POV Luca
Ingrese a la casa de los Navarro, todo estaba en silencio y la tristeza en el lugar hasta se podía palpar.
Camine por el lugar, estaba destruido. Observe el living, había dos velas encendidas sobre la estufa en honor a Susana y el abuelo. También habían puesto una foto de ambos. Era difícil observar esa imagen, era demasiado difícil saber que les habían arrebatado la vida.
Avance hacia la habitación de Rebecca, no quería hablar con nadie, solo quería estar con ella.
-Ella no esta aquí.- Me encontré con Sebastián en el medio del pasillo, pude darme cuenta de cuanto había llorado por sus ojos.
-¿Estas enojado conmigo?- pregunté en un tono bajo.
-No, has hecho lo que te ha parecido mejor.- sus ojos se aguaron.- No se lo merecían, ninguno se merecía nada de todo esto.- caminé hacia el cuando rompió en llanto y le abrace. No podía evitar sentirme culpable, talvez si no hubiese venido nunca a esta casa ellos seguirían vivos.
-Cariño, ven aquí.- la abuela se acerco a nosotros y abrazó a Sebastián luego de que yo lo soltara.- vamos a por un poco de agua, te hará bien.- el chico asintio débilmente y camino en dirección hacia la cocina, parecía un pequeño niño asustado.
-Tienes que ir a por Rebecca, ella esta muy dolida pero te necesita.- indicó la mujer antes de seguir a su nieto.- Nadie tiene la culpa de lo que ha sucedido, no te castigues por eso.- la observé irse en silencio.
Suspire profundamente, esta familia se había destruido.
-¿Como ha salido el juicio?- pregunto mi suegro mientras se acercaba a mi, su corazón estaba roto, podía verlo en su rostro. Puse mis manos en los bolsillos de mi jean, si me golpeaba por lo que había pasado lo haría con razón y no iba a defenderme.
-Cadena perpetua para Stella, cuarenta años para Jairo.- resumí.
Había ido al juicio, debía hacerlo ya que estaba involucrado en todo esto. No quería alejarme de Rebecca pero me obligaron a asistir y ella, al tener la oportunidad, ha escapado de mi.
Por suerte no me metieron a la cárcel, el tribunal se había dado cuenta que yo no tenía nada que ver con los maliciosos planes de mis ex amigos y me han dejado libre.
-No me es suficiente, pero la cárcel no ayudará a revivir a mi hija y padre.- su voz tembló y me quise acercar a él pero me detuvo.- tienes que ir a la casa de Rebecca, aquí esta su dirección.- me alcanzó un papel escrito y lo guarde.- búscala y no te separes de ella, querrá hacer parecer que no necesita de nadie pero no es así.- asentí con la cabeza y me di vuelta para marcharme.- gracias por no permitir que la maten, eres un buen hombre.- dijo en un susurro lo suficientemente alto como para que lo escuche. Me detuve unos segundos y después de escuchar la puerta de su habitación cerrarse, seguí avanzando.
La casa seguía en silencio, no quedaba nadie aquí que no estuviese mal. Leí el papel que me había dado mi suegro y salí de la casa, tenía que ir a por Reb.
Compre comida en el camino, porque era demasiado obvio que ella no había comido en todo el día, la conocía.
Volví a leer el papel y me detuve frente a un gran edificio. Apartamento numero once. Inspiré aire fresco y avancé hacia la entrada. Presioné el botón que correspondía a su timbre y espere, pero nadie respondió.
Por suerte el encargado del lugar se encontraba cerca así que me decidí a hablarle. El hombre no me dejo ingresar porque no tenia ningún permiso así que me quede afuera vacilando.
Tenía que encontrarla, quería hacerle saber que sentirse mal en estos momentos era completamente normal y que no necesitaba disimular absolutamente nada conmigo.
Camine hacia uno de los callejones que rodeaba el edificio y observe detenidamente la escalera de incendios. Mi miedo a las alturas saturó mi cerebro de un momento a otro.
-No pasa nada Luca, es solo una escalera.- me hablé a mi mismo.- Que es mas importante, ¿Rebecca o esa puta escalera?- deliberé. Parecía un desquiciado, pero era lo único que me tranquilizaba.
Subí los primeros tres pisos con cuidado de que nadie me viese, las piernas me temblaban y evité a toda costa mirar hacia abajo. Al llegar al piso siete estuve al borde del colapso pero lo manejé como un campeón. Solo me faltaba un poco. Cuatro pisos después me encontré en el apartamento de Reb, todo estaba oscuro y en silencio. Traté de ser cuidadoso, si la asustaba era muy capaz de darme un tiro.
Muy difícilmente trate de observar hacia adentro, la cortina estaba levemente abierta así que aproveche eso. Escuché sonidos dentro, podía ser ella así que preste mas atención.
Una figura que podía reconocer fácilmente se movía de un lado a otro, sonreí pensando que ella estaba bailando hasta que vi lo demás.
Allí también estaba Daniel y no, no estaban bailando como pensaba. La bolsa de comida se me cayó de las manos y sin querer llame la atención. Ellos se detuvieron e hicieron silencio para entender que sucedía pero fui mas rápido y bajé unos cuantos pisos sin hacer ruido.
Estaba consternado, totalmente en shock.
Ni siquiera supe como termine de bajar la puta escalera. Solo quería salir del lugar, irme lejos y tratar de entender que carajos había pasado.
Tenía un nudo en la garganta, ella simplemente acudió a Daniel para saciar sus instintos y me dolía, dolía no ser yo a quien haya necesitado.
Observe por ultima vez el edificio y vi como las luces de su apartamento se encendían. Me voltee y seguí caminando, ya no tenía mas nada que hacer aquí.
Había sido quemado, ella era mi hierro caliente y no la supe cuidar.
Haber dejado que matasen a su hermana fue un error que jamás debí haber cometido.
Estaba claro que a Rebecca ya no le interesaba mi presencia a su lado.
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La chica del expediente III
RomanceRebecca Navarro, una nueva comisario enviada a investigar varios casos de corrupción en la comisaría número seis, será la encargada de revelar el secreto más oscuro de Stella Cruz, su nueva chica del expediente.