Tormento

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El estridente cantar de los pájaros lo alejó del sueño de a poco, la luz del sol casi ni se vislumbraba a través de las gruesas cortinas de shantung; sin embargo, fue otra cosa lo que terminó por despertarle. Aún con los ojos cerrados, frunció el ceño al percibir el desagradable olor de un alfa que no era su novio.

Aquel pensamiento activó sus alertas y lo hizo incorporarse de golpe, provocando un fuerte mareo que lo hizo volver a caer contra el colchón. Horacio soltó un gemido de dolor, palpando la zona afectada sintió que su cabeza daba vueltas. Intentó acomodarse buscando disminuir la insufrible sensación pero casi de inmediato volvió a soltar un alarido de dolor, todos sus músculos yacían resentidos por los golpes impartidos por su padre anoche, sobre todo su espalda y costados, dichas partes de su cuerpo fueron las más maltratadas en su intento de proteger su abdomen.

A pesar de su dolencia no tardó en hacer caso a su omega el cual lo alertaba del peligro, abrió los ojos con esfuerzo y se estremeció al visualizar al alfa de cabellos azabache sentado al extremo de la habitación, frente a él, hurgando en su bolso y observando el contenido con desdén.

— Me resulta interesante todo lo que puede tener un omega en su bolso — dijo el alfa aún con la mirada gacha. — Pero... ¿Una prueba de embarazo? Eso sí que no me lo esperaba.

Jack mostró al omega la caja y la agitó en son de burla. Horacio quiso levantarse y arrancarla de sus manos pero no podía moverse, estaba demasiado débil y adolorido. Sólo pudo observar desde su posición cómo el alfa sacaba el contenido de la pequeña caja revelando la prueba. Horacio contuvo el aire y sintió sus ojos picar, no quería llorar, ya suficiente había sido humillado frente a ese alfa; pero estaba revisando algo tan suyo... algo que sólo él debería ver primero.

Jack lo miró a los ojos sonriendo de costado. — Es una pena, ese ruso no es lo suficientemente alfa como para cumplir bien con su tarea, pero... en hora buena para ti. Tengo la certeza de que conmigo quedarás preñado al primer intento sin problema alguno.

Una solitaria lágrima calló por la mejilla del moreno al entender el significado de las palabras del alfa. Se había estado mintiendo a sí mismo y a su omega diciéndose que no lo deseaba, pero la dura verdad era que, la noche anterior había estado protegiendo con esmero... nada.

Luego de Andrés Pérez le propiciara la golpiza de su vida, los hombres de Jack se lo llevaron a rastas de los dominios de su familia, nadie hizo nada para evitarlo por más que gritó, lloró y luchó con uñas y garras. No recordaba exactamente qué pasó al bajar del coche, sólo que lo inmobilizaron y luego sintió un ardor extraño que lo dejó sin fuerzas casi al instante.

— Debes estar algo mareado por el sedante. Me tomé la molestia de mandar a hacerte unos exámenes para corroborar si estabas... apto. Tienes un guardarropa nuevo con prendas a tu medida, tómate la libertad de usar lo que desees y si tienes alguna petición, tan sólo llama a alguna de las sirvientas para que ingresen a la habitación.

Conway guardó la prueba y todo lo que había sacado dentro del bolso del omega, se puso de pie acercándose a la pequeña mesa ratona donde descansaban un par de papeles y un bolígrafo; los sostuvo y regresó hasta donde Horacio, quien intentaba incorporarse los suficiente como para sentarse y no quedar completamente expuesto al alfa.

— Me ahorro el discursito cursi, pero si deseas, te puedo proponer matrimonio jurándote amor eterno, dime cómo lo prefieres muñeca. — dijo extendiéndole la solicitud de casamiento firmada por él y con el espacio libre para su firma y huella. — Te prometo que te trataré bien... siempre que te lo ganes.

Horacio alternó la mirada entre los papeles y el alfa que aguardaba paciente. Indignado, tomó el documento y lo partió en dos, lanzándole las mitades en la cara al alfa. — ¡No voy a firmar una mierda!

STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora