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 "Sus equipos de maniobras tridimensionales se activaban, dando marcha a la muerte"

   Capítulo lll: Mi sol bajo las tinieblas

El sol cubierto por nubes grises, del cielo caía una pequeña llovizna, los árboles verdes y el sonido de cabalgata inundaba los oídos de los presentes, cuyos pensamientos tenían una única misión que cumplir en aquella salida al exterior.

Todos sabían que esa seria una de las pocas oportunidades que se darían para explorar el terreno y en un futuro cercano, llevar a cabo un plan en el cual, muchos entregaran su corazón rendidos ante la muerte.

Bennett en una de las líneas de adelante, montaba en su bello corcel negro que, mientras trotaba, intentaba concentrarse en el plan establecido, sin embargo su mirada se desviaba hacía la persona de adelante, quien era la mismísima Hange Zoe, quien se veía más callada de lo normal y muchos lo notaban.

Lo que nadie sabia era que ella, por alguna razón pensaba en la presencia de Bennett y en protegerla; giro su cabeza hacia la dirección de su amiga, fue ahí cuando sus miradas coincidieron y sus corazones se estremecieron, segundos después la castaña llamó a la menor. 

—¿Recuerdas el plan? —pregunto al verla llegar, ella asintió— ¿Sabes tú posición? —asintió— ¿Te sientes bien?—Bennett asintió algo cansada por el cuestionario.

—No se preocupe por mi, me encuentro bien —comentó amable— la pregunta es, ¿Usted se encuentra bien? la noto distraída —ladeó la cabeza.

—Ha estado así desde que salimos —dijo a su lado Moblit—, debe haber algo enorme que invada su cabeza —comentó con el tono sereno que lo caracteriza. 

Antes de que pudiese contestar, el comandante dió la orden de dispersarse.

—Suerte.

—Ten cuidado —dijo Hange al unísono que Bennett.

Sonrieron como despedida, para después reagruparse e irse en sus debidas posiciones y perdiéndose de vista entre la densa neblina.

Su caballo avanzaba llendo con sus dos compañeros.

—¿Ha habido avistamientos de titanes? —preguntó en cuanto llegó.

—Aún no —contestó Mikasa.

—No ha habido nada desde que llegamos, seguramente ya se habrán ido —bufó Jean.

—No lo sabremos hasta que lo veamos con nuestros ojos —dijo Bennett cansada—, por ahora solo hay que seguir indicaciones —suspiro.

Las pisadas de los caballos y el corazón de Jean era lo único que se escuchaba, él estaba algo alborotado por estar con las dos chicas que le gustaba.

Parecía que todo iba bien, la lluvia se volvía más fuerte y Bennett se arrepentía de no traer la capa de la Legión; fue entonces cuando el humo verde se hizo notar hacia el costado izquierdo, alguien se había topado con un titán y era preocupante, ya que quedaba relativamente cerca de donde estaban.

Bennett saco de su bolsillo la misma bengala y disparo, dando la orden de moverse hacia otra posición y evitar tener contacto con la criatura.

En cuanto lo hicieron, se vieron obligados a entrar al gran bosque que parecía no huber ninguna anomalía hasta que, el sentir de la tierra vibrar y el sonido de grandes pisadas, alarmó el ambiente.

Está vez un titan corría hacia su dirección.

—Me encargo de ese chico —decía mientras se paraba en la montadura y sacaba sus cuchillas— ustedes sigan adelante, los veo luego —comentó por último, mientras que ellos asentían.

Bennett activo su equipo de maniobras tridimensionales, aventuró entre los árboles rápidamente y al estar lo suficientemente cerca de la criatura lo observó detenidamente y sin más, se desplazó en una velocidad poco común, en busca de su nuca, disfrutando el sentir del aire ser cortado.

La sangre salía, un corte limpio y profundo realizó Bennett.

El titán cayó pero ella sabía que no era el único en todo el bosque, así que se mantuvo alerta en todo momento, ya que la neblina no era de ayuda; buscaba con la mirada su caballo, al no encontrarlo maldecía por lo bajo.

Nuevamente y como si esto no terminará, un excéntrico corría despavoridamente hacía su dirección. No lo dudo y fue por él, aniquilándolo rápidamente de una buena vez y mientras Bennett caía al aire una gigante mano por detrás la tomo apretándola, aquel titán la miró con una sonrisa perturbadora y ella sintió escalofríos recorrer su cuerpo, el cual punzaba por la fuerza que implicaba la criatura, ella se movía intentando salir de tales manos.

«¿Acaso este será el final?» se preguntaba internamente.

Cuando menos lo esperaba y pensando que era su muerte, de reojo pudo apreciar un destello verde, una chispa resplandeciente proviniente del acero de cuchillas, el sonido de la piel desgarrándose se hizo presente y poco después de la aparición de su salvador, el titán suavizó el agarre y la soltó, cayendo nuevamente al aire.

Antes de que pudiese hacer algo, aquella persona la cargo como si se tratara de una princesa y comenzó a avanzar en los aires, marchándose de aquel lugar sin cesar. 

—Sujétate bien, si te pasará algo yo.... —guardo silencio mientras jadeaba, el sentimiento de ver cerca de la muerte a la persona que ama, la había carcomido.

Bennett reconoció su voz e hizo caso ante sus palabras, rondando con sus brazos el cuello de su líder y aferrándose a ella; Hange la atrajo más a su cálido cuerpo, protegiéndola a toda costa.

Sus ropas mojadas, sus corazones palpitaban fuertemente y sus cuerpos tenían contacto.

—Líder —comentó con sorpresa—, me ha salvado la vida —murmuro cerca de su rostro.

—No es nada chica, tenía razón al saber que estabas en peligro —suspiro aliviada—, Erwin ha dado la orden de retirada. Esta lloviendo y peligramos, aparte ya tenemos la información requerida.

Después de argumentar los hechos, cerro los ojos agradeciendo. Bennett aprovecho la oportunidad para observarla más a detalle el hermoso rostro que su líder tenía.

Siguieron avanzando, cada vez estaban mas cerca de la salida y era un alivio.

(...)

Hace tiempo que habían llegado al lugar establecido para regresar a las murallas, los caballos avanzaban, y
Bennett se aferraba a la suave tela que Hange le había dado para protegerse del inmenso frío que hacía.

Su caballo se había dado como perdido, por esa razón era que su mayor se ofreció gustosamente a llevarla en el suyo y ahora ella montada en la parte de atrás, la abrazaba para no caer.

Algunos terceros miraban a tal par de mujeres, era extraño que la castaña se preocupara tanto por alguien y más si era una mujer.

Gracias, Hange —susurró en su oído.

Al escuchar su nombre ser pronunciado por sus labios, sintió mariposas en el estómago y dibujo una sonrisa tímida en su rostro.

Era diferente a cuando los demás lo decían, esta vez era la chica que robó el corazón de otra, a pesar de que era una mujer y muchísimo mas menor, sabia que la amaba. 

—Aún no me lo agradezcas, falta mucho para llegar a la muralla. Será un viaje tardado, acómodate bien —comentó con sutileza.

La menor se acercó más a su espalda, y se recargo en ella susurrando unas cuantas palabras que no fueron descubiertas por Hange gracias a los ruidosos galopes.

Ambas sentían algo en su pecho, algo llamado amor.

Fue así como duraron gran parte del viaje, con ese sentimiento en sus garganta.

"Mayor, usted..."

main | hange zoe.  [corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora