Al escuchar el ruido de la puerta principal siendo abierta y cerrada, Horacio frunció el ceño. ¿Por qué ella tenía una copia de la llave de la casa?
Más pronto que tarde, la pelirroja hizo presencia dentro del departamento, un programa concurso se reproducía por la tele desde hace más de media hora, Horacio había decidido esperar a la pelirroja en la sala de estar con la simpleza de que le generaba desconfianza tenerla cerca de su nido.
Había sido duro para él dejar la habitación de Volkov, mentiría si dijera que se sentía completamente bien. Luego de que el alfa abandonara su hogar Horacio se obligó a tomar una ducha fría para despejarse, sin embargo, el calor en su cuerpo se volvía algo complicado de sobrellevar sin los mimos y palabras de amor de su pareja.
La presencia de Michelle lo ponía nervioso. Horacio tenía la perspectiva de la pelirroja como una omega grácil y de alta categoría. Por supuesto que él también lo era pero... saber que ella es acreedora de un puesto valioso en la vida de Volkov, y que de no congeniar afectaría directamente a su relación con el alfa, ponía un peso sobre sus hombros que no estaba seguro de poder cargar.
Pero ya no puede pensar más en ello. Michelle llega y lo saluda de forma cordial, sus vestimentas ya no son las mismas que cuando la conoció en las oficinas. Ahora porta un look mucho más informal.
Sus cabellos, brillantes y perfectos están atados en una coleta suelta, viste una blusa verde militar holgada y sus pantalones de chandal negros son algo que Horacio al ser un amante de la moda no puede evitar repasar con la mirada.
La omega sigue viéndose muy hermosa, si. Pero ya no hay rastro de sobriedad en su vestimenta, ni en su porte como en su primera impresión... es extraño.
Ella se presenta otra vez al igual que Horacio, hay un silencio incómodo durante unos minutos pero a la omega, acostumbrada a romper el hielo en el trabajo parece no afectarle, ella habla de forma amical, pregunta por su salud y cómo se ha portado Viktor con él.
Horacio se tiene que recordar infinidad de veces que esa mujer es cómo un familiar del ruso y que no está haciendo nada malo, por lo que debe aguantar las múltiples ganas de decirle que no hable de él, porque se muere de celos y no quiere llegar a la parte donde le cuenta cosas que por obvias razones él no sabe de la infancia de Volkov. Así que se limita a sonreír y responder escuetamente.
Con el pasar de las horas descubre que en realidad Michelle Evans es similar a una caja de pandora. Horacio es un omega bien entrenado, su instinto no le falla y logra estudiar detalladamente a la pelirroja. Durante todo su rato juntos, descubrió entre muchas cosas que aquella primera impresión suya de Michelle no había sido más que una fachada. Aquella mujer odia los tacones a pesar de llevarlos siempre, no vive sin café, tiene problemas con su ingesta de whisky, le gustan los k-dramas y... sus feromonas son extrañas.
Horacio frunce el ceño, quiere preguntarle por qué no detecta su aroma de omega pero es difícil, puede ser malinterpretado o incluso tomarlo como una ofensa. Definitivamente si le cuestionaran a él algo así, no reaccionaría de forma amable. Es por eso que calla.
—¿Sabes? Viktor antes hacía lo mismo cuando se hallaba afligido. Aleksandra solía acariciar su cabello hasta que se sintiera mejor —comentó Michelle sonriendo nostálgica. Había notado que el omega de cresta se encontraba desde hacía rato distante y sumido en sus pensamientos.
Aquello llamó la atención de Horacio, quien la miró a los ojos.
—¿Cómo era su hermana? —preguntó sin poder controlar su curiosidad.
—Muy hermosa, una omega alegre, divertida, tenía un carácter fuerte pero también solía ser muy compasiva. Era una persona muy especial, una en un millón —dijo—. Estoy segura que si la hubieses conocido, se habrían llevado muy bien.
ESTÁS LEYENDO
STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)
Fiksi PenggemarNacido para servir y obligado a casarse por conveniencia, Horacio aprovecha la traición de su prometido para irse de fiesta sin premeditar que terminaría enrollándose con su pareja destinada. Viktor Volkov era todo lo que él soñó pero sabía que no p...