Decepciones

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Esa semana fue muy confusa para Alastor, todos los días que estuvo caminando por el hotel junto a Charlie, apenas podía recordar haber visto a Vagatha y a Anthony unas 2 veces en toda la semana, hasta pareciera que se estaba escondiendo.

Alastor de todos modos estaba muy ocupado con los proyectos que venían para el hotel como para poner demasiada atención a ello.

Finalmente llegó la noche de su acostumbrado paseo nocturno, bajó las escaleras con serenidad a altas horas de la noche, su sombra se adelantó en dirección al bar para encender las luces y preparar su trago.

Pero, algo andaba mal, él se quedó de pie en medio de la habitación sin hacer ningún ruido, sus ojos se movían paulatinamente de un lado a otro poniendo atención a los detalles, sin lograr oír más que los lánguidos sonidos del exterior que logran entrar al hall, que; con la excepción de su presencia, estaba completamente vacía.

El silencio se vio roto solo por el sonido de la copa tocando el mesón del bar, que su sombra dejó servida frente a su acostumbrado asiento antes de desaparecer, Alastor se detuvo frente a esta y se quedó viendo su trago con las manos en la espalda sin decir nada, segundos después su sombra reapareció solo para dejar caer una cereza marrasquino ensartada en un mondadientes de metal al interior de la copa y se esfumó rápidamente.

Tomó asiento y antes de siquiera tocar su bebida, se detuvo unos segundos levantando las orejas, hasta que llegó un momento en que apretó sus ojos y negó con la cabeza.

— Deja de hacer el ridículo —dijo para sí mismo, levantando la copa con una enorme sonrisa, para darle el primer sorbo. El líquido dio vueltas al interior de su boca, permitiéndose degustar los matices del robusto whisky y la cándida dulzura del vermouth.

Pasó el rato y sorbo a sorbo que le daba a la copa comenzaba a relajar el cuerpo, apoyó el mentón sobre la palma de su mano mientras su codo reposaba sobre la barra, su otra mano sostenía la copa casi vacía frente a él dejando volar sus pensamientos, embelesado por el leve efecto del alcohol.

Hasta que un sonido detrás de él, le hizo levantar las oreja y darse vuelta rápidamente con los ojos bien abiertos, pero...

— Qué tal sonrisas —dijo bajando las escaleras, con una sonrisa parcial y los ojos relajados. Al llegar al hall, encendió el candelabro, pues lo único que iluminaba la habitación, eran las luces del bar.

— Pero si es mi amigo andrógino favorito —respondió apoyando la espalda y los codos en la barra— ¿Qué te trae por aquí a estas horas?

— Tenemos que hablar —caminó hasta el otro lado del bar.

— Lo que sea por ti compañero.

— Hay un problema aquí Alastor —comentó apoyando su mentón sobre el reverso de 2 de sus manos con los dedos entrelazados— y lo vamos a solucionar como hombres... —entrecerró los ojos.

— Como quieras —su sonrisa se volvió macabra y la estática comenzó a sonar con intensidad, pero se detuvo abruptamente cuando Ángel golpeó el mesón con una botella gigante de tequila barata y 2 vasos de shot frente a Alastor.

— Bebiendo —dijo sin alterar su expresión.

— ... —se quedó en silencio mirando la botella con los ojos bien abiertos y luego a Ángel— ¿De qué se trata todo esto?

— Ya lo verás —destapó la botella, sirvió los vasos y le entregó uno— pero ya que estamos, quisiera conocernos un poco mejor —le sonrió.

— No me parece para nada una mala idea, pero ¿Por qué a una hora como esta? —dijo levantando el vaso para verlo claramente.

Aquellas NochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora