Capitulo 37: deseos sodomizados

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¡Que jodida noche extasiante! Prácticamente no dormí nada, Mikhail me cobro los cuatro días de abstinencia corridos. Pero no me quejo, cada vez me encanta mas su forma loca y salvaje de tener sexo. Ninette se ha ido con Alejandra al centro comercial. Según ella tiene que comprar una ropa mona para una cita de trabajo. Si, sobre todo, esa cita tiene pectorales, bíceps de infarto y treinta años menos que ella. Pero mi querida suegra no oye consejos. Mikhail está en el despacho hablando por el móvil con personal de la farmacéutica, mientras yo toco unas notas en el piano. Hoy es el día libre del servicio y la casa sola se siente genial. Se presta para cosas lujuriosas y morbosas. Mi móvil no ha dejado de sonar, John ya ha contratado mis coristas y orquesta. Quiere que los escuche hoy en la noche. Para no oír más sus ajoros acepto. Dentro de unas semanas doy mi primer concierto y eso me tiene nerviosa. Escucho gritos del despacho y camino sigilosa hacia el mismo y escucho una fuerte discusión en ruso de Mikhail con alguien de la farmacéutica. 

— A mi no me importa si se atrasa o no la producción. Esa droga no sale al mercado hasta que se revise nuevamente.—Se queda callado por unos segundos y luego vuelve a contestar aún más airado. — ¡Me vale madre! Eres una inútil, ¿Pretendes que también te haga el trabajo? ¡Para eso te pago carajo! Vas y detienes la producción y es ya Raisa o te juro que me vas a escuchar y no te va a gustar.

Muerta de la curiosidad agarro la línea de la biblioteca y escucho la conversación a escondidas.

— No pretendas hacer todo en un mismo día. Desde que estás con la ordinaria de Megan has descuidado aquí tus labores y ese no es mi problema. Es tuyo. Ahora no me vengas a echar la culpa de nada. — Refunfuña Raisa

— Con Megan no te metas y sabes, puedo irme el tiempo que me de la real gana de la empresa porque soy el dueño ¡Y hago lo que se me da la gana! Haz tu trabajo y sirve de algo

La línea cae. Ha terminado la llamada y no sé porque me siento feliz al oírlo defenderme. Entro al despacho y lo veo sentado con un whisky en la mano y maldiciendo todo.

— ¿Ocurre algo Mikhail?

Resopla

— Megan, no estoy de humor.  ¿Luego hablamos si?

Niego con la cabeza

— En estos momentos es cuando más me necesitas. — Le quito el alcohol a regañadientes — Sabes que tomar le hace daño a tu corazón.

— Muchas cosas le hacen daño a mi corazón y sigo vivo — Argumenta sarcástico

— ¿Problemas en la farmacéutica?

— Nada que no pueda resolver — Sisea

Me siento en su regazo y lo lleno de mimos. Se ve tan sexy enojado que me pongo como una moto. Beso sus labios una y otra vez y mimosa susurro en su oído.

— Porque mejor, te relajas un poquito, sabes, la casa está sola y podemos hacer lo que quieras nene.

Logro aliviar la tensión en su rostro y curva la comisura.

— ¿En serio podemos hacer lo que yo quiera?

— Lo que quieras cariño.

Me mira, me mira y finalmente responde besando mis labios.

— Sabes lo que quiero Meg, sabes lo que quiero.

Trago saliva. Creo que sé muy bien lo que quiere y eso me pone en una situación excitante-traumante.

— ¿Lo deseas mucho?

Tocando con lascivia mi trasero asiente con la cabeza.

— Prometo ir despacio nena, me detendré si así lo deseas

Tuya Cuando Quieras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora