CAPITULO 12

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Los segundos se hicieron minutos, los minutos horas, y las horas se convirtieron en total angustia y desesperación aquel viernes. Recorrí desesperadamente la habitación una y otra vez en un medio círculo rodeando la cama.
Mi mente viajaba a mil por hora en ese instante preocupada pensando y pensando en las distintas posibilidades. Que si se le había olvidado, que pronto iba a llamar, que si le había pasado algo, que le surgió un problema familiar y luego marcaría para avisar que se pospondría nuestra cita. Junte las palmas de mis manos nerviosa y las frote tratando de darme calma, no había visto a Brian desde las dos de la tarde, había asistido a una conferencia de maestros y llegaría hasta las cinco o seis de la tarde. Me había dejado refrigerios para comer y desayunar, pero no había tocado nada porque me estaba muriendo de los nervios y la preocupación.
«No podía ser cierto, Josh se veía entusiasmado, no podía dejarme plantada» pensé con tristeza.
Mi miedo fue aumentando confirme transcurría el tiempo, dieron las cinco de la tarde y baje a la sala encendiendo las luces. Me dirigí al teléfono y marque los dígitos con los nervios de punta. «Tal vez si le recordaba vendría»-pensé aún ilusionada.
Espere pacientemente que respondiera la llamada, un tono, dos tonos, tres:

"Lo sentimos. El número que usted marco no existe. Favor de verificar su llamada".

Las lágrimas inundaron mis mejillas y colgué resignada. Me quedé ahí sentada en el sofá con el corazón latiendo deprisa, y desilusionada. No podía ser posible. Cerré mis ojos mientras las lágrimas seguían bajando como cascadas.
Mis manos se quedaron arrugando el vestido que me había puesto para la ocasión. Lancé unos cuantos sollozos, y después sentí unas manos tomar las mías suavemente con delicadeza. Abrí los ojos y Brian May se encontraba en cuclillas delante de mi, vestía un pantalón y zapatos negros. Una camisa de botones negra con los tres primeros botones desabrochados y una casaca blanca.
Acerco su mano a mi mejilla derecha y sin pedir permiso enjuagó mis lágrimas con sus largos y niveos dedos.
—¿No llego?–su pregunta sonó más a una afirmación.
Hice una mueca de tristeza.
—No–mi voz sonó frágil y quebradiza, mientras negaba con la cabeza y me soltaba a llorar desconsoladamente sobre su hombro pasando mis brazos por su cuello.
Su mano derecha se enterró suavemente en las hebras de mi cabello y con la otra propinó suaves caricias en mi espalda en un intento de consolarme.
—Roger tenía razón.–susurre mientras enterraba mi cabeza en su hombro.
El se tenso, sentí como se relajaba y paso sus manos suavemente por mi espalda de arriba a abajo una y otra vez.
Me separé de él limpiando mis lágrimas con las dos manos, aunque el rimel que traía se había corrido. Brian observó cautelosamente mi vestido de verano y sonrió empático.
—Ya vuelvo. –agrego con una sonrisa para luego subir las escaleras, no sin antes apretar mis manos entre las suyas.
Bajo de nuevo con una chamarra negra de piel y lo observé extrañada.
—Vamonos. –replico mirándome desde la entrada de la sala.
Lo observé con las cejas juntas sin entender.
—No voy a permitir que te dejen vestida y alborotada. Seré tu cita esta noche. –agrego sonriendo. —Te espero en el auto.
Me levanté torpemente y tome mi saco en caso de que hiciera frío, lo seguí afuera y abrió la puerta de su auto para mí. Subió a este y lo observé en silencio mientras conducía.
Aparcamos en un lugar vacío en el centro comercial. Brian bajo y abrió mi puerta y tomo mi mano.
Lo observé curiosa sin decir nada y permitiendo que me llevará a no se dónde. Lo tome del brazo y nos detuvimos enfrente de el cine. Alce la cabeza para mirarlo con mis labios medió entre abiertos.
—¿Que película te gustaría ver? –añadio suavemente.
—Una de terror.
Brian sonrió mostrando sus dos colmillos y nos formamos en la fila, observe como sacaba el dinero para pagar las entradas, sus omoplatos se marcaron visiblemente a través de la casaca blanca. Me lanzó una fugaz mirada mientras esperaba a que le dieran el cambio y los boletos. Baje la mirada avergonzada y con las mejillas rojas.
—Listo–anuncio con las entradas en la mano y sonriendo ampliamente.
Entramos.
—¿No quieres unas palomitas?.
Agaché la cabeza avergonzada.
—Brian no... –comence a decir.
—Por favor. –suplico desesperadamente.
Alce la cabeza topandome con su mirada hazel.
—Vamos Mia.–me ánimo.
—Esta bien.
Antes de entrar pedimos unas palomitas extra gigantes de mantequilla, dos refrescos y varios chocolates. Entramos a la función y nos sentamos en nuestro lugar. Brian quedó a mi derecha. Le di un sorbo a mi refresco mientras esperamos a que se llenará la sala, observé a mi alrededor curiosa. No había mucha gente. Brian me extendió el bote de palomitas y agarre un puñado.
—¿Te gustan las pelis de terror?–agrego mirándome.
—Algo. –agregue mientras le daba otro sorbo a mi refresco.
El sonrió y agachó la mirada rascando su frente.
Le quite el bote de palomitas Y comencé a comer, Brian apoyo sus codos en los antebrazos de la silla y entrelazo sus dedos mientras me observaba comer. La sonrisa no se borró de su rostro.
—¿Estás muy feliz hoy no?–agregue observandonos mientras me chupaba los dedos cubiertos con la mantequilla. Relamio sus labios con su lengua humedeciendolos y observó mis dedos.
—Hace tiempo que no venía al cine.
—Yo tampoco. Gracias por eso. –añadi con una sonrisa. —Que chistoso decir que mi primera cita fue contigo–me eche a reír divertida.
Brian juntó sus cejas.
—¿Jamás habías salido con ningún chico?–pregunto curiosamente.
—No. –volvi a reír genuinamente.
—Considerate afortunado jajajaja. O en realidad sería al revés. –agregue observandolo.
El abrio un poco sus labios y miro hacia el frente lanzando una corta risa nerviosa y se rascó la frente.
—No creo. –replico riendo y luego mordió su labio inferior.
—¡Oh vamos!. Muchas de sus alumnas quisieran estar en mi lugar.
Brian alzó las cejas he hizo una mueca elevando las comisuras de sus labios asíntiendo con la cabeza, sus rizos rebotaron de arriba hacia abajo.
—Probablemente.
Me lleve otro puñado de palomitas a la boca y asentí.
Trague el bocado y lo regrese a mirar.
—En cambio yo estoy sentada aquí con usted. –me encogí de hombros. —Lilly estaría muerta de envidia.
—No le digas nada.
—¡No que voy a andar diciendo!–alce la palma de mi mano restándole importancia. —Me llevo el secreto a la tumba May. De esto ni Roger se entera, ni Liz. —Admito que es agradable y a veces gracioso.–le sonreí y luego estire la mano para palpar sus rizos. –Hace tiempo que quería hacer eso. Brian miro hacia arriba observando los movimientos de mi mano.
—Cuando gustes nena.
—Gracias–agregue llevándome otra palomita a la boca. Tome otro sorbo de mi refresco.
—En fin. Gracias por la cita, fue mejor de lo que pensé.
—Me alegra que te haya gustado.
Lo regrese a mirar y le dedique una sonrisa de agradecimiento.
Las luces se apagaron y lancé un suspiro profundo. Puse mi palma extendida delante de Brian quien me observó confundido.
—Toma mi mano, me pongo nerviosa cuando empieza una película. –explique.
Brian entrelazo mis dedos entre los suyos, su piel suave me produjo escalofríos.
—Y otra cosa.–agregue atrayendo su atención. —Si ve que quiero gritar tapeme la boca con su mano.
—¡¿Que?!–agrego observandome extrañado.
—Solo haga eso.
Escuché a Brian maldecir por lo bajo y sonreí pícaramente.
—Es eso o me calla de otra forma si grito.
El rizado se llevó la mano libre al rostro.
Lo estaba poniendo nervioso y eso me gustaba.
—De acuerdo.
Intensifique el agarre de su mano  y el lo noto porque se puso rígido en su lugar, su piel era suave, y en vez de ponerme nerviosa me daba tranquilidad. No podía decir lo mismo de el. Pues su postura no cambio en todo el tiempo que duró la película, pero se sentía cómodo, eso no lo dudaba.
Y ambos estábamos disfrutando de la cercanía del otro. Eso era bueno.





𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎//𝐁𝐑𝐈𝐀𝐍 𝐌𝐀𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora