Capitulo 39: Un regalo lascivo

97.7K 5.1K 933
                                    

Me mira aturdido, atónito, catatónico. Pestañea dos veces y pregunta

— Te hacía volando a Francia, ¿Que haces aquí?

— ¡Shh! Solo bésame mi amor, bésame lento y pausado.

Hace lo que le pido extrañado. Siento sus labios sobre los míos y me convenzo, he hecho lo correcto. He hecho bien en dejar ir esa entrevista y correr a los labios de Mikhail.

— Meg, ¿Explicame que haces aquí?

Quitando su camisa y aflojando el nudo de la sudadera mascullo.

— Ninguna entrevista es más importante que el cumpleaños de mi amor.

Su rostro desconcertado sonríe atónito y besa mis labios con cierta emoción. Tirando de su cuello caemos al suelo junto a la chimenea. Se queda callado, yo también me quedo callada. Estoy sentada sobre él y deseo tenerlo sin ropa. Me quito la camisa de invierno, luego los jeans y dejo que toque mi cuerpo, que me acaricie, que me bese.

— No debiste de hacer esta locura. Deberías estar en un avión. No aquí. — Besa mi cuello

— Sabes que soy toda impulsos. Ahora solo quiero que me hagas tuya una vez más. No deseo nada más

Le quito la sudadera y su creciente erección me tienta. Es tan grande, tan titánica que alucino. Lo quiero dentro de mi ya. Lo agarro y sin quitarle los ojos de sus azules me penetro lentamente con su erección. Suelto un pequeño gemido tocando fondo. Y algo extraño sucede, lo normal, la regla es que me embista con rudeza tal y como es él, pero se queda inmóvil. Como si esperara algo

— ¿Qué ocurre?

Toca mis pechos y llevándolos a la boca replica

— Fóllame nena

Muerdo mis labios con deleite y sujeto sus manos entrelazando mis dedos con los suyos. Entro y salgo de su erección adoptando el rol activo mientras él adopta el pasivo. Me siento diferente, ser yo quien domino el ritmo es gratificante. No se mueve, solo gime y balbucea en ruso y eso me pone al cien. Ese acento jodidamente sexy me mata. Muevo con abrupto las caderas y entierro su pene en mi vagina liberando un gemido estruendoso

— ¡Oh joder!

— Vamos nena, dame más, sé que puedes darme más pequeña.

Sigo follando su erección una y otra.., y otra..., y otra vez. Su rostro se torna rojo y caliente. Sus manos me sujetan las caderas queriendo que de todo lo que soy. Llego a un punto de máxima excitación donde todo mi cuerpo se tensa y quiere estallar en placeres. Abro la boca tomado bocanadas de aire gritando extasiada

— Mikhail..., nene me enloqueces

— Más fuerte nena — Gime — Vamos, follame

Me muevo sobre su eje en círculos hundiéndome hasta el fondo  y el placer de estar sobre él dominando el placer, me hace sentir mala, malota. Pide mas, yo le doy mas. Me tumbo sobre su pecho y besando su cuello con deseo le pido

— Ahora, fóllame tú.  Quiero que me des duro — Me empalo en su pene con abrupto— Fuerte

Acaricia mi espalda erizando cada centímetro de mi piel. Clava sus dedos en mi carne y ahora soy yo la inmóvil. Me embiste sin detenerse más rápido de lo habitual. Cierra los ojos y su rostro excitado me ponen al cien.  Enredo mis dedos en su cabello tirando suave del mismo. Pido más, nunca parezco estar conforme. Llego a creer que quiere hacer cantitos mi vagina. Su fuerza es antinatural. Me electrifico y tomando grandes bocanadas de aire libero un grito estruendoso presa de un delicioso e intenso orgasmo.

Tuya Cuando Quieras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora