El demonio de la radio

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Ya se estaba haciendo muy tarde, Charlotte había estado posponiendo muchísimo papeleo por estar vigilando a Vagatha, y para colmo la siguiente ascensión sería ese mismo fin de semana, así que se veía obligada a recuperar todo el trabajo que no hizo desde que llegó al hotel.

Sus ojos estaban enrojecidos y tenían unas ojeras gigantescas, pero finalmente había logrado recuperar lo de unos cuantos días; al archivar el último documento, dio un gran bostezo, se levantó de la silla y finalmente emprendió el viaje hasta su habitación.

Pero cuando estaba a punto de cruzar la puerta, un paquete lleno de correspondencia atrasada, que ella misma dejó justo a un lado para arreglar en otro momento, le recordó, con su presencia; que su labor aún no había concluido.

Frustrada, apretó con fuerza la manilla de la puerta mientras deliberaba si es que dejarlo para mañana, y retrasarse aún más, o hacerlo de inmediato... y terminó ganando esta última opción.

Aunque le tomó tiempo, se dio a la labor de ordenar todo lo que tenía en su lugar. Muchos de los mensajes eran facturas de luz y gas, algunos otros eran ofertas de cadenas televisivas, pero había un sobre que llamó su atención apenas la vio, pues a pesar de llevar la ubicación del hotel, tenía como destinatario el nombre de Vagatha y más importante aún, tanto el sobre como el logo, correspondían al laboratorio del doctor Filoso.

— ¿"Resultados"? —leyó el título del sobre con intriga, dudando de qué hacer con ella. Pero no tuvo mucho tiempo para decidir, ya que alguien llamaba a la puerta en ese instante, por lo que rápidamente metió el sobre en uno de los cajones de su escritorio— Adelante.

— Buenas noches, querida —Dijo el demonio de la radio cruzando el umbral.

— Hola Al —contestó con una sonrisa— ¿cómo van tus vacaciones?

— Justo venía a hablar de eso —contestó inexpresivo, claro, sin contar su sonrisa.

— Por su puesto —tomó las demás cartas y volvió a ordenarlas en los archivadores, al verla, Alastor inmediatamente se acercó a ayudarla— gracias Al.

— No hay problema —tomaba los que estaban sellados y los dejó en el apartado de pendientes— verás querida, creo que mis vacaciones ya se han extendido lo suficiente.

Inmediatamente Charlotte se opuso a la idea, quería evitar que él se ponga a hacer preguntas respecto a las dilaciones en el papeleo y otras labores directivas, además al día siguiente tenía una reunión muy importante, así que tendría que convencer a Alastor para que cambie de opinión.

— Suenas desganado —contestó viéndolo de reojo— diría que te hacen falta aún más vacaciones —sonrió.

— Los días libres realmente no son tan emocionantes como esperaba —contestó sin detenerse.

— Pero tienes todo el tiempo que quieras para ti Al —le dio un pequeño codazo tratando de animarlo.

— ... —suspiró, al terminar de ordenar las cartas, se paró totalmente erguido; sonriendo, pero mirando al suelo.

— Oye —cerró el cajón del archivador— ¿por qué no haces esas cosas que hacías antes? —sacó las llaves de su bolsillo y caminó junto a Alastor hacia la puerta.

— ¿Torturar pecadores? —levantó una ceja.

— Sí... eso —contestó cerrando la oficina. Él solamente se quedó de pie en medio del pasillo, su expresión lo hacía ver poco convencido— bien Al, si gustas te reincorporaré.

— Muchas gracias querida —contestó más animado.

— ¡Pero! —irrumpió— desde este viernes —en repuesta, él bajó las cejas, mostrándose molesto; al verlo ella se cruzó de brazos— no me mires así, tengo que... ordenar muchas cosas para puedas empezar a trabajar contigo.

Aquellas NochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora