Capitulo 34

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POV Luca

-¡Ábranme!- Golpee la puerta de tal manera que creo llegué a lastimarme la mano.- Joder, puta puerta de mierda.- me quejé.

-Luca, no podremos salir de aquí, no a menos que alguien ingrese la clave y abra la puerta.- dijo mi suegra.- Quedarnos aquí será lo mas seguro.

-Quiero salir, ¡están ahí afuera peleando, no saben con lo que se enfrentan, yo si!- grité.

Conocía a Jairo, me había entrenado junto a él, fuimos compañeros desde el principio. Sabía cuando iba a atacar y como.

-Luca, debes calmarte, los niños...-habló la abuela de Rebecca. Observé a los niños, estaban asustados, tanto que se acercaron a su madre. Raquel me miró aterrada.

-Lo siento cariño, yo...

-Él esta un poco nervioso, nada mas. Todo estará bien, miren aquí hay juegos.- dijo mi suegra y se acercó a una estantería llena de juegos.

Los niños caminaron hacia ella y le prestaron atención, Raquel copió sus movimientos. Después de todo Rebecca tenía razón, ella se iba a sentir mas segura aquí junto a ellos.

-Tienes que calmarte... ellos estarán bien.- habló la abuela y sonaba tranquila.- confía en tu nueva familia Luca...

Me senté en uno de los sillones y trate de tranquilizarme pero me era imposible.

Rebecca estaba allí afuera, eso era lo que realmente me ponía nervioso. No podía ayudarle y tampoco podía cuidarla. Confío en ella, claro que si, si es la mujer mas valiente que mis ojos han visto y es por eso que tengo miedo de perderla, es demasiado valiente como para arriesgarse lo suficiente y morir.

Antes de conocerla estaba resignado a vivir solo, ya no quería seguir buscando a nadie, estaba cansado de los fracasos amorosos. Sin embargo la conocí y todo eso se me olvidó. La regla de no intentarlo con nadie mas se había roto automáticamente. Al principio tuve cuidado, quería saber como era, quería saber hasta que punto estaba dispuesta a llegar y cuando me permitió conocerle mas, yo ya no tenía vuelta atrás. Me volví loco por ella en poco tiempo, ha pasado todo muy rápido y eso me asusta, pero cuando la veo todo eso malo se va.

Rebecca no es como las chicas que había conocido, ella es muy especial. Es seria, demasiado responsable y no le gusta que la jodan. Con ella tienes que ser como un herrero con hierro fundido, debes tratarla bien y con cuidado, sino, te quemará y lastimará de la peor manera.

-Todos conocen la clave...-susurre mirando el tablero de nuestro lado. Me levanté rápidamente y me acerqué a la abuela.- sé que tu sabes la clave, ayúdame a salir, por favor.- prácticamente rogué.

-No puedo hacerlo Luca, no puedo arriesgarnos así.- le miré suplicante.

-Has dicho que soy de la familia, estoy apto para ir a luchar allí afuera y lo sabes, déjame ayudarles, por favor.

-Sé que eres de la familia cariño y por eso tienes que recordar que cada uno tiene una tarea, la nuestra es quedarnos aquí. No puedo dejarte salir.- estaba a punto de perder la paciencia, si ella no me daba la clave entonces la adivinaría.

-Necesito cuidar de Rebecca, necesito estar con ella, déjame ir, por favor.- volví a insistir. La anciana me observó con un poco de lastima y eso no me gustó para nada, no iba a dejarme salir.

-Lo dejaré ir, necesito que alguien proteja a mi hija y él lo hará.- mi suegra caminó rápidamente hacia el tablero y puso la clave.

La puerta se desbloqueó y entonces hice fuerza para abrirla, cuando pude y después de salir, volví a cerrarla.

-No se va a bloquear tan rápidamente.- Richi se acercó a mi.- ve a por ella y cuídala bien.- pensé que estaba enojado conmigo, sin embargo no era así.

Sacó su arma de donde la tenía y se paró justo frente a la puerta, supongo que cuidaría el lugar hasta que se volviera a bloquear.

Camine apresuradamente bajo la intimidante mirada de Susana, creo que ella no estaba de acuerdo con que yo estuviera aquí afuera.

-Se fueron hacia la izquierda.- dijo cortante, al menos me ayudaba.- avísale que Ivo esta viniendo con un equipo táctico, su auricular se desconecto.- asentí al escucharla y me fui por la izquierda.

Revisé que mi chaleco estuviese correctamente puesto y quité el revolver que había guardado en mi cintura. Había ruidos, había muchos ruidos que daban miedo. Traté de controlar mi respiración y centrarme en los ruidos, alguno de ellos me llevaría a Rebecca.

Me crucé con los dos primeros muertos, no eran de la familia. Avance y vi un charco de sangre y mis músculos se pusieron tensos, caminé aun mas y encontré al hombre que perdía sangre, estaba muerto y tampoco era de la familia.

La adrenalina no dejaba de recorrer mi cuerpo constantemente, hacía mucho que no pasaba por estas cosas. Sabía que en algún momento me encontraría con Jairo y Stella, eso me tenía nervioso. La ultima vez que nos vimos fue en la fiesta donde hicieron el allanamiento. No habíamos tenido oportunidad de hablar o aclarar las cosas y la verdad era que tampoco me interesaba tenerla.

-Hay gente en la próxima habitación.- escuché susurrar a Rebecca y preste atención.- tu al norte, tu al sur, entrare primero.- un escalofrío paso por mi nuca, escucharla tan decidida a entrar a un lugar peligroso me ponía como la mierda. Avancé rápidamente hacia ellos y logré asustarlos, mas no dispararon, por suerte.

-¿Que haces aquí?- preguntó enojada la hermosa chica frente a mi, tenia entre sus brazos un arma lo suficientemente grande como para asustar al tirano mas malo.

-Rebecca concéntrate.- dijo mi cuñado.- prepárate para entrar.- se dirigió a mi- haremos esto igual, después discuten.

Reb me miró mal y volvió su vista al frente. Estaba un poco mas tranquilo, al menos la había encontrado y sabía lo que sucedía a su alrededor.

Ella se acerco a la puerta que estaba cerrada y Sebastián contó hasta tres, cuando termino de decir el último numero la chica pateó la puerta con tal fuerza que la tiró abajo. Pestañee varias veces mientras los veía adentrarse al lugar después de eso, no podía creer lo que mis ojos veían. No podía tener tanta fuerza ese pequeño cuerpo.

-No hay nadie, esta libre.- gritó Julián desde dentro, lo que me hizo reaccionar, no me había movido de mi lugar y todo había pasado rápidamente. Rebecca se acercó a mi totalmente enfurecida, daba miedo y lo admito.

-Si vas a quedarte aquí, no te alejes.- ordenó. Revisó mi chaleco para asegurarse que estaba bien puesto y me miró a los ojos. Podía ver mucha preocupación en los suyos.- Ni se te ocurra alejarte de mi, porque no podré cuidarte.

Sentí algo en el pecho, era bueno, ella se preocupaba por mi tanto como yo por ella, eso significaba solo una cosa.

Íbamos por buen camino.

La chica del expediente III Donde viven las historias. Descúbrelo ahora