IV

65 7 0
                                    


''Siempre tendrás mi hombro cuando llores

Nunca te dejaré ir, nunca diré adiós

Lo sabes''

(You'll always have my shoulder when you cry

I'll never let go, never say goodbye

You know)


Count On Me -  Bruno Mars

LOUIS

Un calor infernal consumía cada parte de mi ser. Sumado a eso, era martes, como odiaba los martes. Eran días totalmente innecesarios. Debido a esto y al hecho de que mis padres no estarían en casa hasta el próximo lunes, decidí no ir al colegio. No tenía mucho que hacer e ignorando la prueba de matemáticas que tenía el viernes, no había mucho que me diera ganas de ir a ese lugar donde me aprisionaban en contra de mi voluntad por 8 horas. James no me respondía desde hace 3 días. Preferí pensar que estaba ocupado y no le di mucha importancia. Por otro lado, pasé toda la madrugada platicando con Ayesha, y puedo decir que no me arrepiento de desvelarme. Mis ojeras valían la pena. Éramos tan diferentes pero tan iguales al mismo tiempo. Me arrepentí de no haberle hablado antes.

Salté de la cama, camino a asearme mínimamente y quitar esta cara de muerto que llevo como estampa. Sentí un leve mareo al levantarme, pero decidí ignorarlo y encaminarme al baño. Me desvestí dispuesto a bañarme a ver si así me deshacía de este maldito calor que me derretía la piel con cada segundo que pasaba. Fue un alivio sentir el agua helada cayendo sobre cada parte de mi cuerpo desnudo. Salí de la ducha y me sequé con cautela para luego enrollar una toalla sobre mi cintura y salir del baño cepillando mis dientes y en busca de mi teléfono, mismo que anoche, debido a mi somnolencia, no sé dónde dejé. Al encontrarlo, no pude evitar sonreír viendo 2 mensajes de Ayesha, pero fijándome, un número desconocido saltaba en la pantalla. +9 LLAMADAS? ¿QUÉ CARAJO? Me dije para mis adentros. Decidido a saber quién era, llamé a aquel número, pero no obtuve respuesta. Una vez más y que se joda sea quien sea, pensé. Para mi sorpresa, esta vez sí contestaron.

—¿Bueno?

—Lou... —Reconocería esa voz donde fuera.

—¡JAMES! —la emoción era presente en mi voz—. ¿Cómo has estado? ¿Por qué no has ido al colegio? Me tenías preocupado —dije con naturalidad.

—Lou, ¿estás solo en casa? —Preguntó y pude notar que algo no andaba bien.

—¿Todo está bien? —Su silencio denotó que la respuesta era no—. Sí, estoy solo, pero por favor dime qué pasa.

—No puedo por llamada, ¿puedo ir a tu casa? —Su tenue voz desprendía algo de miedo. No lograba entender muy bien qué pasaba, así que solo acepté.

Luego de colgar, una sensación extraña se apoderó de mí. No sé si era duda o más bien miedo de que algo malo le hubiera pasado a aquel chico. Luego de hundirme en mis pensamientos por aproximadamente media hora, escuché sonar el timbre y me dispuse a abrir la puerta.

—Hey —Su cabeza gacha y su respiración agitada hacían obvio el hecho de que vino corriendo.

No respondí y me abalancé sobre él dándole un cálido abrazo. Al separarnos, pude notar su rostro y mi sorpresa se hizo presente de manera casi inmediata.

—¡JAMES! ¿QUÉ TE SUCEDIÓ? —Su ojo morado y su labio roto indicaban una reciente pelea—. Por favor, no me digas que peleaste con alguien.

—No, no es eso, yo... —le costaba hablar. Debido a esto, le dije que pasáramos y así podía contarme con calma lo que había pasado, no sin antes ofrecerle un vaso de agua. Nos sentamos en el sofá, él plantó su mirada en el piso y no pude evitar que mi preocupación se intensificara. Finalmente rompió el hielo y dijo algo.

—¿Tus padres no se molestarán si ven que vine de repente?

—No seas tonto, mamá te ama —sonreí—. De todos modos, no estarán toda esta semana —vi cómo su rostro se iluminó con esto último.

—Sí, pero tu padre no me conoce. Si llega y me ve, ¿no habrá problemas? —dijo nervioso.

—Claro que no —respondí despreocupado.

—¿Puedo pedirte un favor? —soltó con dificultad.

—Lo que sea —respondí.

—¿Puedo pasar la noche? —Desde que James y yo éramos amigos, jamás se había quedado a dormir y vaya que muchas veces le había propiciado la invitación. Por lo tanto, aquella pregunta me tomó por sorpresa y creo que mi cara lo demostró porque luego añadió—. Digo, si no es molestia, obvio. Disculpa si es repentino —agachó su cabeza.

Tomé su rostro con mis manos para poder verlo con claridad. Pude notar sus ojos cafés cristalizados como rastro de que había llorado. Esto me producía cierta impotencia y aquel ojo morado se veía aún más grave de lo que me pude percatar al inicio. Su labio partido a un costado le daba un aire muy imponente, pero de igual manera no se veía nada bien.

—No seas tonto, claro que puedes —dije aún tomando su rostro—. Pero necesito limpiar esa herida y que me digas qué pasó, ¿vale? —Añadí. Él se limitó a asentir.

Solo Un Poco De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora