperada de su cesárea les fue impedimento.
Un año atrás pasó algo similar, el delicado estado de salud de su cachorra por una gripe de invierno ocupó toda su energía y no le permitió cuidar de su alfa como hubiese querido.
Viktor pasó estos dos últimos celos a base de inhibidores y por su propia experiencia, no iba a permitir que abusara de ellos reprimiendo su celo un año más.
Esta vez no había nada que lo obstaculizara. Ivanna crecía cada día más y gracias a la disposición de sus amigos, Horacio podía dejarla al cuidado de ellos con total confianza.
Durante este último año el cuidado de su hija requirió sacrificios por parte de él y Volkov respecto a la unión de sus cuerpos en esos días del año donde sus instintos reproductivos tomaban acción.
Por fortuna aquello ya eran aguas pasadas, ahora tenían toda la casa para ellos dos, un montón de comida congelada en el refrigerador y el minibar repleto de agua embotellada en su habitación. Pese a la reticencia del alfa, Horacio se encargó de todo aquello para cuidar de él y no tener que hacer algún esfuerzo extra en caso él también se viera afectado por las feromonas de su esposo.
ESTÁS LEYENDO
STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)
FanfictionNacido para servir y obligado a casarse por conveniencia, Horacio aprovecha la traición de su prometido para irse de fiesta sin premeditar que terminaría enrollándose con su pareja destinada. Viktor Volkov era todo lo que él soñó pero sabía que no p...