Capitulo 11: Ateísmo

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Mikhail nos lleva al garaje de la casa y en él hay tres coches de lujo alucinante. Esta ese Porche que tantos recuerdos me trae, un Lamborghini y un Ferrari rojo. Muy modesto el y yo apenas los otros días tenía que agarrar taxis.

— ¿En cuál quieres ir? — Me pregunta

Doy brinquitos por dentro y respondo

—¿En el Ferrari?

La niña tira de la mano de Mikhail y escribe en el iPad

Tío. Quiero ir en el Porche

Uyy es que esta niña busca cualquier subterfugio para llevarme la contraria. Mikhail con afecto le responde

— iremos en el Ferrari, otro día vamos en el Porche

Al fin voy a salir de la casa, tanto lujo ya me tenía aburrida. Miro por la ventana el paisaje como niña pequeña. Todo es muy distinto a lo que estoy acostumbrada a ver. Los rusos son serios ¡Todos! No van con mi forma de ser. Miro a Mikhail y pregunto ansiosa

— ¿A dónde nos llevaras a comer?

Sonríe

— No sea curiosa señorita McMillan

Vale que me quedo callada. Busco en el navegador del móvil lugares turísticos en San Petersburgo y docenas de lugares me aparecen. Divertida le comento

— Quisiera ir al museo Hermitage y también a la Plaza del Palacio

Curioso responde

— ¿En serio quieres ir allá?

— Sí, claro si se puede. Sé que es uno de los museos más importantes del mundo y fue la ex-residencia de los zares de Rusia. Busqué información del lugar y me hace mucha ilusión conocerlo

Inexpresivo como es de costumbre responde

— Veré como le hacemos para llevarte

Luego de tanto silencio en un espacio tan limitado rompo la norma de la seriedad de estos dos.

— Sé que eres un hombre muy ocupado, iremos cuando puedas

Dice que si con la cabeza y se detiene en un bistro de clase media, al menos eso se ve porque no hay ejércitos de cubiertos y los precios son módicos. Me quedo algo patidifusa. Este finolis siempre va a comer a lugares exclusivos y de lujo.

— ¿Y este restaurante?

— Pensé que era una buena opción traerlas a comer aquí

Bajo del coche y el frío me consume. Dios odio el frío, odio la nieve, odio la ropa que traigo. Mirando hacia dentro del local le digo

— ¿Que sirven aquí?

— Es un restaurante de blinis. Es un plato muy popular en San Petersburgo

Ninette se baja del coche y Mikhail la toma de la mano. Avanza hacia el interior del local y yo le sigo. Parecen conocerlo porque lo tratan como si el zar de Rusia hubiera llegado. Son excesivamente amables dentro de lo que cabe. Nos llevan a un reservado, apartados de los demás. Típico de Mikhail. Nos sentamos y una mesera nos entrega la carta. Mikhail lo ojea con seriedad. Hago lo mismo y termino rompiendo el silencio

— ¿Porque son tan amables?

— Supongo que por el poder que tengo en ciertas industrias

Esa jodida arrogancia me hierve. Se cree más importante que todos y no ve que nadie en esta vida es indispensable a otro. Respondo mosqueada

— Y eso te hace sentir..., no lo sé ¿Grande?

Deja la carta a un lado por unos momentos

—Megan, el poder y el dinero son cosas que mueven montañas. No niego disfrutar de sus beneficios, tampoco deseo ser hipócrita y decir que viviría igual sin ellos.

Tuya Cuando Quieras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora