ESCENA VII

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La falta de aire a causa de aquel ajustado vestido, el dolor de cabeza por la falta de comida y el fuerte shock provocado por aquellas imágenes tan irreales nunca antes vistas por él, todo, absolutamente todo le daba vueltas, su vista se nublaba cada vez más, el perfil del chico que colocó una capa sobre él- cubriendole casi por completo- y que lo había tomado en brazos minutos atrás parecía de lo más borrosa, su cuerpo se había relajado y a causa de esto el grande golpe de cansancio y sueño dominó todo su cuerpo, una luz brillante se plantó antes sus ojos y terminó por perder el conocimiento.

-Señorita, por favor bájese de ahí-

Una pequeña chica de hermosos cabellos rubios y largos, tes clara, de estatura pequeña y ojos azules se encontraba arriba de un árbol, su blanco vestido estaba roto y sucio por la actividad que la niña se encontraba realizando y aunque ya se le había pedido varias veces que bajara de ahí, hacia caso omiso regalándole una amplia sonrisa a su cuidador.

-Sebastián, deberías subir... ¡la vista aquí arriba es muy bonita! -

Comentó la chica que no paraba de mirar la hermosa ciudad de Verona a lo lejos, mientras disfrutaba del agradable clima y la suave ventisca que hacía aquel día.

-déjese de bromas y baje por favor, sus padres no tardaran en llegar y me castigaran si la encuentran ahí arriba-

Dicho esto, la chica se lo pensó dos veces, quería demasiado a Sebastián como para permitir que le castigaran por su culpa, asi que decidida bajó de aquel árbol con mucho cuidado, siendo recibida por aquel hombre de edad mayor quien no se esperó para revisar de que no tuviera ninguna herida.

-Estoy bien Sebastián... no hay de que preocuparse-

-Señorita, debería tener más cuidado cuando suba a esos árboles podría llegar a lastimarse-

-Lo sé, pero he bajado sana y salva ¿cierto? -

La mirada de reproche se hizo notar en el mayor y quien de sus labios soltó un profundo suspiro-Sus padres no tardaran en llegar, será mejor que tome un baño y cambie sus ropas-

La chica hizo una mueca, odiaba tener que bañarse. Pero lo haría por él, más que un sirviente y alguien que cuidase 24/7 de ella, era su mejor amigo...el único que tenía en aquellas grandes cuatro paredes que la rodeaban.

"Hija del rey de Verona".

Llevar aquel título le había privado de muchas cosas, una de ellas era su libertad.

Y es que, al ser hija de un rey, siendo ella una mujer, la hacían un blanco demasiado fácil para quienes consideraban a su padre como el enemigo, no lo culpaba, pero el poder corrompía a la gente y cualquier pequeño descuido podría poner su vida en peligro. Lo entendía, pero moría por salir de aquel castillo y ver el mundo con sus propios ojos.
...

Un día, cuando decidió escapar de casa y adentrarse al bosque- en la fría y oscura noche- fue perseguida por unos lobos, asustada, salió corriendo despavorida hasta caer y tropezar con la raíz de un árbol. No sabía que hacer, su corta experiencia y poco conocimiento no le permitían pensar más allá que correr y ahora aquello resultaba imposible con el tobillo lastimado. Cerró sus ojos esperando el final y antes de que aquellos lobos se abalanzaran contra ella un silencio terminó por dominar el lugar, el ataque de aquellas bestias nunca se concluyó y sus pequeñas orbes se abrieron de par en par dando a lugar a la silueta de un hombre frente a ella.

- ¿Te encuentras bien? -

La voz de aquel chico era cálida y dulce, su cabello platinado brillaba ante la luz de la luna, su tez era pálida, sus ojos -que la pequeña juraba haber visto rojos unos segundos antes-parecían ser solo de un café claro, portaba un traje blanco y una capa corta reposaba en uno de sus hombros, se inclinó y le acercó su mano para ayudarla a ponerse de pie. Las mejillas de la pequeña chica se tornaron de un color rojizo y apenada negó con la cabeza al mismo tiempo que señalaba su pie lastimado.

Midnight Theatre [2Min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora