CAPITULO 24

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Cuando estás con la persona que te gusta simplemente te imaginas todo lo que podrían pasar juntos en unos instantes. Tal vez luego hasta piensas que es ridículo emocionarte tanto.
Te imaginas vivir con el, llevarle todos los días el desayuno a la cama, adoptar un perrito y cuidarlo. Llegar a su casa y acostarte junto a él en silencio buscando la protección de sus brazos.

Suspirando cada vez que lo veas acercarse a ti lentamente, que tu estómago se encoja de emoción al abrazarlo, al tocarlo, al sentir sus manos acariciando tu piel.

Que es lo que Brian estaba haciendo por debajo de las sábanas.
Sonreí mientras cubría mis ojos con mi antebrazo disfrutando en silencio sus caricias.
Sus dedos mandaban olas de nerviosismo a todo mi cuerpo, era tan intenso que me hacía temblar de pies a cabeza al recordar lo que había pasado anoche. Y aunque no habíamos pasado a más, me había quedado con esa sensación de que algo faltaba.
Me levanté y lo tome de la nuca para guiarlo hasta mis labios, quería que supiera cuanto lo   y cuánto lo estaba amando en silencio en ese preciso instante. Sentí como sus manos se enterraron en las sábanas haciendolas puños justo a los lados de mi cabeza. Mientras nos besamos con fiereza.
Comencé a gemir entre besos presa del placer que sentía en ese momento, mis caderas se alzaron y comenzaron a moverse en un delicado vaivén tratando de sentir su abultado miembro debajo del boxer que traía puesto.
Me encanta sentir las sensaciones que le provocaba, me hacía sentir empoderada.
Su lengua entro en mi cavidad bucal y paso su mano por debajo de mi cabeza. Profundizando más aquel beso.
Brian me arranco la sábana del cuerpo he hizo que quedara con su pecho recargado en mi espalda.
Fruncí el ceño con una sonrisa mientras volteaba a verlo y el luchaba por abrir mis piernas lo máximo posible.
Bese su barbilla cuando dos de sus dedos entraron en mi vagina.
Recargue mi cabeza en su hombro haciéndola hacia atrás y cerré mis ojos con fuerza mientras sus manos se dedicaban a atender mi sexo ahí abajo.
—¡Oh Bri!–gemí lo más alto que pude.
—¡Me encanta cuanto pronuncias mi nombre, chiquita!. ¡Suena tan bien en esa boquita tan sexy que tienes!. –susurro en mi oído.
Su voz ronca susurrandome despacio al oído mandaba escalofríos por todo mi cuerpo.

Por mis venas corría la necesidad de quererlo más, dejar me que hiciera suya y que me diera todas esas sensaciones tan prohibidas pero a la vez tan peligrosas y excitantes. Era un placer tan inmenso compartirlo con el.

—¡Me encanta tu nombre!–suspire mientras sus dedos salían y entraban de mi vagina a toda velocidad.—Me gustas tú.–suspire mientras hacía hacia atrás mi cabeza.—¡Me encanta todo lo que me haces sentir!. ¡Aunque sé que está prohibido!.

Prohibido.

—Ambos no nos podemos negar, preciosa. Solo tú y yo sabemos lo que pasa por nuestra mente. Solo tú y yo sabemos el deseo mutuo con el que luchamos cada día entre estas cuatro paredes.

Espere tanto tiempo para dejar que ahora veas con tus propios ojos todo lo que siento por ti, todo lo que eres para mí y lo que sería capaz de darte.

Mi cuerpo se arqueo en respuesta mientras sus dedos continuaban con su trabajo enterré mis dedos en su nuca. Mientras un gritó opacaba sus palabras, pero le daba la razón a las mismas.
—Entregate ahora.–susurro en mi oído. —Entregame tu orgasmo.

Cerré mis ojos con fuerza mientras sus dedos danzaban alrededor de mi ya hinchado clitoris. Mi pecho subía y bajaba y una fina capa de sudor me envolvía toda. Brian trato de opacar mis gemidos con un beso.
Me separé de él y lance un gritó de placer mientras todo el cuerpo me temblaba y sentía apretarme contra los dedos de Brian con tanta fuerza. Podía sentir a Brian sonriendo con orgullo detrás de mi.
Había llegado mi clímax una vez más gracias a él.
—¿¡Podemos repetirlo!?–susurre emocionada
—¡Oh dios!–replico Brian riendo y me observó pasmado.
Le lance un guiño.
—Creo que no te deje satisfecha.
—Lo haces, pero cada vez que termina me haces desear que suceda cada vez más.–replique mientras me levantaba y me ponían enfrente de el.
Aún sentía la humedad entre mis piernas, y aumentó cuando sus ojos se posaron en los mios y una sonrisa traviesa surgió de sus labios.
Tome su bulto entre mis manos y el lanzo un respingo.
—¿Entonces?–replique mientras le lanzaba un guiño.
—Aun no es tiempo, pequeña.
—Me asombra tu capacidad de contenerte.
—Juro que estoy luchando por no abrirte las piernas y meterte mi polla en este instante, y hacerte gritar como si no hubiese mañana, Mía. –replico el mientras comenzaba a levantar la ropa de cama.
Se dió la vuelta y me lanzó una mirada que no supe descifrar.
—Te deseo de maneras que aún no puedo explicar. Pero necesito contenerme. No puedo llegar y tomarte así como así. Necesito que te enamores de mi. No te haré mía hasta que tú corazón esté latiendo por mi.
Me acerque a él y pose mis manos en su pecho.
—¡Pero yo te necesito! –chille desesperada.
Brian sonrió compasivo mientras mostraba sus colmillos.
—Lo se amor. –susurro mientras ahuecaba mi mejilla con su mano.—Tambien te necesito. Pero no podemos hacer nada más.
—¿Por cuánto tiempo estaremos así?
—Eso ya depende de ti.
Beso mi mejilla y entro en el baño, déjandome en el silencio de su habitación, el deseo aún palpitaba en el aire.
Observé la cama destendida, las sábanas blancas mojadas, las almohadas arrugadas, las paredes que habían sido testigo de aquel momento.
Me lleve las manos al pecho y cerré mis ojos mientras el rostro de Brian aparecía en lo más profundo de mi mente.
Brian Harold May me iba a hacer perder la razón. Sonreí mientras caminaba hasta mi habitación.
—Te juro que me enamorare de ti Brian May.–admití muy segura de mi misma.

𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎//𝐁𝐑𝐈𝐀𝐍 𝐌𝐀𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora